viernes, 9 de abril de 2010

EPÍSTOLA QUE PIDE UN TIEMPO


Queridos amigos:

Llevo cerca de un mes queriendo llegar a todo, pero me es absolutamente imposible. Os cuento para que me entendáis un poco.

A mediados del mes pasado, me embarqué en un proyecto que me hace mucha ilusión sacar adelante. Precisa todas mis fuerzas y todo mi tiempo. Eso lo sé ahora, porque hasta hace muy poco, tonta de mí, pensé que podía con todo: con el blog y los blogs, con la vida cotidiana y sus quehaceres y trabajos. Pero no es así, por mucho que me pese. No obstante venir durmiendo unas cuatro horas diarias en las últimas fechas, no llego a nada y cada día la lista de faenas por hacer se me engrosa y me apabulla. Mi capacidad no da para más.

Necesito centrarme en este proyecto tan importante para mí, dedicarle todas mis fuerzas. Como no lo haga de esta forma, no conseguiré concluirlo y toda la ilusión que en él tengo depositada se me vendrá abajo. No deseo que eso ocurra, que bien sabéis que las ilusiones rotas son malas compañeras de camino.

Por lo expuesto, redacto esta carta para que me otorguéis un tiempo, el que necesito realmente. Son dos meses, de aquí a mediados de junio, no más. Aunque he de ser sincera con vosotros: el plazo de mi proyecto concluye a finales de mayo. Los últimos quince días que he sumado, la primera quincena de junio, tienen otro destino diferente: un viaje a Italia, del que prometo daros buena cuenta al regreso.

No voy a contaros ahora obviedades que sabéis, como que os quiero a todos mucho o que sois lo mejor que me ha pasado en los últimos años. Me va ser muy difícil pasarme sin vosotros, os lo aseguro. Incluso, no descarto la posibilidad de pasarme por vuestro blogs a leeros un ratito en algún momento que me quede libre.

Dejo abiertos los comentarios, pero no voy a responder. Desde ya, me centro en lo que debo y suplico a quien corresponda que me dé fuerzas para sacar este querido proyecto adelante.

Un abrazo grandísimo para todos.
Un abrazo grandísimo para cada uno de vosotros.