viernes, 24 de enero de 2014

SIEMPRE A LA BUSCA

Este aspecto tenía cuando escribí los poemas que transcribo a continuación. Hoy me he topado con ellos y, aunque están lejos de mi escritura actual, sigo coincidiendo con su mensaje de fondo: siempre buscándome. Supongo que nos pasa a todos en este trayecto de la vida. Solo la muerte corta nuestra eterna búsqueda: la de quienes fuimos y somos. Quiénes seremos no son más que hipótesis, de ahí que más vale cuidar el presente para que el futuro no nos defraude.
      Dada la antigüedad de los poemas (año 1978), esta que suscribe os pide un poco de condescendencia. Con 20 años era lo que daba de sí la mata. Por cierto, el segundo poema, Voy a la zaga de mí misma, fue mi primera publicación en una revista literaria que se publicaba en Murcia por aquellos años. Se llamaba Azahara y allí conocí a amigos que aún conservo.

BÚSQUEDA

Se me escapan las estrellas de los dedos,
he perdido las cuentas del rocío
y en mis labios no florecen las violetas.

Voy en busca de la huella de mis pasos.
Persigo mi sombra enaltecida.

Quiero hallarme en la intuición de soles,
en el claro murmullo del agua,
en la lucha humilde y laboriosa.

El camino se oscurece con brusquedad,
una espada me acecha en cada esquina,
el cansancio me pesa y aletarga.

¿Dónde están los días radiantes?
¿Dónde el estallido de pájaros en vuelo?
¿Dónde la estancia vislumbrada?

He de salir del oscuro laberinto,
crear con mis manos los paisajes,
sembrar con mis ojos los caminos,
descubrir la llave de la trampa que me tiene recluida.




VOY A LA ZAGA DE MÍ MISMA

Voy a la zaga de mí misma,
corro tras la huella de mis pasos,
busco la sombra de mi cuerpo,
me persigo ansiosamente en las tinieblas.

Una guerra brutal se ha declarado,
una esperanza escondida en una espada sin filo,
una lucha de estrellas y de soles,
un dolor de tierra traspasada por el árbol creciente,
una apreciación de la rosa como rosa,
un nomadeo del sentimiento en busca de su expresión.

No me busco si no es para encontrarme
en el universo de luz que mi corazón intuye,
en esa plenitud de vida que en mis sueños se dibuja,
en ese oasis de verdad que me aguarda al final de esta larga marcha.
No pretendo otra cosa que extraerme
de este pozo inconcluso que me encierra,
despojar mis paredes de alimañas, 
reflejarme en el agua de un arroyo,
empezar a ser para aún más: seguir siendo.

Al final de este oscuro laberinto,
un sueño tengo reservado.
Al final, la luz espera.
  

Por último, no deseo despedirme por hoy sin anunciar que, ¡por fin!, he conseguido que las obras que tenía publicadas solo en formato electrónico en Amazon, estén también en papel. Lo he hecho a través de la página de CreateSpace y aseguro que, por pocas, pierdo la razón. 
    Aunque voy a dejar los enlaces a las dos novelas y al poemario de manera permanente en la columna derecha del blog, en esa vitrina donde se agrupan libros, publicaciones, páginas de interés, blogs e informaciones diversas, no me resisto a colocarlos al final de esta entrada. 
     Me ha costado mucho esfuerzo, pero ya están en el mundo tangible y eso es lo que cuenta. 
     A quienes me pedían el papel, ya no les queda excusa.
  
Enlace a La historia de los mil nombres

  
Enlace a Aroma de vainilla

martes, 14 de enero de 2014

LAS SORPRESAS MARAVILLOSAS QUE DA LA VIDA

Los seres que se esconden tras el mundo virtual dan en ocasiones sorpresas de lo más agradable. Uno de estos seres es alguien muy especial, pero mucho, mucho. Se trata del dibujante Ximo Segarra, una persona llena de talento, fino ingenio y buen humor, que diariamente nos saca unas sonrisas a quienes lo queremos (advierto que una vez que se lo conoce, crea adicción). Si ya le tenía un gran cariño sin conocerlo en persona, el mismo creció cuando nos encontramos cara a cara en la presentación de Linaje oscuro en Valencia el año pasado. Es tan generoso, tanto, que se bajó desde Castellón a Valencia para asistir a aquel acto entrañable en el Bibliocafé que aún conservo muy vívido en la memoria. Me encantó conocerlo y sentí circular la empatía entre ambos como una corriente benefactora. Porque Ximo es tal y como se muestra en las redes sociales, pero elevado al infinito, así que desborda simpatía, amabilidad, talento y educación.
      Pues bien, ayer tarde me llevé una sorpresa que le puso luces a un cielo grisáceo. Nada más y nada menos que la simpática viñeta que podéis observar a la izquierda con esa frase de mi autoría. Cuando me enteré por Facebook que la había sacado en su blog, la emoción me invadió entera, y aún la mantengo, que estoy como una cría con zapatos nuevos con esta preciosidad que me ha regalado.
      Tan, tan contenta me puse que corrí (ayudada por él, claro, que obvia es mi torpeza y patente su generosidad) a cambiar mi foto en los diversos perfiles de la red. Y ahora luzco en ese cuerpo grácil (quién lo pillara) que huye de los abismos corriendo (eso sí que lo hago casi a diario). Me encanta esta nueva imagen: transmite dinamismo o, dicho más vulgar, carreras continuas, un no parar un segundo. Como le comenté a Ximo, esa actitud, como la frase que él eligió, me definen bastante bien en el instinto para huir de lo malo y transformarlo en algo medianamente potable a través de la palabra. Porque ahí está siempre el lado oscuro chincha que te chincha a ver si me abate, el muy...
      Pero ya es hora de que os deje el enlace de este dibujante genial, de humor muy fino e inteligente, de ternura manifiesta y espíritu positivo. Junto a él, los días se hacen más llevaderos y se le agradece su compañía y todo lo que nos regala a través de Twitter, Facebook y su blog planetario, Un planeta llamado Acapuque os aconsejo visitar, Seguro que, una vez allí, en cuanto visitéis un par de entradas, nos queréis salir de él.
      Y como estamos en días de sorpresas, esta mañana me he llevado otra gratísima, cuando Ana, Anusky en estos mundos virtuales, ha reproducido la viñeta en su blog El mejor momento es ahora. A Anusky también tuve la suerte de conocerla en persona a consecuencia de la presentación de Linaje oscuro en Madrid. Anusky es de las primeras amigas de este blog, si no la primera, así que me emocioné mucho al fundirme con ella en un sentido abrazo. Le tengo un grandísimo cariño y espero y deseo que sea consciente de él. Llevamos años juntas y esto es ya como un hermanamiento a distancia. Quizá por esa confianza que da el no tener que demostrarnos nada la una a la otra es por lo que el vínculo se ha hecho sólido y lo que nos preocupa a ambas es que nos vaya bien y seamos felices, al margen de comentarios y visitas (de ahí lo de hermanamiento).
      Me siento afortunada con amigos tan entrañables, a pesar de los abismos y amenazas que día a día la vida presenta. Os quiero, chicos. 

jueves, 9 de enero de 2014

PARÍS, SIEMPRE PARÍS

Detalle escultórico en el puente de Alejandro III, París
(Fotografía de Isabel Martínez Barquero)

París es sin duda una de las ciudades más hermosas del planeta. Goza de eso que los franceses llaman charme, así como de una larga tradición artística y literaria. Es una urbe inmensa, seguramente incómoda para vivir en ella si no se está forrado; pero resulta deliciosa para los visitantes ávidos de belleza.

La primera alegría de este año recién nacido ha venido con ecos parisinos. En el número 3 de la revista Acantilados de Papel, junto a buenos amigos, participo con una reseña sobre el libro titulado París, publicado en 2012 por MAR Editor, en el que tengo el orgullo de tener incluido un relato de mi autoría (Eliane). La revista, íntegra en este número 3, está dedicada a la ciudad del Sena. En ella se pueden leer poemas, relatos y artículos relacionados con París. Es digital, de descarga gratuita y proporciona un buen rato de amena lectura. Os dejo aquí el enlace para que podáis leerla en línea o descargarla en vuestro ordenador.
Los días iniciales de enero siempre están cuajados de promesas, de esperanzas aún no rotas, de expectativas y fe en nuestra posibilidades, de voluntades encauzadas a conseguir el sol, la luna y las estrellas. En mi caso, como estoy hecha del mismo barro humano y me niego a la inacción, ando metida en varios proyectos y apenas me queda tiempo libre. Ya llevo así meses: muy embebida y concentrada. Y en este estado pretendo perseverar, pues es de mi gusto que la cabeza me bulla y los dedos me echen chispas. Como indica Eloy Tizón en uno de los relatos de ese magnífico libro titulado Técnicas de iluminación: «Uno solo puede hacer algo bien obsesionándose con ello» Y es que «(...) escribir (...) es estar más despierto de lo normal. Un espasmo de lucidez recorre todo, nos sacude el sistema nervioso con una sobrecarga de vitalidad, de plenitud, de audacia, de algún modo hay que canalizar toda esa energía dispersa y un tanto alucinógena que desborda la conciencia. De la euforia molecular hasta el folio».

Si no se me tuerce nada por lo complicado que me está resultando, pretendo sacar en papel las obras que tengo en Amazon. De momento, ando liada con la novela Aroma de vainilla, a ver si a lo largo de enero consigo que esté en el mercado. Trabajo duro para que así sea.
Aparte, acabo de concluir un nuevo libro de relatos que está en el reposo preceptivo y he iniciado una nueva novela.
En conclusión: me falta tiempo, necesito días de cincuenta horas y cuerpo de héroe que resista sin apenas dormir.
Lógicamente, toda esta actividad me ha llevado a efectuar los oportunos reajustes de tiempo y, en los mismos, es el blog el que va a ceder una buena parte. No es necesario publicar aquí muy a menudo; basta con hacerlo de vez en cuando, de forma espaciada y siempre que apetezca. Existe ya un buen fondo de armario en este Cobijo y, además, están mis libros para quien los quiera leer, por lo que no me es prioritario un ritmo regular de entradas. Quien desee encontrarme, sabe dónde hacerlo: tanto cuando inicié esta página como ahora estoy en mis escritos. Por lo que se refiere a los amigos de este medio virtual, ya los considero de confianza absoluta, así que, como en la vida real, no es preciso visitarse continuamente: basta con saber que se está ahí, apoyando y aupando, presente cuando las circunstancias lo aconsejen. 
Detalle escultórico en el puente de Alejandro III, París
(Fotografía de Isabel Martínez Barquero)

Por cierto, y hablando de este Cobijo, a punto he estado de cambiarle el nombre, de quitarle la palabra "desalmada" que tantas chanzas provoca y ha provocado. Iba a titularlo El cobijo de Isabel Martínez Barquero; pero en el último momento me he frenado, pues bien sé yo que es mi cobijo particular y se abrió para acoger mi desalmamiento de entonces o falta de tiempo para escribir, hoy cada día más inexistente por fortuna, que ando más almada y armada, aunque más desperrada (pero no me quejaré de las consecuencias de la conquista de tiempo, que sarna con gusto, no pica). No obstante lo dicho anteriormente, me he acostumbrado a este título que más tira para atrás que atrae y me veo incapaz de jubilarlo, pues le he cogido apego. Por otra parte, quien llega a las orillas de esta página a pesar de su nombre, lo intuyo libre de prejuicios, valiente, paradójico, no seguidor de las meras apariencias... No cualquiera se adentra en territorios de desalmados si es un ñoño o flojo de carácter.

Detalle escultórico en el puente de Alejandro III, París
(Fotografía de Isabel Martínez Barquero) 

Sin más por hoy, abrazos de esta que fue desalmada y cada vez lo es menos.
Detalle escultórico en el puente de Alejandro III, París
(Fotografía de Isabel Martínez Barquero)