En el número 2 de la revista Scribere, nacida al amparo de la Escuela de Formación de Escritores (EFE), en la que tengo el orgullo de estar y donde imparto un taller de iniciación en el relato, aparece publicado un pequeño artículo sobre el proceso creativo de mi última novela publicada: Diario de una fuga.
Transcribo aquí el indicado artículo:
En
el otoño de 2009, mi vida era un caos: jornadas de trabajo maratonianas y, en
mi mente, la necesidad imperiosa de escribir unida a la escasez de tiempo para
hacerlo. Cuando tenía unos minutos libres, estuviera donde estuviera, extendía
sobre cualquier papel o sobre las hojas del pequeñísimo bloc que siempre llevo
en el bolso, unas cuantas líneas que me calmaran. Pero aquellos trazos escritos
a vuela pluma no me apaciguaban, sino que, por el contrario, instigaban más mis
ganas de escribir, de explayarme en todo aquello que bullía en mi interior y me
pedía con furia una salida. Porque pronto me di cuenta de que todos aquellos
textos independientes tenían una unidad temática y podían emanar de una sola persona,
de un personaje que crecía en mi espíritu sin consideración alguna a las pocas
horas que conseguiría dedicarle. La frustración planeaba sobre un proyecto que
ni había nacido.
No obstante, a veces el azar nos premia de la manera más
insospechada. Eso me ocurrió a mí a finales de febrero del año 2010. Una serie
de circunstancias —que cualquier persona consideraría funestas— me abocaron de
lleno a la escritura. Feliz por disponer de tiempo para dedicarlo a lo que
siempre había ansiado, en marzo del citado año 2010 estaba escribiendo como una
posesa Diario de una fuga. Los textos
de los meses anteriores, no más de una docena de folios deslavazados, fueron el
punto de partida sobre el que comencé a construir la novela. A mediados de mayo
de ese mismo año 2010, ya la tenía escrita. Algo más de cuatrocientas páginas
palpitantes.
Como tengo por costumbre con todo lo que escribo, dejé a la
novela reposar unos meses y, en febrero de 2011, comencé su corrección y
revisión, templados los ímpetus iniciales. A lo largo del citado 2011, la pulí y
comencé a luchar por ella en una época de profunda crisis económica que no
favorecía en nada las aventuras literarias de una escritora prácticamente
desconocida.
Y la lucha por publicarla no ha cesado desde entonces. Ha
sido en este año 2015 cuando afronté una nueva revisión que me llevó a suprimir
bastantes páginas, con lo que se quedó en las 335 actuales.
Tras una buena cosecha de negativas, he tenido la
suerte de que Diario de una fuga le
interese a una editorial que se ha ganado mi confianza absoluta. De momento, no
pueden publicarla hasta bien entrado el año 2016 (si no surgen nuevos
retrasos), de ahí que me hayan dejado vía libre para que la saque en Amazon en
versión digital. Hasta que llegue el momento de verla impresa, me contento con
su salida en Amazon, un termómetro que nos dirá si la novela tiene una buena
acogida y gusta a los lectores. ¡Ojalá sea así!