En estos días tristes donde el fanatismo nos ha robado la sonrisa, manifiesto mi más profunda repulsa hacia cualquier manifestación de terrorismo. Soy de natural tolerante con cualquier creencia, religión o postura; pero jamás podré tolerar a los no tolerantes, a los que no respetan la vida ni la opinión distinta de los otros.
Acorde con los sentimientos de impotencia y tristeza que me embargan, les dejo un poema de Gustavo Figueroa Velásquez que me ha estremecido al leerlo:
No muere la primavera
No muere la primavera
en el estiércol de los odios,
no se apaga el verso de la vida
en la inesperada noche
de las bestias asesinas;
no se desgarra la carne
aunque florezcan sin cesar
los claveles rojos de la muerte.
En la noche de los gritos,
del horror y la locura,
se estremece el alma,
La Ciudad Luz no se arrodilla
y la noche no es noche,
es un negro crespón
con un beso imperceptible
sobre los claveles rojos de la muerte.
No muere la primavera
sobre el azul mediterráneo,
la paz no duerme tranquila
sobre el blanco de la pureza,
sobre el asfalto álgido,
de aquella noche aciaga,
el rojo es sangre de inocentes.
¡No muere la libertad
en la noche de las bestias!
Gustavo es un colombiano que vive en Suecia y goza de una gran sensibilidad. Administra el blog Contrastes, cuyo enlace he dejado por si alguien quiere saber más de él.
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Nota.- Como ya comentaba en la entrada anterior, ando algo disminuida por culpa de mi espalda, la cual se ha independizado y, por su cuenta y riesgo, me ha declarado la guerra. De momento, me tiene sitiada; pero espero ganar esta guerra que ya se extiende más de lo prudente. Por su culpa, aguanto poco frente al ordenador, con lo que ando desnortada al no poder escribir cuanto quisiera.
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Nota.- Como ya comentaba en la entrada anterior, ando algo disminuida por culpa de mi espalda, la cual se ha independizado y, por su cuenta y riesgo, me ha declarado la guerra. De momento, me tiene sitiada; pero espero ganar esta guerra que ya se extiende más de lo prudente. Por su culpa, aguanto poco frente al ordenador, con lo que ando desnortada al no poder escribir cuanto quisiera.