jueves, 16 de febrero de 2017

DE FLOJOS, PILLOS Y HONORABLES


Pienso que nunca escarmentaré. Me fio de las personas siempre y, luego, pasa lo que pasa. Quizá es que sigo aquellas viejas sentencias visigodas: «que la mano se atenga a la mano», «busca tu confianza donde la dejaste». También la frase hermosa contenida en el Ordenamiento de Alcalá (creo recordar que es de ahí, si no me falla la memoria) que indica que «de cualquier manera que el hombre se obliga, queda obligado», y que no hace más que recoger la buena fe que debe regir las relaciones humanas. 
Pero cada vez se incumple más la palabra dada. El hombre de la sociedad actual solo se siente obligado si media un contrato escrito y firmado. A diferencia de otras épocas, y a excepción de los pícaros, que siempre los ha habido, la memoria de los compromisos asumidos verbalmente es nula; la honorabilidad, escasa. Hoy nadie se siente constreñido por su propia palabra. Y así nos va.
Me freno, porque no intento emitir juicios de valor sobre el comportamiento generalizado, con honrosas excepciones por fortuna. Si he metido toda esa palabrería periclitada en los tiempos presentes, es para dejar constancia de mi decepción en algunos ámbitos, como el editorial y todos sus aledaños. Creí en unas palabras y saqué una novela solo en formato ebook, tal y como me aconsejaron esas palabras que entonces las estimaba como sinceras. Como el tiempo pasaba y pasaba (un año y medio nada menos desde la publicación digital), a principios de este año pregunté que si iba a haber publicación impresa. Y claro, la respuesta fue la que ya me temía desde unos meses atrás, la negativa monda y lironda.
¿Qué hacer con una novela ya publicada en ebook en Amazon? Una novela por la que siento un cariño especial, pues en ella se recoge todo mi amor por la literatura, donde estoy presente mucho más que en otros escritos míos precisamente por ese amor que rezuma. Una novela muy personal, a la que siempre he deseado darle todos los mimos del mundo. 
Medité durante unos días de forma desapasionada. Sabía que debía sacarla pronto; bastantes esperas llevaba aguantadas. La novela ya estaba perjudicada al haber sido publicada en Amazon, por lo que debía buscar una editorial que la publicara solo en formato impreso. Ardua tarea si se conoce el panorama español, ya que las editoriales pueden tardar muchos meses en responder, si es que se dignan a responder. Pensé en las agencias literarias, otra cuesta casi insalvable, pues actúan de modo muy parecido a las editoriales. En estas andaba cuando se me cruzó en internet un artículo de una persona que se anuncia como agente literaria. No lo pensé dos veces y le escribí. Me respondió rápido y estuvimos diez días con cruces de correos electrónicos. Parecía que íbamos a entendernos, le interesaba la novela. Incluso hablamos por Skype. Todo rodaba. Sí, todo marchaba de maravilla hasta que me pasó su prepuesto. Nada más recibirlo, ya supe que hasta ahí habíamos llegado, porque esa persona solo era una pretendida agente literaria: no se puede pedir por un agente antes de publicar el libro una gran suma de dinero, y digo gran por el hecho de que así fue, no una cantidad testimonial para comenzar a rodar, que es lo propio del sector. Estaba muy claro que esa vía era una autopublicación encubierta. La agente justificaba su precio con sus contactos, como si no se acudiera a ella precisamente por ellos. Después, investigando por mi cuenta, observé que sus tratos eran con editoriales pequeñas, sin apenas distribución y con una amplia tendencia a la autoedición y coedición. Negocio redondo: yo te traigo autores que se pagan su edición, me llevo parte del pastel ahora y, después, ambos ganamos por las ventas de libros. Para eso no necesito un agente, está clarísimo, me voy directa a editar sin buitres que se ceben en mi trabajo. Como soy educada y me repugna la violencia, incluso en las formas, le dije lo que pensaba con buenas palabras, ya con la cabeza puesta en otro camino, el camino que he elegido, con buenas personas, profesionales, honradas y claras, a las que conozco desde hace años gracias a estos mundos virtuales, incluso personalmente a algunas de ellas. Personas generosas que siempre me han tratado de maravilla sin tener con ellos ninguna vinculación comercial o de interés, que me han hecho entrevistas en su página, que me invitaron para ir a firmar a la pasada Feria del Libro de Madrid. Se trata de MundoPalabras. Y ya andamos trabajando en la novela para que pronto pueda estar disponible. Existe confianza mutua, ¿qué más se puede pedir? 
Mientras escribía estas líneas, he recordado que hace tiempo saqué una entrada sobre la confianza. La he encontrado y refrendo todo lo que ella contiene, incluida mi devoción por Irène Némirovsky, una grandísima escritora. 
Así que, si no pasa nada, en breve me emocionaré con la edición impresa de Diario de una fuga y lo anunciaré a los cuatro vientos, que el contento suele ser muy escandaloso.

También ando contenta estos días por otros motivos literarios. En este mes ha salido la nueva novela de Luis Landero, La vida negociable. Para mí, siempre es un acontecimiento leer a Landero. Nunca me defrauda. Y voy leyendo la novela con cuentagotas, para estirar el placer. Ay, lástima que ya me queda muy poco para concluirla.
Descubrí a este autor a finales de 1989, cuando sacó su primera novela: Juegos de la edad tardía. Desde entonces, no me pierdo una obra suya. 
Hablando de Landero, recuerdo una anécdota de junio pasado, cuando estuve en la 75 Feria del Libro de Madrid. Firmé un viernes y, al día siguiente, sábado, íbamos mi marido y yo paseando, viendo y comprando libros por las casetas, cuando en una de ellas estaba él, Luis Landero en persona. Me empezó a palpitar muy fuerte el corazón. Allí estaba él, con su traje claro y ese hablar que ya le conocía de vídeos. Conversaba con un lector mientras le dedicaba un libro. ¿Qué hacer? Todos sus libros los tengo y no llevaba ninguno encima, de manera que no tenía excusa para el acercamiento. Por otra parte, debía guardar cola. Al final, venció la timidez y me alejé, contenta al menos de haberlo visto tan cerca. Si el aire llevaba parte de su talento, habíamos respirado el mismo aire a escasos dos metros de distancia.


Por último, me despido anunciando que el próximo jueves, día 23, a las 19,30 horas, estaré con Aroma de vainilla en la Biblioteca El Carmen de Murcia, Alameda de Capuchinos, 32. 
Dejo el anuncio por si alguien desea asistir, aunque bien sé que muchos de los lectores de este blog no sois de Murcia. Pero como nunca se sabe o, al menos, yo no sé quien se acerca a esta página, lo dejo dicho por si acaso.


Nota.— Redacto esta nota una hora y media después de sacada la entrada, y es que acabo de recordar una reseña preciosa de Linaje oscuro que hizo Francisco Rodríguez Mayoral en su blog El rincón del nómada. Y es que la vida da de todo, bueno y malo.

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