Museo del Louvre, París
(Fotografía de Isabel Martínez)
(Fotografía de Isabel Martínez)
Relojes, o tablas, mesopotámicas del siglo XIII o XIV antes de Cristo (Museo del Louvre. París)
La eternidad es un segundo. ¿Aguantaremos tantos siglos?
Museo del Louvre, París
(Fotografías de Isabel Martínez)
¿La vida como aspiración a saber o como aspiración a dejarse llevar? ¿Quién es más sabio? ¿Quién es más feliz?
En todo caso, algo se mueve y, sin manifestarse, es percibido: hambre, hambre de eternidad, la mayor de las pasiones.
Yo, poquito, pero bueno que "lo bueno, si breve, dos veces bueno"
ResponderEliminarComo tu post de hoy.
Borges en su "Historia universal de la infamia" termina uno de sus relatos,"El misterioso", con esta frase: "Desconocedor feliz de la muerte, un gato de lo más ordinario lo rondaba con cierta perplejidad". Estas palabras de Borges siempre me han hecho pensar qué felices son los que se dejan llevar, los que se hacen pocas preguntas,los gatos, y cuanto más ordinarios mejor. Lo siento, tú no eres así.
ResponderEliminarUn abrazo.
No me siento capaz elegir. Pienso que se puede alcanzar la sabiduría mientras fluyes. Pero claro, esta pregunta habría que desmenuzarla concienzudamente, no creo que todo el mundo la entienda igual. Se me ocurre que muchas veces, cuando nos asaltan problemas existenciales que nos vemos incapaces de resolver, la sabiduría está en esperar, fluir y esperar (¿dejarse llevar?) mientras observas; la respuesta suele estar más adelante. Y que, por el contrario, ansiar una pronta respuesta puede llevarnos al equívoco.
ResponderEliminarQue el hambre de eternidad es la mayor de las pasiones, no me cabe duda.
Genial, amiga Isabel, nos has hecho pensar.
Un abrazo.
Si tuviéramos un poco de las dos cosas, ese equilibrio (imperfecto siempre)entre: un afán por saber y al mismo tiempo que los raíles de la vida te lleven por una búsqueda continua, suave y serenamente...
ResponderEliminar¿De verdad te vas o es una metáfora? Porque yo llevo tiempo planeando mi viaje a un lugar maravilloso como Siria, por ejemplo.
Isabel, muchos besos,
Sin duda uno de los mejores destinos posibles. Besos. Buen fin de semana.
ResponderEliminarEl hambre de eternidad es nuestra mayor tristeza, porque la inteligencia sabe que no existe alimento que la sacie.
ResponderEliminarLa eternidad el fragmento de segundo en que te escribo, éste minúsculo momento y mas pequeño aun.
ResponderEliminar¿Qué si aguantaremos?, mi pregunta es ¿quien creo qué soy ? Soy los hidrógenos y los oxígenos de aquellos que estuvieron viviendo en este mundo antes que yo; ellos en un acto de Amor supremo y milagroso , a través de mis padres hicieron el prodigio de estar aquí( yo elegí el papel , en Andromeda), el traje de Felícitas Laura y sus consecuencias.
Hend Abdel Ald, una amiga Enfermera de Alejandría, sufí no integrista sino filósofa , hablando de la vida, le gustaba poner el símil del agua cuando se refería a la vida.
El agua puede ser una gota, puede ser un torrente, un océano, siempre moldeable; puedes remar de una orilla a otra de un río o puedes dejarte ir; puedes poner agua en un vaso y beber de ella o puedes sumergirte en el mar y cubrirte con sus aguas.
La decisión de que hacer con el agua- con la vida- eres siempre tú quien la tienes que tomar y de esa decisión deviene la sabiduría y la felicidad.
Abrazos transcencentes
Bellísimas tablas. Trascendentes preguntas.
ResponderEliminarBuen sábado
Un beso
Hambre de eternidad... en eso se envuelve la vida y las pasiones. Muy cierto!!!!!
ResponderEliminarUna belleza esas piezas arqueológicas.
Un fuerte abrazo.
Lo bueno, si breve, dos veces breve..
ResponderEliminar.-)
dos preguntas incontestables si no se quiere caer en lo absurdo de lo real
ResponderEliminarLas dos subyacen en nuestro pensamiento oculto
Interesantes fotografías
Saludos
El mundo está lleno de seres raros, de esos que se hacen preguntas. Después de divagar se preguntan qué es la felicidad. El sabio para mi es el que es feliz, así que nada, un abrazo a mis amigos felices y poco preguntones.
ResponderEliminarEn cuanto al tiempo. Volvamos a unos sabios gallegos: ¿Qué es la nada? ¿Qué es la eternidad? ¿Somos alma? ¿somos matería? o somos sólo fruto del azar. Los Siniestro Total tenían hambre de eternidad. Ellos tienen un reloj que se mueve al ritmo de la vida.
Salud Isabel.
Quisque
El joven piensa; el anciano siente...el placer de los pequeños momentos.
ResponderEliminarEse soy yo, amiga mia.
Un enorme y cariñoso abrazo
Nadamos en la abundancia: Frente a nosotros se despliega mucho mas conocimiento del que en cien vidas seriamos capaces de asimilar, pero nos sentimos perdidos ante esa perspectiva.
ResponderEliminarDeseamos lo que no podemos tener y somos incapaces de gozar de aquello que ya nos pertenece.
Ninguna eternidad podrá saciarnos si no aprendemos a amar nuestro tiempo.
Tus palabras, Isabel, como siempre magníficas.
¡¡¡Buen viaje!!!
ResponderEliminarHay qué contestar ahora..? O cuándo vuelvas...? ja,ja,ja,....
Mira que haces unas pregunticas, harto interesantes..."hambre de eternidad"...¡¡Madre mía..!!
Hoy no estoy yo para estos trotes..Pero sí, me gustaría comerme el futuro de todas todas.
Besicos.
Es cierto que el hambre inicial es hambre de eternidad. Pero luego uno piensa como pensó el gran, excelso Cernuda, y dice: "Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios." La eternidad está muy bien pero cansa un poco. Un gran abrazo, amiga.
ResponderEliminarBuenas preguntas las tuyas a las que no sabría contestar, como dice Ramón, la eternidad cansa un poco, yo diría que demasiado.Besos guapa.
ResponderEliminarMaría Jesús y Lanita, breve es ciertamente.
ResponderEliminarLo bueno, bueno es, sea breve o amplio, no mejor por ser más breve.
Muchos besos.
Qué rabia no ser un gato, querido Thornton.
ResponderEliminarMe temo que tú tampoco lo eres.
Mercedes, tu respuesta es sabia, no me cabe la menor duda. Porque cuando no se halla una respuesta no hay que empeñarse en conseguirla. Surgirá cuando corresponda, con el fluir al que te refieres.
ResponderEliminarBesos, querida amiga.
Querida Virgi, somos duales e imperfectos, ¿verdad? Menos mal, porque si no fuera así, la vida sería aburridísima.
ResponderEliminarAyer sí que me fui realmente, pero a 150 kilómteros de donde vivo, a celebrar que cumplía medio siglo un buen amigo.
Qué viaje planeas, a Siria nada menos. Debe ser fascinante. Si lo haces, ya me contarás.
Un fuerte abrazo.
Suso, sí que es un buen destino, entre el Tigris y el Eufrates. Cuna de culturas. Entre ellas, la nuestra.
ResponderEliminarBesos y buen domingo también para ti.
Arobos, nada sacia el hambre de eternidad porque, en el fondo, es vanidad. Y la vanidad no se sacia nunca.
ResponderEliminarLaura, muy acertado tu comentario, porque es hermoso ver la eternidad en cada instante, es profunda esa visión de sabernos parte de un todo que rueda y rueda sin cesar.
ResponderEliminarNo tengo conocimientos sufíes, pero te entiendo.
Besos, amiga.
Carmen, Felipe y Salvador, sí que son bonitas esas tablas. Del mismo estilo que el documento legal más antiguo del que se conserva memoria, el Código de Hammurabi, también en el Louvre.
ResponderEliminarBesos.
Quisque, es que somos unos preguntones y así nos va. Si no nos diera por preguntar y sí por vivir.
ResponderEliminarComo decía Rilke, no hay que entender la vida y entonces será como una fiesta.
Besos que vuelen hasta Barcelona.
Cornelivs, profundo tu aserto.
ResponderEliminarEs así, conforme avanzamos en la vida, menos preguntas formulamos, al menos en voz alta. Bien sabemos que no tienen respuesta.
Un fortísimo abrazo, querido amigo.
Gaia, tal vez si los componentes de esta raza que llamamos humana no fuéramos unos eternos insatisfechos, no habríamos avanzando tanto y seguiríamos en las cavernas.
ResponderEliminarBenditas preguntas, bendita curiosidad y bendito afán de perfección (que sabemos que no conseguiremos nunca).
Besos.
Jajaja, Cabopá. Cómo me has hecho reír. Es que a veces nos ponemos tremendas, ¿verdad? Y no siempre estamos para esos trotes.
ResponderEliminarEstoy a medio regresar de Mesopotamia, porque los de mi conexión de red deben andar de pruebas y estudios geográficos diversos (a ver si por fin se enteran que Murcia no es Elda y no pertenece a la comunidad valenciana). El caso es que me tiran cada dos por tres y acudir a algún blog e, incluso, a mi propio blog empieza a ser una auténtica heroicidad.
Besicos murcianos.
La eternidad debe ser una castaña, Ramon, aunque nadie ha atestiguado a favor o en contra.
ResponderEliminarEn todo caso, todavía no quiero irme donde habite el olvido. Con Cernuda, sí, siempre. A perderme en ese poema hermosísimo, siempre. Que sepas que es uno de mis favoritos de Don Luis, como aquel de "libertad no conozco, sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío, alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina..." Cito de cabeza, así que no me acuerdo donde acaba y empieza cada verso, pero ahí está con su hermosura.
Petons, querido amigo.
Geni, la eternidad debe cansar mucho. Ella, tan eterna, y nosotros tan variables... Mal maridaje.
ResponderEliminarPetonets, maca.
Qué interesante.
ResponderEliminarwww.lamansiondelpoeta.blogspot.com
Si, como dice Maríajesus, y repitiendo a Goethe: "Poco y bueno". Pero Borges: "Quién no tiene el albur de vivir eternamente" (no es literalmente así, creo).
ResponderEliminarDe tal manera, con qué nos quedamos?
"La eternidad es un segundo..." Pues me quedo con él, por si veo nacer otras estrellas en tus ojos. Espero que en esa eternidad pueda descifrar tus constelaciones y saciar esa hambre de seguir aquí, segundo a segundo...,hoy.
ResponderEliminarBesos, mirándome en ti.
El ser humanao es banidoso... y lucha por la eternidad.
ResponderEliminarAunque ser siempre un referente ya sin vida para intentar que otros te sigan... es una pesadilla.
Es preferible leer un libro disfrutando de cada parrafo, intentando ser lo más feliz posible y cuando se llega a la últimama hoja se cierra y permancer sumido en una paz eterna...
Un momento emotivo encontrarte en mi espacio.
Un abrazo de azucenas para ti.
María del Carmen.
Pármulo, gracias por pasarte por aquí.
ResponderEliminarUn saludo.
Darío, no sé qué es mejor. Si lo supiera...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLunska, siempre hay que apresar el segundo presente, el único cierto que tenemos. Tú lo sabes mejor que nadie.
ResponderEliminarGrandísimos abrazos, querida amiga.
Gatita, sí que la eternidad puede convertirse en pesadilla. Seguro que es la recurrente de los más vanidosos.
ResponderEliminarAbrazos, María del Carmen. Ha sido un placer conocerte.
Querida Isabel: La Mancha se ha quedado triste con tu partida. Me ha encantado compartir contigo esas horas de charla y recuerdos. Espero que nos veamos pronto y que podamos seguir adentrándonos en los corazones templetilleros y desalmados, Besines
ResponderEliminarYa ves, como en el comentario de Thornton encuentro la palabra justa de mi escritor amado.
ResponderEliminarVeo en estas pequeñas afinidades el secreto que nos une en los blogs, el que a mí me gusta, cada cual con su edad y su lugar, todos uno.
Disfruta mucho del viaje, querida Isabel. ¡Qué envidia!
ResponderEliminarAprende todo lo que puedas y después cuéntanoslo mejorado con ese verbo tuyo por el que me dejo llevar.
Un abrazo.
No encuentro tu correo electrónico en tu página, por eso te hablo mediante este comentario, que puedes borrarlo cuando lo leas.
ResponderEliminarLo que te quiero decir y a todos los que habéis tramado eso de LA SEMANA DE... es que llevo todo el día con sonrojos en la cara de tantos elogios, que es agradable sentirse leído y que guste lo que uno hace. Gracias por vuestra elección y algo me inventaré en mi blog para agradecéroslo. Un abrazo.
(Mi correo es arobos@terra.es)
Sin duda, el saber, por doloroso que sea. Tampoco me parece incompatible con la felicidad, si es la que se consigue con la sabiduría. Son maneras de ser feliz, que hay muchas, una por cada ser humano.
ResponderEliminarNo querría yo la eternidad, que sería aburrida, pero un par de vidas más, a lo mejor no pondría muchos reparos.
Templetillo, amigo, fue estupendo conocerte. Nos veremos, de eso no cabe duda.
ResponderEliminarUn millón de besos y gracias por pasarte por este cobijo para desalmados.
Templetillo, con los amigos que compartimos... Qué lujazo.
ResponderEliminarQuerida Emey, me pasa como a ti. Veo, huelo, respiro y toco ese espíritu. Da igual que sea de un lado o del otro del Atlántico. Es indiferente la edad, la ocupación. Es el lenguaje, el maravilloso lenguaje que tantos no nos entienden y a nosotros nos une y nos hace sonreír en comunión.
ResponderEliminarAy, José, mi gran José Lorente, ya quisiera que el viaje fuera real. Pero, por fortuna, la mente se va de viaje cuando le viene en gana y se me fue por aquellos parajes y estuve con Darío, rey de los persas, con sacerdotes astrónomos, con guerreros vedi-azules, con toros con caras de hombres que tutelaban puertas ciclópeas...
ResponderEliminarDe ilusión también se vive, aunque sea un tópico.
AROBOS, de borrarte nada de nada.
ResponderEliminarMe encantan esos sonrojos, y los que te quedan, amigo.
Un besazo y ahora te escribo.
Clares, estoy contigo. Siempre el saber, aunque duela, porque tú y yo somos de las raras, de las que somos felices aunque escueza.
ResponderEliminar¿Sabes? Creo que llevas razón. Tal vez la eternidad sea un engorro. Pero, como dices, a tres o cuatro vidas más no le haría ascos. A lo mejor hasta me daba tiempo de leer todos los libros que llevo atrasados.
Qué coco más bien amueblado tienes. Cómo disfruto contigo.
Besazos, resalá.
Sentimos nostalgia de la eternidad y buscamos recuperarla. ¿Sentimos nostalgia de algo que ya hemos vivido y que,¡ por júpiter! no recordamos?!. ¿Será que la eternidad nos necesita para ser encontrada?.
ResponderEliminarAnda, otra vez preguntando. pero me siento feliz de leerte, de tus reflexiones yde los comentarios tan interesantes.
Besos
Ay, las preguntas, querida Tati. Creo que nunca nos libramos de ellas.
ResponderEliminarBesos, amiga.
Yo tuve que elegir, no tenía mucho tiempo,el museo es muy grande, y escogí la Victoria de Samotracia: la belleza que perdura a través del tiempo, la gracia del gesto, la apertura al mundo, y el hambre de ser invisible, de desaparecer.
ResponderEliminarGracias por invitarme a tu blog,
Pepa
Un placer que andes por aquí, Pepa-Nora.
ResponderEliminarAnte la Nike alada, la maravillosa Victoria de Samotracia, se me escaparon las lágrimas de pura emoción. Sin duda, no debe dejar de verse en el Louvre y, de hecho, fue lo primero que quise admirar.
Un beso.