Lo miro. No me canso de mirarlo, de bucear en sus ojos, esos ojos vivos que asoman por los balcones de unas gafas de concha. Esa mirada clara que penetra inteligente mis ojos rendidos a su encanto. Esa frente alta que guarda manuscritos por todos sus compartimentos, esa boca sensual que se esconde tímida en el abrigo de la barba. Y sus manos, esas manos que confirman su figura alzada y enmarcan, como un cáliz, el triángulo con el que desea ofrecernos sus facciones.
Siempre lo miro en esta pose, siempre en el mismo marco rojo, un marco antiguo con una mancha igual de antigua que no le salta. Un marco del que se cansó mi madre cuando yo contaba diecisiete años. Sacó de él una fotografía de mi hermana en el día de su primera comunión y me lo regaló con esa actitud tan adulta de considerar un gran tesoro lo que su desprendimiento calificaba interiormente como estorbo y trasto. Nada más recibir ese marco, recorté y coloqué en él la fotografía que hoy perdura en el mismo sitio, una fotografía de periódico que atesoraba en una carpeta para que no se estropeara.
Han ocurrido muchas cosas en mi vida desde entonces. Han poblado mis espacios nuevos marcos. Pero éste, el más antiguo de todos, siempre permanece con el mismo contenido.
He soportado variadas y molestas mudanzas. Se me han roto decenas de marcos. Pero éste, el más antiguo de todos, siempre permanece incólume.
He esparcido mis libros y mis escritos en muchos despachos, en muchas habitaciones con vistas dispares. En todos ellos, en un lugar donde su vista se cruza con la mía, siempre ha estado vigilando este señor.
Algunas personas de las que han visitado mis casas a lo largo de los años, y que no lo habían tratado nunca, lo miraban y me preguntaban: «¿Tu padre?» Supongo que si alguna de ésas lo mirara ahora y me mirara a mí me preguntaría: «¿Tu marido? ¿Tu hijo?»
Siempre me acompaña. Siempre me mira cuando escribo. Mi madre, la misma madre que me regaló ese marco como si fuera un tesoro, ahora me dice: «Por favor, hija mía, tira ya esa reliquia con papel de periódico». No le respondo y cabeceo como si asintiera, porque considero que no debo dar disgustos a una mujer que supera con creces los ochenta años.
Y yo te digo, amigo que me acompañas desde siempre, que observas cómo escribo: «Uno habla con vos y es como si al mismo tiempo estuviera solo, y a lo mejor es por eso que uno habla con vos como yo ahora». Eres como los manuscritos que tú hallaste y que yo hallo en mis bolsillos, mi yo descuidado y juguetón, porque, «para ir pensando, no tenemos nombre», porque ambos tenemos miedo de encontrar un libro «con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen» y morir, porque ambos sabemos que lo absoluto «viene a ser ese momento en que algo logra su máxima profundidad, su máximo alcance, su máximo sentido y deja por completo de ser interesante», porque ambos jugamos un juego imposible y desprovisto de normas, un juego del que no deseamos salir nunca.
¡Ay, mi Julito!
Siempre lo miro en esta pose, siempre en el mismo marco rojo, un marco antiguo con una mancha igual de antigua que no le salta. Un marco del que se cansó mi madre cuando yo contaba diecisiete años. Sacó de él una fotografía de mi hermana en el día de su primera comunión y me lo regaló con esa actitud tan adulta de considerar un gran tesoro lo que su desprendimiento calificaba interiormente como estorbo y trasto. Nada más recibir ese marco, recorté y coloqué en él la fotografía que hoy perdura en el mismo sitio, una fotografía de periódico que atesoraba en una carpeta para que no se estropeara.
Han ocurrido muchas cosas en mi vida desde entonces. Han poblado mis espacios nuevos marcos. Pero éste, el más antiguo de todos, siempre permanece con el mismo contenido.
He soportado variadas y molestas mudanzas. Se me han roto decenas de marcos. Pero éste, el más antiguo de todos, siempre permanece incólume.
He esparcido mis libros y mis escritos en muchos despachos, en muchas habitaciones con vistas dispares. En todos ellos, en un lugar donde su vista se cruza con la mía, siempre ha estado vigilando este señor.
Algunas personas de las que han visitado mis casas a lo largo de los años, y que no lo habían tratado nunca, lo miraban y me preguntaban: «¿Tu padre?» Supongo que si alguna de ésas lo mirara ahora y me mirara a mí me preguntaría: «¿Tu marido? ¿Tu hijo?»
Siempre me acompaña. Siempre me mira cuando escribo. Mi madre, la misma madre que me regaló ese marco como si fuera un tesoro, ahora me dice: «Por favor, hija mía, tira ya esa reliquia con papel de periódico». No le respondo y cabeceo como si asintiera, porque considero que no debo dar disgustos a una mujer que supera con creces los ochenta años.
Y yo te digo, amigo que me acompañas desde siempre, que observas cómo escribo: «Uno habla con vos y es como si al mismo tiempo estuviera solo, y a lo mejor es por eso que uno habla con vos como yo ahora». Eres como los manuscritos que tú hallaste y que yo hallo en mis bolsillos, mi yo descuidado y juguetón, porque, «para ir pensando, no tenemos nombre», porque ambos tenemos miedo de encontrar un libro «con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen» y morir, porque ambos sabemos que lo absoluto «viene a ser ese momento en que algo logra su máxima profundidad, su máximo alcance, su máximo sentido y deja por completo de ser interesante», porque ambos jugamos un juego imposible y desprovisto de normas, un juego del que no deseamos salir nunca.
¡Ay, mi Julito!
"Historias de cronopios y de famas" es el libro que de él releo en algunas ocasiones. Hay relatos breves en ese libro que me atraen especialmente. No he leído mucho más de él, no me gusta especialmente; leí "Rayuela" y no recuerdo nada más, pero reconozco que es uno de los grandes.
ResponderEliminarVoy a empezar a creer en los pálpitos. Mira la casualidad, a las 10,06 te he escrito en mi blog una broma acerca de tu fotografía, y te decía que la había encontrado dentro de un libro: "Manuscrito hallado en un bolsillo". Y unas horas después tú escribes sobre Julio Cortázar y nombras el mismo libro. Ya me dirás.
ResponderEliminar¿Qué te hizo ser la presidenta de su club de fans?, tal vez La Maga, el título de su libro Rayuela, los cuentos. "Eso es amor, quien..."
Isabel,me creerías que me ha emocionado tu entrada sobre Julio Cortázar?
ResponderEliminarNo hace mucho hice una entrada sobre Rayuela en el que copie su capítulo 7.Era toda una gozada escucharle con esa voz tan peculiar.
Rayuela es lo más hermoso y transgresor que se ha escrito.
No abandones nunca ese marco con el genial Julio.
Un abrazo
Preciososísimo recuerdo a un escritor tan imprescindible como Cortazar.
ResponderEliminarMe ha encantado, Isabel
Un beso
A mi no me gustaba tanto Cortázar. Pero cuando indagué en su pensamiento, a través de una cátedra de Literatura Argentina, empecé, lentamente, un romance con su escritura. Me obsesioné, me compré libritos menores como "Divertimento". Como me pasa con Kafka, deseo que no se hubiese muerto, y siempre espero que aparezca algo perdido por ahí.
ResponderEliminarParece un imposible.
Después de ver un reportaje para la Tv española, simplemente quedé encantado con su calidez personal.
Está muy bien que tengas esa relación con la foto del recuadro rojo. Cortázar era, además de un alucinante escritor, un gran tipo, sin duda. Un abrazo.
Isabel, creo que el cuadro no va a ser nunca destruido porque el aura del gran Cortazar lo protegerá en las tempestades de los siglos...
ResponderEliminarYo lo descubrí con un relato "la continuidad de los parques" después seguí con "Instrucciones para darle cuerda a un reloj" y depués, no mucho después me compré varios volúmenes de sus obras completas. Es un lujo, un transgresor en su época y como dice Pulgarcito soñador, creo que debio ser un gran tipo. Con calidez.
Bonita entrada. Yo no consideraria a Cortazar ni tu padre, ni tu esposo, ni tu hijo ¿Qué tal tu amante? creo que queda más elegante.
Un fuerte abrazo.
Fumador.
ARO, ese libro que relees es una gozada, un auténtico juego de ingenio. Coges una página y lees al tuntún. Pilas puestas, sonrisa en cara. Esa es su magia.
ResponderEliminarRespeto tu falta de apego por "Rayuela". En mi caso, ¿qué quieres que te diga? Lo devoré tres veces. Pero es que soy una "exagerá" cortazariana.
Es mucho el cariño que le tengo al gran cronopio.
Thornton, no me hables de pálpitos que vengo ahora del club y por poco me da un soponcio. Joooder (con perdón). Tú con el "Manuscrito hallado en un bolsillo", de sus Relatos, apartado "Ritos", y yo con la foto y el libro de sus inéditos, ése que post-mortem sacó su viuda, la traductora Aurora Bernárdez.
ResponderEliminarSí, lo primero fue La Maga, pero al mismo nivel que Horacio u Oliveira, que tanto monta, monta tanto.
Enseguida, los "Relatos" y fui completamente suya.
Después todo, como corresponde.
Me encanta como hablas y escribes de JULIO,me has recordado qué yo cuando era una jovencita (nada, hace dos días)recor
ResponderEliminarté una foto de un periódico,eran Los Beatles y la colgué en mi habitación. Mi madre que ahora tiene 88 años , me decía:
Sé puede saber quienes son esos..?
Hace poco en una limpieza masiva
encontré la foto comida por esos pececillos comepapeles...y con mucha pena la tiré.... Besicos.
Felipe, como yo me emocioné cuando leí el capítulo 7 de "Rayuela" en tu blog y escuché la voz del gran cronopio.
ResponderEliminarEse marco con su dueño, querido Felipe, no lo abandono yo ni por todo el oro de este mundo.
Carmen, para mí, como para muchos-muchísimos (por fortuna), resulta imprescindible.
ResponderEliminarAbrazos.
P.D.- A ver si veo cine en tu casa antes de la cena, que disfruto mucho con la sesión de los sábados.
Pulgarcito, a un soñador como tú siempre tenía que gustarle un soñador como Julio. Era cuestión de tiempo, de encontrar el instante preciso. Cuando te flecha, es para siempre.
ResponderEliminarAdemás, como bien pones de relieve, no es sólo su altura literaria, sino también su calidad personal, su compromiso solidario con todo lo humano, con la justicia.
El día que murió derramé lágrimas como si hubiera muerto alguien de mi familia. Porque de mi familia es, de esa que no se distingue en un primer vistazo por el aspecto o por los apellidos, pero que te cala en el alma.
Genial tu entrada, Isabel. Me encantan los guiños. Julito, Julito... era un maldito genio como la copa de un pino. Veo que compartimos gustos literarios, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga mía.
Un gran tipo, Fumador, eso fue. Cálido y cercano. Grande, huesudo y delgado. Para mí, guapo, con una belleza no al uso de los cánones, pero guapo y atractivo por toda esa fuerza interna que poseía.
ResponderEliminar¡Qué gran relato "La continuidad de los parques"! Como casi todos los de él (menos "Circe" -así creo que se llama-, no por estar mal escrito, sino por lo bueno que es, tanto que sólo lo leí una vez y aún hoy me dura el asco).
Las instrucciones que citas, como las de llorar y otras, son para aplaudir. ¡Qué libro "Historias de cronopios y de famas"!
Y sí, el aura de Cortázar protege ese marco de fotos, lo más resistente que ha habido en mi vida. Sería un lujo ser su amante patafísica.
Cabopá, como esos pececillos, los lepismas, se coman a mi Julio como se comieron a tus Beattles, te juro que organizo un exterminio genocida de tres pares del carajo, que, aunque una es pacífica, con las cosas de comer no se juega.
ResponderEliminarTe acompaño en tu sentimiento, amiga mía.
Jorge, como la copa de un pino, como la copa del ciprés de Silos y como la copa del árbol más alto que eche raíces en esta tierra.
ResponderEliminarCómo me alegro de compartirlo contigo, querido Jorge. De verdad que me alegro, que eres joven y transmitirás su obra.
Cortázar, Cortázar. ..la descripción del regalo del marco es la mismísima que hizo Saramago del regalo del elefante.
ResponderEliminarY ese reflejo del paso del tiempo: tu padre, para acabar en tu marido y concluir en tu hijo...
Cortázar. Cortázar.
Amiga Isabel, parece que tenemos mucho más en común de lo que yo pensaba. Crotázar es para mí "El escritor", por muchos motivos que tú bien sabes. Pero especialmente por enseñarnos a jugar a la "Rayuela". Desde entonces no he podido olvidar a la Maga, y su manera de amar y de dejarse amar.
ResponderEliminarTengo localizado un video de Julio que no sé si lo habrás visto, si te apetece, te paso el enlace; es una entrevista buenísima donde el escritor nos cuenta su vida.
Una entrada muy bien redactada y merecida para este autor.
Un abrazo.
Que genial entrada Isabel, soy una admiradora de Julio, pero debo reconocer que cuando era muy joven, más bien adolescente me regalaron el libro de Cronopios, y no pude con él, no entendía nada.
ResponderEliminarLo guardé pensando en regalarlo pues creí que jamás leería nada de Cortazar.
Qué equivocada estuve porque después de un tiempo devoré ese libro.
Compré sus cuentos y hace poco un recopilatorio que le tengo mucho cariño porque está El Perseguidor, me gusta mucho ese relato.
Y qué cosas, porque hace días que pienso en poner algo en mi blog de Cortazar.
Ummm nadie como él recitando el reloj...me encanta la fotografía que se la ventana y el gato.
Bueno no me enrollo más, ya ves que me has tocado la fibra, por Cortazar y por tu recuerdo de la fotografía
Isabel, yo me enamoré de Cortaza tras verlo en A fondo, aquel programa. Había leído como vomitaba conejos, pero no recuerdo nombres de relatos. Había leído Rayuela, pero no sé saltar a la pata coja. Había leído y me quedó un poso de grandeza en la memoria.
ResponderEliminarEn un marco así tengo yo a mi hermano mayor. Admiración a pesar de la distancia.
Salud
Quisque
Ay sí, las entrevistas de Joaquin Soler Serrano.
ResponderEliminarQue necesario es mantener -a pesar del tiempo- las pertenencias necesarias para que con una simple mirada hacia ellas, nos provoquen una sonrisa.
ResponderEliminarEn parecidas circunstancias tengo enmarcada una fotografía de Josep Pla.
Un abrazo
...Hay cosas que no nos abandonan nunca, ni siquiera rompiéndose, pero ¡este que no se te rompa nunca!
ResponderEliminarInspiración y querencia del alma que comprendo bien.
Un abrazo, Isabel, muy fuerte
Para mí Rayuela no es una lectura fundamental: para mí es un recuerdo biográfico, un estado de ánimo, una manera de ver el mundo. Todo eso. Porque ya no sé si decir que Julio Cortázar es uno de mis escritores favoritos o decir que Julio Cortázar es ese amigo al que llamo de vez en cuando y que me cuenta cómo enfocarlo todo. ¿Y qué decir de sus personajes? No, no son personajes. Son yo mismo; diferentes facetas de mí mismo, de tú mismo, de él mismo, de ella misma... de nosotros mismos.
ResponderEliminarLo siento, no puedo hablar de Cortázar sin emocionarme hasta el desaliento.
Al ver la fotografía lo primero que he pensado es que era tu padre, luego ya me dí cuenta que no con tu despedida al Julito,la verdad es que me ha costado reconocerle,me gusta muchísimo su obra Isabel, es interesantísima, me encanta como escribe.Buen domingo nenita.
ResponderEliminarFelipe, fui para tu casa y escuché de nuevo su voz. Emocionante. Gracias.
ResponderEliminarQuerida María Jesús, otra confirmación de que todo está escrito. Ya ves, no he leído ni una línea de Saramago (no tengo tiempo de leerlo todo, ¡que ya quisiera yo!).
ResponderEliminarY sí, CORTÁZAR, siempre CORTÁZAR, con mayúscula.
Mercedes, me encanta que también jugaras a la rayuela (en mi tierra -que somos algo bastos en el habla- la llamamos "coroneja").
ResponderEliminarY sí, por favor, pásame ese enlace, que lo escucharé y lo guardaré como un tesoro.
María Jesús, ese anónimo soy yo, que no sé la causa de salir anónima.
ResponderEliminarSi te digo que hay duendes circulando.
Cachis...
Madison, me alegro que rectificaras en tus gustos.
ResponderEliminarTe diré que un sobrino mío, al que no había forma de que le gustara la literatura y sacara un examen, me lo llevé conmigo. Andaba hasta el gorro de los místicos castellanos, porque tenía que hacer un comentario de texto sobre la "noche oscura" de San Juan. Leímos juntos el poema, le levanté velos y posibilidades de lectura... ¡Ay, chiquillla, que se entusiasmó! Pasó del suspenso a la matrícula y me pidió libros. Como andaba por los 14 años, le pasé las "Historias de cronopios y de famas". "Una pasada", fueron sus palabras y se apuntó al taller literario del centro donde estudiaba.
"El perseguidor". Grande, como todo lo suyo.
Grande, Quisque, muy grande tu hermano mayor.
ResponderEliminarNo veas cómo me ha enseñado ahora, con esto de que ando a la pata coja con mi esguince.
Besazos, querido amigo.
Jan, esas pertenencias terminan volviéndose querencias con el paso del tiempo. Cuando adquieren esa dimensión, bien sabemos que no son discutibles para nosotros ni podemos hablar de ellas con lejanía, porque el querer no se explica, se siente.
ResponderEliminarAmiga Lunska, tú sabes lo que es una querencia. Ahí está, en tu corazón, en tus venas, y la defiendes con la vida.
ResponderEliminarRamón querido, me confirmas lo que acabo de señalarle a Begoña (Lunska). Eso pasa con Cortázar. No es escritor, es amigo. No es maestro, es cómplice. No está muerto, sino que se enreda entre tus nervios.
ResponderEliminarChico, cómo nos parecemos. Y a mí que me gusta eso.
Geni, el gran cronopio es un encantador de serpientes. Te engancha y no te suelta. ¿Ves? Otra en su redil amado.
ResponderEliminarPetons, querida amiga.
La fotografía del gran cronopio es extraordinaria. No me extraña que te acompañe pues parece que vigila todos tus escritos y te va diciendo "bien Isabel, así. Aquí estuviste certera".
ResponderEliminarYo también soy de Julio, de sus fantásticos cuentos, de su imaginación tan portentosa y de su creatividad desbordante.
Hay una breve semblanza del personaje que fue hecha por Mario Vargas Llosa en "Cuentos completos" de Alfaguara,que no tiene desperdicio. También me gusta volverlo a ver alguna vez en la entrevista que le hicieron en el programa "A fondo". Gracias por traernoslo de nuevo.
Hola Isabel! me estiy enganchando mucho a tu blog; me gusta como escirbes y los post sobre arte, pues que te voy a decir. Te mando el enlace de una nueva página mía, en parte animado a hacerla por nuestro Ramón y su chica: www.templetilloretablos.blogspot.com espero que te guste, un abrazo y nos vemos en dos semanas
ResponderEliminarVaya, ¿también gusta aquí Saramago? ¿Y dónde he estado yo todo este tiempo?
ResponderEliminarIsabel, comparto ese amor por Cortázar. Citas el "Manuscrito hallado en un bolsillo". Ahí tienes la solución a tus trajines investigadores.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu apoyo.
El libro esta fechado por mi en 1988.
ResponderEliminarSelva Negra. Matagalpa. Nicaragua
Si todo es corazón y rienda suelta
y en las caras hay luz de mediodía,
si en una selva de armas juegan niños
y cada calle la gano la vida,
no estás en Asuncion ni en Buenos Aires,
no te has equivocado de aeropuerto,
no se llama Santiago el fin de etapa,
su nombre es otro que Montevideo.
Viento de libertad fue tu piloto
y brújula de pueblo te dio el norte,
cuantas manos extendidas esperándote,
cuantas mujeres, cuantos niños y hombres
al fin alzando juntos el futuro,
al fin transfigurados en sí mismos,
mientras la larga noche de la infamia
se pierde en el desprecio del olvido.
La viste desde el aire, ésta es Managua
de pie entre ruinas, bella en sus baldíos,
pobre como las armas combatientes,
rica como la sangre de sus hijos.
Ya ves, viajero, está su puerta abierta,
todo el pais es una inmensa casa.
No, no te equivocaste de aeropuerto:
entrá nomás, estás en Nicaragua.
Julio Cortázar
Managua, febrero de 1980.( Noticia para viajeros)
Este, como tu foto es uno de mis tesoros, todavía huele a el.
Las hojas oscurecidas por el paso del tiempo y de ser manoseadas una y mil veces, en mi mochila de viajera impenitente junto con mi bitácora, me ha acompañado a lo largo y ancho de mis viajes.
Le Amo como se Ama todo lo autentico .
He disfrutado mucho con tu entrada, en realidad siempre me haces disfrutar . Besos bella.
Me gusta su mirada y su forma de ver la vida tras esas gafas. Es hermoso que durante años te ha contemplado y habeís creado un vínculo, así sin más, una vieja fotografia, en un marco especial, que posiblemente vale un tesoro para ti. Hermoso el texto. Besos
ResponderEliminarPrecioso homenaje a un grande. En verdad emocionante.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Ey, no sabía de este amor, qué maravilla.
ResponderEliminarCortazar es imprescindible.
Carlos, qué palabras más amables las tuyas.
ResponderEliminarEs un placer para mí que volvamos a compartir gustos, porque también disfruto con los relatos de este hombre. Su imaginación es tremenda.
¿Leí esa entrevista que me dices? No recuerdo ahora, porque tengo los Relatos en Alianza Editorial. Supongo que no la leí, porque la recordaría.
He estado buscando una semblanza muy buena que tenía en un libro dedicado a escritores sudamericanos, sobre todo con fotografías de los mismos. Chico, que no lo encuentro, que es como si se lo hubiera tragado la estantería. Quería darte la referencia. Si aparece, cuenta con ello.
Y qué suerte, como Madison, haber visto esa entrevista. Debió ser de antología por lo que contáis. No sé porqué se me escapó.
Un abrazo.
Templetillo, qué alegría verte por aquí. Ya he tomado nota de tu nueva página. También te animo yo. A ver si con ésta tengo más suerte, porque la actual que tienes me desespera: tarda en cargarse una eternidad, se traga mis comentarios como una boca hambrienta y, en definitiva, acaba con mi paciencia, que es mucha.
ResponderEliminarY lo dicho, nos vemos en menos de 15 días, que el cumple de Moncho va a ser sonado (un impresentable de tomo y lomo: decreta de 19 a 21 de celebración continua, ¡si piensa que nos agotaremos, va listo!).
Por último, gracias por tus amables palabras hacia este blog.
Jorge, llegaste a tu destino. Aunque no he leído a Saramago, es una deuda pendiente, vencida, líquida y exigible, así que hablaremos.
ResponderEliminarTe aconsejo que vayas a Paradela, que María Jesús es una gran lectora de este autor.
Besos, majísimo.
Gracias a ti, Irene, por pasarte por aquí. Ya hablaremos tú y yo, que hay mucho que debatir y pulir.
ResponderEliminarLaura, qué escalofrío de emoción. De su puño y letra. Lo viste, lo tuviste enfrente. Esa es una inmensa suerte, querida amiga.
ResponderEliminarTu reliquia es de un valor de afección no reducible a números. No la pierdas, no la prestes y no dejes de sentirla con tus manos, aparte de con tus ojos y con tu corazón grande.
Me has emocionado. ¡Cómo era Julito! Menudo poema largo te colocó, así para salir del paso. Lo dicho, un gran cronopio.
Gracias por compartir, amiga Laura.
Suso, la mirada de Julio es limpia. En otras fotografías muestras la misma mirada limpia con toques soñadores. Una mirada hermosa para recorrer el camino de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo, querido amigo.
Salvador, grande en letras y en estatura.
ResponderEliminarGracias por venir, amigo.
Emey, una tiene sus amores escondidos y, a veces, como ayer, se escapan de paseo. Lo comparto con gusto, porque, como dices, es imprescindible.
ResponderEliminarMercedes, gracias por mandarme la entrevista de "A fondo". Ya me la he colocado y agregado a mis favoritos. Me desconecto de todo y a gozar.
ResponderEliminarGracias, eres un sol.
P.D.- Madison, Carlos, ya suplo mi laguna y me deleito con sus gestos y con su voz.
Es interesante como se desarrolla ese apego hacia algo material. Lo más interesante es poder y saber escribir sobre eso.
ResponderEliminarUn saludo cordial Isabel, y mis recuerdos para un gran hombre como Julio.
Cuando leí Rayuela, pensé que era una de las grandes obras de la Literatura. A pesar de ser lectora voraz desde mi infancia, a Cortázar lo descubrí bastante más tarde que a otros de su época. Indudablemente es como un escritor de otro mundo. Esa novela tiene tantos niveles de lectura que sólo lo puede llevar a cabo un genio.
ResponderEliminarSus cronopios sí que los leí de jovencilla, primero no lo pillé, poco despúes me alucinaron.
Un abrazo, genial encontrarnos en este placer por la lectura de los grandes
Amiga Isabel, si hasta aquí ha llegado, consérvalo para siempre, que es un amigo desde tu juventud temprana, y mira que te digo que le tenía una gran simpatía al hombre, un gran aprecio al retórico, pero algo menos al escritor. Sí que me sentí fascinada por Rayuela en su momento, pero luego, con el tiempo, le perdí fe, y debe de ser que me fui por otros derroteros. Siempre me pasmó una cosa de Cortázar; su eterna juventud. Parecía que los años no pasaban por su rostro, ni aún por sus manos, que ya sabes que son mucho más delatoras de la edad.
ResponderEliminarAntes yo tenía retratos de escritores en mi estudio. Ahora sólo tengo de mis seres cercanos y queridos. Otras imágenes entrañables, como fotos antiguas de Murcia, una panorámica de Ceuta o un dibujo de mi nieto.
Bicos Isabel, a veo que te gusta la buena compañia.
ResponderEliminarJosé Joel Ríos, gracias por tus palabras y por venir y compartir el cariño hacia Julio Cortázar.
ResponderEliminarQuerida Virgi, te doy la razón con "Rayuela". Admite tantas variables de lectura que lo mismo volvió majara hasta al propio Julio. Lo imagino de acá para allá por los folios, de principio a fin, del final al inicio, a saltos de rayuela, a impulsos de disgresiones... Del capítulo 62 hasta sacó novela independiente.
ResponderEliminarSupongo que se dijo "hasta aquí y no más", porque podrá haberlo enredado con exclusión de cualquier otro escrito.
Si no has leído sus relatos, te los aconsejo. Son perfectos. Un derroche de imaginación y una escritura cerrada sobre sí misma y su artificio.
Un abrazo grande.
Estimada Clares, su foto es la única que he tenido en mi vida de un escritor, la única que me vigila, alienta y regaña. No sé el motivo exacto, pero así es.
ResponderEliminarNo soy persona de fetiches, pero éste debe serlo y no me planteo si me gusta o no. Pura y simplemente, me es necesario. Por eso es una querencia y no una relación crítica la que mantengo con él. En todo caso, su visión me salva de la excesiva trascendencia o de tomarme demasiado en serio.
Gracias, como siempre, y ya sabes: "sobre gustos...".
Querida Dilaida, ¿a quién no le gusta la buena compañía?
ResponderEliminarOjalá hubiera estado cerca de Paradela y hubiera podido disfrutar el sábado de la tuya y de la de María Jesús.
Besos, hoy en "castelán".
Es eterno, en su acepción más precisa: existió antes de los tiempos y existirá después de los tiempos. Por eso la fotografía que atesoras permanece y resiste
ResponderEliminar¡salud!
Queremos tanto a Julio.
ResponderEliminarQuerida Isabel:
ResponderEliminarTienes una sensibilidad especial para todo, incluso para el fanatismo. ¡Qué forma tan hermosa de manifestar tu admiración por alguien!
Y ahora, permítme el cumplido al decirte que, viniendo de ti, no es para tanto...
Un abrazo.
Me gustaria muchisimo tener mas tiempo amiga, y leerlo.
ResponderEliminarYa lo creo.
Besos...!
Hay recuerdos que merecen la solidez plástica de una mirada, volverlos costumbre y conciencia.
ResponderEliminarUn abrazo
Chuff!!
PD.
Gracias por tu comentario inteligente y alentador en mi sitio.
Mariano José, otra feliz coincidencia, otro amor compartido. Ya te lo comenté hace tiempo, cuando te conocí: ese amor que te vi hacia Cortázar me derritió.
ResponderEliminar¡Salud, amigo Larra!
Blanco, o a Glenda, que para el caso es lo mismo.
ResponderEliminarAmigo José Lorente, me ha preocupado ese "fanatismo". No creo que llegue a tanto, sólo a amor, y ciego.
ResponderEliminarY gracias por el piropo. ¡Pero mira que me sonrojas! ¡Ya quisiera yo!
Te entiendo, Cornelivs. No podemos leerlo todo. Por desgracia.
ResponderEliminarPero, por si te consuela, vas sobrado de humanidad y eso se impone e impone antes de tropecientas mil lecturas (de las que tampoco andas manco, o que hable el de Lepanto).
Gracias a ti, ZenyZero, por constatar y compartir esa costumbre y esa conciencia.
ResponderEliminarMoncho, que te he visto por ahí. No te escondas y da la cara, bribón.
ResponderEliminarUn abrazote, amigo. ¡Qué ganas tengo de verte!
A ver Isabel, ¡ ojalá el Sr. Cortázar me hubiera dedicado un poema!.
ResponderEliminarMe ha explicado mal, si lo conocí en persona en la fecha y lugar señalados por mi . El poema no es para mi, pero como si lo hubiese sido, es el prólogo con el que abre el libro-NICARAGUA TAN VIOLENTAMENTE DULCE-escrito en el 80 y editado en el 84.
Si alguna vez me animo os contaré encuentros mágicos de algunos de mis viajes uno de ellos el que tuve con Julio y con Hermann Schulz, tomando café en la Casa Rural Selva Negra, regentada por unos alemanes.
Creo que con esto se ha quedado mas claro el encuentro si hubiera sido de la otra forma ¡¡¡ demasié pa mi cuerpo serrano!!! , pero no sería la realidad.
Besos
Perdón, donde dice- me ha -quise decir me he explicado mal.
ResponderEliminarUn placer entrar a leerte y visitar tu blog siempre , gracias amiga por tus comentarios dejados con afecto y dar animo para seguir trabajando en mi blog, con el proyecto de seguir con poemas música imágenes cantadas en rap .
ResponderEliminarUn abrazo de amistad de MA desde Granada
Magnífico tu homenaje, ahora que se cumple un año más desde que nos dejó. Deberíamos hacer como tú, tenerle a la vista más a menudo, leerle, escribirle, disfrutarle. Saludos.
ResponderEliminarSe pueden hablar de muchos libros suyos, Rayuela, por ejemplo. Pero ahora recuerdo un relato no muy largo, que a mí me pareció prodigioso, cuyo título no retengo: hablaba de un atasco en una autopista a la entrada de París. ¡Cuántos atascos! En internet, por ejemplo, en unos vehículos llamados blogs.
ResponderEliminarQuerido Juan, con permiso de Isabel, te diré que el libro se llama LOS AUTONAUTAS DE LA COSMOPISTA o Un viaje atemporal París-Marsella por la autopista del sur,lo escribe conjuntamente con Carol Dunlop.
ResponderEliminarEl título está bien escrito.
Besos para ambos y gracias Isabel por permitir mi intromisión.
No importa, Laura, lo viste. ¿Te parece poco?
ResponderEliminarY sí, bien podrías contarnos en tu blog anécdotas de esas que atesoras. Anda, por favor, comparte maravillas.
Otro abrazo, MA.
ResponderEliminarAntonio, me alegro de disfrutarlo contigo. Se fue hace tiempo por culpa de la leucemia, pero llegué a la conclusión de que los cronopios nunca mueren mientras habiten en la mente de otros de su especie.
ResponderEliminarTodo un placer el tenerte por esta casa.
Juan, me sonrío con tu ironía y los atascos blogueros. ¡Qué de razón llevas, que cuesta, cuesta llegar a todos, que algunos van impulsados por un super torpedo de varias entradas diarias (imposible, claro)!
ResponderEliminarYa veo que Laura te responde y me parece muy bien. Laura, con todos los permisos, que ésta es tu casa también.
Aparte del que te ha chivado Laura (uno de los últimos que escribió), tiene uno anterior, titulado "La autopista del sur", que forma parte de sus "Juegos", en los Relatos.
Se ve que le inspiraban los atascos.
Qué ternura en tu escrito. Has hecho levantar la sonrisa de quien sin tener ni tu marco ni esa foto, sí ha compartido tu relato con esa sonrisa de los recuerdos queriendo aflorar.
ResponderEliminarHasta el rincón de tu querido Julio, llego a agradecerte tus palabras.
ResponderEliminarNo sé qué pasará tras la intervención. Si estaré molesta, si no, si veré mejor, si no... Pero espero que este -y estos, (el otro ojo parece que ha calmado sus erupciones tipo volcán)-- ojo follonero me deje en paz para siempre.
Espero que todo sea muy breve.
Un abrazo muy fuerte, pero fuerte, fuerte.
Isabel, me gusta la buena compañia y el vinculo afectivo que tienes con esa vieja fotografia.
ResponderEliminarForma parte de tus vivencias literarias, y lo has descrito tan bonito...
Un beso
Chesana, me encantó tu comentario. Mañana te visito despacio en tus blogs, que no me olvido, pero ahora estoy agotada.
ResponderEliminarUn besazo.
Lunska, mucha suerte y ya verás como todo sale bien. Rezaré a la Virgen del Contrapasmo por ti, con esas plegarias que a ella le gustan y que tú conoces.
ResponderEliminarAy, Maripaz, es que Julio es muy buena compañía, y muy humana. Eso es lo que más me gusta.
ResponderEliminar¡Me haces llorar, Isabel!
ResponderEliminarNo me llores, querida cebrita, que a Julio no le gustaría.
ResponderEliminarUn beso consolador.
Ay, mi Cortázar de mis entretelas! Con él y su Rayuela aprendí a necesitar la transgresión literaria y a darle una patada en plenas posaderas a la intelectualidad vacía. Compartimos consaguineidad con Julio. Compartimos escenas en las que nos mira. Comparto con Felipe una entrada de su capítulo 7. Y comparto con otros amigos la emoción ante esta gran entrada a ese Cortázar enorme y entrañable, un Cortázar de templo más que de catedrales.
ResponderEliminarBesos-cronopios.
Susana, amiga mía, que también eres cortazariana y cronopia. Me da alegría tener contigo otro punto en común.
ResponderEliminarSomos muchos los que compartimos esa consaguineidad y le rendimos culto bajito en un templo pequeño y no estrambótico.
Besazos-cronopios.
Hola Isabel, bonito y grato recuerdo, y con doble sentimiento: por un lado un marco que tu madre te regala que para ti tiene un valor muy sentimental(amor de madre) y por otro, la imagen de un gran escritor y que adoras, porque tal y como le describes no queda la menor duda, todo lo contrario.
ResponderEliminarMe quedo con la idea que más me ha gustado de todas(difícil elección):
" En todos ellos, en un lugar donde su vista se cruza con la mía, siempre ha estado vigilando este señor"
Tu narrativa me tiene atrapada, me confieso y te envío toda mi admiración envuelta en un abrazo.
Rosa
Gracias por tu hermoso comentario, Rosa. Son de esos que animan y aúpan en los momentos bajos.
ResponderEliminarUn beso agradecido.