Procesión en la niebla, de Ernst Ferdinand Oehme
En ocasiones, los días de enero se envuelven en un ropaje neblinoso y, al amparo de la casi oscuridad impune, desfilan por sus horas una procesión de aparecidos, meros fantasmas de otra época que creíamos olvidada. Tal vez todo suceda siempre y el tiempo no sea más que una coordenada subjetiva sin existencia propia.
Hoy, en Facebook, sacaba un párrafo de Diario de una fuga, mi última novela publicada:
«La vida la había arrojado a ser una persona
fronteriza, residente en un lugar que no era el elegido por sus deseos
silenciados. A esas alturas de su existencia, no pensaba rebelarse contra los
designios incontestables del destino. Quizá equivocó su enfoque, quizá erró en
el anhelo, quizá acudió donde no debía. Pero el resultado estaba ahí y no podía
cambiarlo.»
Así andamos. La niebla. El tiempo se esfuma y siempre existen mil cosas que atender. Niebla. Aturdimiento.
Para quien le interese, informo que ha salido el nº 4 de la revista Scribere. Cambios en el formato y en la periodicidad, que pasa de bimensual a mensual. Enlace para la descarga gratuita. Sin niebla, por allí estoy de algún modo.
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