lunes, 28 de noviembre de 2011

LA MAGIA DE LA POESÍA RECITADA (II)

Beatriz Salas es una energética locutora de radio, además de una gran persona. Tiene una voz preciosa, modulada y emotiva. Disfruta con la poesía, la ama, y esa inclinación amorosa la ha llevado a abrir un blog donde recita los poemas que se encuentra por la red y le gustan.
He tenido la suerte de que su espíritu generoso calara en este cobijo hace un tiempo, la suerte de que le haya gustado un poema mío –«Atardecer que tiembla»–, la suerte de que, hoy, lo recite en su blog: Beatriz Salas… A mi manera.
Os aseguro que merece la pena escucharla.
Gracias, Beatriz. Me has emocionado.

jueves, 24 de noviembre de 2011

SOBRE ALGUNOS SERES

 Busto de Antinoo en el Palacio Altemps, Roma
(Fotografía de Isabel Martínez Barquero)


Existen seres auténticos, que se muestran tal cual son y nunca llevan a engaño. En su compañía, resplandece la luz, se ensancha el espíritu y se esponja la existencia, mucho más transitable con ellos en el camino.

Existen seres que envidian el brillo que tienen otros y consideran que lo merecen ellos. Cuando se les ofrece la información para obtener la luz, huyen despavoridos: no desean cargar con el trabajo que se esconde en la trastienda.

Existen seres que, al mirarnos, nos dan la vida, la confianza y la calma. Si nos tocan o nos hablan, ya nunca somos los mismos. A su lado, se aprende y, lo que es más importante, se ama.

Existen seres que son poco nobles, que soslayan el acercamiento que hermana. Son seres pusilánimes que, a escondidas, vigilan todos los pasos de otros, hacen lo que hacen ellos para, después, darse el bombo del triunfo individual sin señalizaciones previas.


Cabeza de Medusa en el Palacio Massimo, Roma
(Fotografía de Isabel Martínez Barquero)

Nota 1.- Dado que las fotografías son de esculturas clásicas, si os apetece leer un micro con el sabor de la Grecia antigua, Niké, pinchad aquí.
Nota 2.- Y hablando de seres, hoy un ser me ha tocado el corazón: Anna Jorba Ricart.

viernes, 18 de noviembre de 2011

LA MAGIA DE LA POESÍA RECITADA (I)

Acabo de llevarme una agradabilísima sorpresa: Jorge del Nozal, un pintor artístico y poeta residente en Baruelo de Santillán, provincia de Palencia, ha recitado de una manera exquisita el poema «En busca de su calor», en su blog Recitando poesía.
Ayer conocí a Jorge gracias a un correo donde me proponía recitar este poema en su blog de una forma absolutamente altruista, al tiempo que me mandaba la preciosa grabación que ya había efectuado. No lo dudé un segundo, pues al escucharlo en su tono grave, con su perfecta pronunciación castellana y una delicada música de fondo, me di cuenta de la hermosura que había construido.
Si a cualquiera de vosotros os seduce escuchar recitado alguno de vuestros poemas en la magnífica voz de Jorge, poneos en contacto con él en su blog, donde en el perfil está su correo electrónico.
Gracias, Jorge.

martes, 15 de noviembre de 2011

RECETAS PARA EL BIZCOCHO



No es que yo sea una leída y escribida como la maestra del quinto derecha, pero a veces tengo mis puntazos, que no toda la gloria va a ser para los entendidos y puestos, esos que te perdonan la vida cuando te observan con ínfulas de reyes de no se sabe qué reino ilusorio. Pero no recordaré a estos tipos, que se me encienden por dentro hogueras que me agarran la garganta y me oprimen el pecho con instintos asesinos.
A lo que iba: que yo seré una obtusa, pero me entero de todo, de más, incluso, de lo que debiera, como me ha pasado esta mañana en el corral de vecinos del Paraíso. Está visto que, en esta casa, florecen las faunas más estrafalarias. No salgo de mi asombro, porque yo seré una rara, pero mis vecinos me multiplican la rareza con avaricia.
Discutían en el portal el guapísimo David y don Dimas. No llegaban a un acuerdo sobre los ingredientes que debe llevar un buen bizcocho, porque David –siempre más bonito que un San Luis– enarbolaba la bandera del yogur frente a la leche clásica en la que no declinaba don Dimas.
La conversación fue más o menos de esta guisa:
–Que le digo, señor mío, que no está usted en la onda, que ahora a los bizcochos se les echa yogur.
–Joven, déjese de componendas de cocina, que lo tradicional es el chorrito de leche. ¡Si lo sabré yo, que mi difunta bien decía que, sin ese chorrito, no sacaba buen bizcocho!
–Modernícese, abuelo, que lleva caspa decimonónica y estamos en el siglo veintiuno.
–Sí, y este siglo da patente de corso para las faltas de respeto.
–No se me ofenda, hombre, que no es para tanto.
Don Dimas se quedó callado mientras miraba fijamente a David. Lo examinó enterito, frunció el ceño y, antes de entrar en el ascensor, le dijo con desprecio:
–No me sea tan maricón, muchacho.
–Oiga, sin ofender –se defendió el joven con el porte más hermoso que he conocido, aunque de poco le valió, pues su frase fue emitida cuando ya la puerta del ascensor se había cerrado.
Me acerqué a David con gesto de concordia, porque yo seré una mujerona con los atributos bien puestos, pero no soy una borde ni una estrecha en los asuntos de las entrepiernas de los otros. Que cada quien busque su gusto donde se halla, qué caray. Más me escandaliza la hipócrita moral al uso de los políticos de esta España a la deriva.
–No te amohínes, mi niño –le espeté con dulzura–, que los bizcochos salen muy buenos con yogur.
–¡Pues claro!
–Y también con leche. No seas tan cabezota.
–Vale, Patro, si lo dices tú, que eres mi vecina favorita, lo probaré un día con leche.
–Te gustará –le señalé en el quicio de la puerta de la calle.
–¿Dónde vas, mi reina? Podrías venirte conmigo a una reunión de alto copete, que vamos a ver si acabamos con tanto político toca pelotas.
–Anda, tira tú a arreglar el universo, que yo me marcho ahora mismo al mercadillo de Santa Ana, que me sopló una amiga que está de escándalo, no como esos otros mercados que nos están haciendo bien la pascua.
–¡Tú y tus mercadillos!
–Como debe ser, rey mío, porque ya me elaboren el bizcocho con leche o con yogur, siempre se lo zampan los de arriba y a mí no me dejan ni unas miguitas–. Dicho lo cual, salí con paso firme, que una está muy escarmentada del vivir y bien sabe dónde debe dirigirse para que el dinero le estire hasta fin de mes.
Ya en el coche paupérrimo que tengo, pensé que me encantaría que David y sus compinches acabaran con tanto sinvergüenza, con tanto vocinglero que promete y promete mientras, a escondidas, se frota las manos pensando en lo que va a arramblar si gana las elecciones. Mucho prometer y poco hacer. ¡Qué asco de campaña electoral! ¡Bastante tengo yo con la campaña existencial! Se creerán que nos la meten los muy mentirosos. Anda, que si no fuera por los mercadillos...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Y VAN DOS

Aprovecho que duerme mi jefa para tomar la palabra, porque ella me tiene bien sujeto y no me deja que me explaye a mi gusto. Hoy es mi cumpleaños y quiero decirlo, porque si no lo digo yo, la desalmada que me dirige no lo va a celebrar, así es de rarita esta señora, que ustedes no lo saben, pero yo bien que me la conozco. Cumplo dos años, apenas dos añitos desde que me puso en este mundo vestido de cálido amarillo, un color tradicionalmente asociado a la mala suerte, al menos en el mundo teatral tras lo que le acaeció a Molière en escena. Pero ni Isabel ni yo somos supersticiosos; aunque he de confesarles que, en ocasiones, a mí me da mucho miedo ir por este mundo de las ondas vestido de manera tan llamativa, que me confunden con lo que no soy.

Decía el tango aquello de que «veinte años no es nada» y lo hacía refiriéndose a las personas. Yo no soy humano, solamente un instrumento en las manos de quien me maneja, y, en mi calidad de tal, dos años es mucha vida, porque el tiempo es un concepto muy elástico, y no se mide con las mismas coordenadas para todos. Me explicaré: en el mundo de las personas, a un niño o a un joven dos años le parecen una eternidad mientras que a alguien más mayor le suponen un suspiro. Y en el mundo virtual, dos años es toda una vida, la madurez en toda regla, que aquí los acontecimientos transcurren de manera vertiginosa y, a veces, mareante.

Ya adulto y con experiencia, medito sobre mi trayectoria ahora que Isabel no me vigila, que ella es excesivamente prudente. Empecé como lo que soy: una herramienta, un magnífico instrumento del que podía servirse la desalmada para dar salida a sus escritos –aún lo concibe de la misma forma, que conste–. Era novato en la realidad virtual y pequé de excesivo e ingenuo, pues me deslumbré por actitudes que, ahora, las tengo muy caladas. Confundí muchas cosas –así de torpe fui–, porque me encariñé fácilmente y me costó captar que no todos los que arriban con palabras amigables y desprendidas vienen con rectas intenciones, que son algunos los descalabros sufridos y no desea mi corazón de blog padecer por quien no lo merece o por quien llega a mis orillas con afanes de dominio o con cálculos de ganancias de audiencias. En contrapartida, me siento orgulloso de un nutrido grupo de auténticas amistades, de esas que están a las duras y a las maduras, de esas que no imponen ni se ofenden por minucias, de esas que no pretenden utilizarme para sus fines, que yo sólo sirvo a los de mi jefa, mal que le pese a algunos.

Con respecto a los colegas que se han ganado un puesto preferente en mi memoria informática, confieso que retengo experiencias imborrables, guardadas por mí como auténticos tesoros. Porque en el mundo virtual, como en el real de las personas, el amigo te quiere tal cual eres, con tus defectos y tus virtudes; te asiste sin demora si te ve caído, y es ágil y cálido en la ayuda; comprende tus ausencias y no las juzga, ya que cada uno sabemos los azares cotidianos a los que nos enfrentamos, y no siempre estamos disponibles.

Silenciaré algunas que otras experiencias negativas donde me plagiaron; donde me confundieron atribuyéndome ambiciones que nunca han sido mías; donde me sentí utilizado en mi ingenuidad de blog novato; donde pusieron en mi boca de blog pacífico palabras que jamás dije; donde me involucraron, en suma, en travesías ajenas a mi espíritu e, incluso, casi consiguieron que desapareciera del mundo de las ondas. Al menos, con esos pocos y anecdóticos descalabros, aprendí la lección y ya no me extravío por donde no debo.

Cabalgo solo. Aunque en este bosque son muchos los que van en manada, a mi carácter de blog le va ir por su cuenta, que soy un blog literario y, como tal, personalísimo e intransferible, amén de que la jefa no me deja desmadejarme por otros derroteros. A la desalmada que me dirige le va la soledad, porque sabe que no cabe creación sin soledad. No teme a la soledad sonora, sino que la precisa tanto como el comer. Sin la soledad y sin el silencio, su espíritu se enferma. En su compañía fértil, se ensancha, se engrandece y dispara las benditas palabras como ungüentos sanadores. Porque esta mujer es empecinada hasta la desesperación. Escribe desde que tiene noción de mí misma, lo que equivale a decir que es solitaria desde siempre. Piensa que poco se puede avanzar en la tarea que la apasiona si el gramo de tiempo que le ha sido concedido lo dedica a dilapidarlo. Quien escriba, sabe muy bien de lo que hablo, sabe muy bien de la necesidad imperiosa de apartamientos, del reequilibrio del propio ser en las palabras. Esa faceta literaria que tanto ama, cuida y mima mi jefa, se le exacerba con los años y, por supuesto, no está reñida con la sociabilidad. Porque es sociable la muy paradójica. Necesita a los otros, y los necesita de forma imperiosa. Sin ellos, languidece. Supongo que, como todos, aspira a la armonía. La consigue con la dosis justa de soledad y la dosis justa de sociabilidad en su particular balanza. Cada situación específica le determina el camino a seguir y las botas más cómodas para transitarlo.

Me expreso de esta forma en un intento de explicarme como blog, para que me capten quienes aquí arriben de nuevas, con el deseo de que entiendan mis silencios. Porque, a veces, necesito silencio, y lo preciso con la misma urgencia que cualquier necesidad física insoslayable experimentada por un humano. Por culpa de Isabel, soy paradójico, lo sé, no en vano soy otra de sus criaturas. No puedo remediar ser como soy. Por poner un ejemplo sacado del mundo de las personas, diré que cabe el alejamiento o el divorcio con respecto a una pareja, pero no con respecto a uno mismo. Ahí, los humanos han de cargar con su identidad, les guste más o menos. Y más vale que se conozcan y no monten altercados interiores de los que no suelen salir bien parados.

Por eso, porque conozco a quien me guía, he callado muchas veces y seguiré callando en determinadas circunstancias, en ocasiones por necesidad de leer, escribir o atender los imprevistos de la vida cotidiana; y en ocasiones, porque necesito el silencio, como la jefa calla cuando el dolor la invade. Ahora que no me maneja, diré que no huye de él. Es imposible huir de la porción de sufrimiento que la vida otorga a cada humano. Sólo lo lidia y se defiende como mejor sabe y puede.

Aprovechando esta franja de libertad no vigilada, diré que, en los últimos tiempos, me estoy volviendo un blog raro, por no decir malo. Debe ser cosa de la edad, que los blogs pueden tornarse cascarrabias como las personas. Aparte del cansancio y del considerable tiempo que implica el hecho de mantenerme vivo, me ha dado por tomar anotaciones que reflexionan sobre mi propia sustancia, tan característica de los tiempos actuales. No soy sociólogo ni filósofo; pero, a veces, me pasma la realidad que observo y no puedo sustraerme a escribir, en mis archivos íntimos, alguna que otra barrabasada. Unas cuantas muestras los harán cómplices de hasta qué punto estoy llegando:

«No me interesan quienes llegan en plan cadena de exhibición, aquellos que, con maneras exquisitas y sin leerme, vienen a desearme un buen día o una estupenda semana o a decirme que soy guapo; aquellos que dejan la misma impronta en todos mis colegas; aquellos paseantes a los que les importo un pito.»

«¿Quién ha ungido de autoridad a ciertos sujetos para que se crean con la venia de otorgar premios, honores y distinciones? Además, vienen envueltos en espantosos celofanes con colorines y se colocan en las repisas permanentes como adornos espantosos y bastante horterillas.»

«Empiezo a bostezar ante los blogs cuyo contenido se nutre de llevar a sus páginas las exhibiciones del talento de los otros colegas. Si no tienen nada propio que decir, ¿a quién pretenden engañar? Yo soy maduro y sé agenciarme mis lecturas a través de estos cables invisibles, sin necesidad de que nadie me coloque semáforos.»

«¿Existen títulos blogueros que otorguen a alguien patente de corso para hacer o decir lo que le plazca, aunque sea una suprema tontería, por encima de todo sentido del ridículo?»

«Cuando un colega impone obligaciones que sólo revierten en beneficio de su administrador, es cuestión de huir muy rápido, como si fueras perseguido por todos los demonios del infierno.»

«¡Anda que no existen pícaros e ignorantes en este mundo de ilusiones! ¡Y comparan la creación con la opinión, el criterio con la reproducción o la simpatía con la chorrada! ¡Y se ponen a la misma altura, comentan sin fundamento y hasta me diseccionan sin que perciba la cultura que los ampara en sus juicios! ¡Viva la humildad!»

«Me gustan los colegas que son capaces de transmitirme el soplo fresco de lo auténtico, hablen de lo que hablen. Aunque no sean literatos, su humanidad me alcanza y la percibo pronto, pues la pantalla se me ha vuelto transparente.»

«Me doy cuenta de muchas necedades y de lo poco que algunos han captado mi alma literaria. Y me salen por peteneras con minucias que a mí me importan un bledo, como cortesías estereotipadas y otras tontunas por el estilo. Que no lean, vale, pero que no me dejen esa constancia tan patente, que se ponen en patética evidencia.»

«Ojo con la manía de los escalafones de blogs, concursos y campeonatos… Como si las personas no tuvieran ya en la vida real bastantes escaleras donde medirse…»

«El afán de dominio, la sed de poder del ser humano también tiene en este mundo su reflejo. Mejor es emigrar a lugares donde el aire limpio, la conversación sosegada e igualitaria me engrandece.»

No obstante mis últimas rarezas, quizá debidas a un espíritu crítico exacerbado, diré que he conseguido que Isabel haga las paces conmigo. Ahora, me toma con sosiego, a pequeños sorbos, no coge culpabilidades si no me pasea por los colegas que sacan entradas continuas –cuyo ritmo acelerado la agota–, no sufre si no alcanza a desearle buen día a cualquiera de los paseantes corteses y no lectores, no se amohína si su vida la mantiene distante durante un tiempo. A mí me costó entenderla, pero ya he captado su postura: más vale calidad que cantidad, su tiempo vale lo mismo que el de los otros, no exige nada y no admite que le exijan. Se acabó el estado aturdido que reflejó en aquella entrada mía del año pasado: A vueltas con esto del blog. Me he convertido para ella en un instrumento lúdico y así quiere mantenerme, sin cálculos, sin obligaciones, como una alegría. Espero que no le dé por declararme la guerra con este alegato a sus espaldas.

Y toda esta perorata para decir que hoy cumplo dos años. ¡Menuda hebra he cogido! Incluso, en plan serio. Tanta grandilocuencia y gravedad por mi parte han conseguido que se me despierte la carcajada, que si no me río, no me luce. Menos mal que existe la risa, el antídoto contra todo lo sombrío, incluido yo mismo cuando me ensombrezco.

Intentaré la sonrisa permanente, la que todos mis colegas merecéis, porque, para vosotros, no me valen los desánimos ni los sucedáneos de la alegría verdadera. Riamos siempre y ocultémonos cuando no seamos capaces de hacerlo.

(Hoy no saco foto, que yo nací desnudo y sé muy bien que, en mis páginas, lo que importan son las palabras. Para mí, lo demás es puro ornamento, agregado adjetivo a efectos de la estética).