Fotografía de Isabel Martínez
Desde hace unos días, arrastro aturdimiento por un sobre-estímulo que no cesa. Se trata de un mareo dulce, de un vaivén apacible, de un trote afectuoso. No voy a decir que me disguste, porque mentiría, pero sí que pido a los ángeles tutelares de las palabras que me den calma para manejar el timón de la barca con atención plena. Sé que vivimos en un mundo acelerado y sé que quien no corre, vuela. Soy de degustaciones sosegadas y de cariños atizados al amor de la lumbre. Intento adaptarme a estos nuevos modos de vida y, en mi mente, aparece una y otra vez Italo Calvino y sus propuestas para el milenio que ya transitamos.
Italo me conquistó hace muchos años con tres títulos donde daba suelta a «la loca de la casa». No sé si recordaréis El barón rampante, El caballero inexistente y El vizconde demediado. Qué lecturas más deliciosas y divertidas tienen. Títulos que beben del manantial del Quijote y del entretenimiento de Rabelais.
Estos días me acuerdo de Italo Calvino. No me vienen a la memoria sus obras de ficción, sino aquellas conferencias que impartió sobre la literatura venidera. Pienso en sus propuestas, observo la red, leo en los blogs. ¡Ya estamos en ello, Italo!
Acudo al cuidado libro en que la editorial Siruela publicó las reflexiones del literato. Creyó en el futuro de la literatura, porque sabía que el medio de expresión podía cambiar, pero que existían cosas que sólo la literatura era capaz de nombrar. «Es cierto que el software no podría ejercitar los poderes de su levedad sin la pesadez del hardware, pero el software es el que manda».
Hemos cambiado la hoja de papel por la pantalla del ordenador, como en su día se pasó del pergamino al papel y de los monjes a la sociedad civil. Hemos aprendido la levedad y la condensación. Hemos democratizado el sendero de las palabras. ¡Bendito sea el futuro-presente!
Intentaré apresurarme sin perder los hilos ni faltar al rigor. Todo un reto por delante, toda una aventura maravillosa en la que me apetece sumergirme.
Cuanta razón tienes. De los títulos que nombras he leido el Barón Rampante, pero el que no me canso de recomendar es La cuidades invisbles.Para mí es un libro de referencia.
ResponderEliminarUn abrazo
Maravillosa. Perfecta, como siempre.
ResponderEliminarCoincido con Madison en el libro, pero yo lo llamaria Las ciudades invisibles.
ResponderEliminarEl papel, la pantalla, la literatura. ¿Qué más da el modo si el objetivo está claro? Seamos felices, personajes de una novela, versos de un poema, viajeros en un avión sin rumbo.
Salud Isabel
Isabel, no soy tan optimísta con el futuro de la literatura, creo que este mundo virtual ha conquistado a los jóvenes, y no tan jóvenes. Su tiempo libre ya tiene dueño: EL BLOG. No me hagas mucho caso, no suelo hacertar casi nunca.
ResponderEliminarHablas de Italo Calvino, qué trilogía, qué edición la de Siruela (LIBROS DEL TIEMPO).
-¿Qué es esta máquina, maestro?-
-Una horca para ahorcar de perfil-
EL VIZCONDE...
Un saludo.
Estimada Isabel.
ResponderEliminarDevuelvo tu muy amable visita a mi blog para agradecerte sinceramente tal visita y el muy amable comentario que allí dejaste.
Gracias. Ni que decir tiene que tu blog me ha parecido de tal calidad que inmediatametne lo he añadido a mi lista de blogs favoritos.
Si me lo permites, te comentaré con frecuencia.
Veo que te gusta leer: a mi tambien, pero no disfruto de este placer todo lo que yo quisiera, mi trabajo y mis ocupaciones me lo impiden.
Y hablando de Italo Calvino. No he leido nada de él; pero si de su compatriota Umberto Eco: "El pendulo de Foucault" es lo ultimo que leí de él.
Sera un placer comentar contigo ese libro, si lo deseas.
Recibe un cordial saludo.
Curioso que nombres a Italo. Leí la trilogía en primero de carrera. Bueno, leí el caballero inexistente que venía con las otras en un volumen, lo que me llevó a leer las otras dos. Han vuelto a mí muchas veces porque se quedaron en mí. Y esos ensayos literarios tan auténticos también los leí. Como son tan fantasiosos y amenos igual no tienen un gran predicamento en los estudios literarios y de crítica, pero son mejores que mucho rollo apergaminado que corre por ahí, que aparentemente dice mucho pero no es más que una paranoia enfebrecida. Volveré a ellos estas vacaciones.
ResponderEliminarQueda el caballero inexistente que se empeñaba en ser alguien, que solamente llegó a existir por su mera y desnuda voluntad de ser. Eso es la gran metáfora: la mejor posible porque es una metáfora moral. Nos implica a todos. Todos somos inexistentes y somos solo si queremos ser. Somos solo por nuestra cabezonería, por nuestro empeño. Una más de las lecciones de Calvino.
(Pillé, o creo, la metáfora del ordenador de la foto; receptáculo de literatura. O como un atrapador de sueños que se expanden)
Juan Navarro está preparando un post colectivo a favor de Aminatou. Si quieres participar, entra en su blog.
ResponderEliminarSoy nueva. Qué ilusión me hace decir esto, y que encima sea verdad, porque soy nueva en este blog. Así que de momento sólo hablaré de mi procedencia, no sea que al decir que en su momento no pude aguantar muchas páginas de Italo Calvino, me caiga una lluvia de piedras encima. ¿Veis? Ya me he pasado de rosca. En fin, que vengo del club de Thorton a comprobar lo que dice el fundador del club respecto a ciertas afinidades, y, exceptuando lo de Italo Calvino, en lo demás, total acuerdo.
ResponderEliminarOtra excepción al acuerdo. Los jóvenes no están en los blogs. Parece que el blog es de más maduritos. Los jóvenes están en las redes sociales. Facebook y semejantes. Literarios saludos a todos, y sobre todo a la dama que rige este espacio.
Isabel, hace un mes escaso que me sumergí en El barón rampante y disfruté de lo lindo. Y me he pedido los otros dos para estas fiestas!
ResponderEliminarTambién he disfrutado leyendo tu blog, y me han sorprendido especialmente tus poesías, preciosas y muy cercanas.
Bendito sea cualquier soporte que transmita la palabra que acerca, la que sana, la que revuelve, la que hace tomar consciencia, la que demcratiza, la tuya...
Un abrazo
Amigos, me tenéis patidifusa y asustada. ¿Qué es esto? Y yo secuestrada hasta ahora en una interminable jornada laboral.
ResponderEliminarEntré esta mañana, cuando me levanté, e hice la entrada de Italo Calvino. Porque me pesaba, porque llevo varios días con él en la cabeza (liviandad, textos cortos, lecturas a vuela pluma,,,). No paraba de aguijonearme el italiano.
En dos pequeños descansos de este día atorado, me perdí por algunos de los blogs que he descubierto con la maratón del domingo. Me relajé un poco y no me atreví ni a entrar al mío, que no veas qué pasmos me entran cuando compruebo que más. Pero, aunque asustada, no deja de ser alegría.
Sois la alegría de mis días grises.
Madison, como a ti y a diferencia de Clares, me gusta Calvino. Me relaja, me divierte, me sonrío con él. "Las ciudades invisibles" lo perdí hace años, cuando iba (bien me acuerdo) por la página 14. Me encomendé volver a comprarlo y hoy me he acordado de este recado no resuelto. Tu comentario ha conseguido que crezca mi interés, así que ya me lo he agenciado para cumplir, también y tan bien (ambos) como vosotros, con mis deberes. Confío en ti y en Calvino.
ResponderEliminarPor lo demás, te recomiendo la trilogía. Pasas muy buenos ratos y ríes, que es bueno para el alma. ¿Qué quieres que te diga? Me gustan, también, los libros que me despiertan la sonrisa o, incluso, la carcajada. Hay autores con los que se pasan ratos estupendos (Cervantes, Sterne o el italiano del que hoy hablamos).
Besos.
Culturajos, amigos, arrimaos al fuego y vaya un vinico.
ResponderEliminarCoincido con vosotros, o el que de los dos haya sido (que tanto monta, monta tanto), y con vuestro sentido común, que, aunque es el más común de los sentidos, es del que más privados andamos los humanos.
Igual que a vosotros, me da igual el medio, no soy maniática. El caso es que la madre literatura nos acompañe.
Salud, amigos.
María Jesús, dormidiña debes estar. Gracias por estar ahí, como siempre.
ResponderEliminarY gracias por el soplo de lo que se obra en el taller de Juan Navarro. Habrá que indagar, a ver qué se cuece.
El caso es que cada vez más "fregaos". Esta mañana me metí en otra historia que se llevan los poetas que hacen sopa; no, es sopa de poetas. Firmé virtualmente en favor de una causa perdida: la poesía.
Son cosas que me devuelven a mi juventud; siempre firmando y manifestando. Esto tiene su gracia. ¡Cómo estamos los blogueros! A este paso, menudo grupo de presión (Ay, me río internamente).
Thornton, bravo por la cita de Calvino. ¿Ves? Ahora no sólo me he sonreído, sino que me he carcajeado.
ResponderEliminarSoy más optimista que tú. Si los jóvenes vienen al blog, nosotros al blog también, acordes con los tiempos que nos tocan, aunque -como dice Clares- prefieren espacios todavía más livianos y etéreos.
No podemos enfrascar lo que amamos para que no se contamine. Que se ensucie, que se manche, que aprenda, que viva. No hay literatura sin juego. No hay palabras sin vida.
Además, creo que la literatura puede salir hasta reforzada. Hasta ahora ha sido patrimonio de unos cuantos santones que dictaminaban las normas del gusto y que determinaban qué leer y qué no. En estos espacios virtuales, todo es más democrático y cada uno hace de su capa un sayo y tan contentos todos.
Tal vez estemos en la prehistoria de un nuevo concepto de literatura,
Cornelivs, bienvenido a esta casa, donde siempre serás bien recibido y donde van apareciendo amigos cada vez más entrañables, con los que da gusto conversar.
ResponderEliminarSí que me gustó tu blog. Ese amor por Cervantes, por la historia de Roma e, incluso, recuerdo una pequeña entrada que versaba sobre la fragilidad, que me estremeció de lo bonita que era. ¡Qué sensibilidad en un jurista! Enhorabuena por ella.
Reconozco que tengo que volver a tu casa con más calma, pero estos días de fin de año son para mí un poco agitados. Dáme crédito de paciencia y "ancha es Castilla".
De Umberto Eco me leí lo que todo el mundo: "El nombre de la rosa". También sus apostillas posteriores que, al igual que en el Calvino de las conferencias, contienen buenas dosis de técnica literaria. Al péndulo no llegué. Pero si dices que merece la pena, habrá que ponerse en ello.
Encantada de tenerte aquí y gracias por tus elogios.
Ramón, mi perdido y hallado Ramón, mi ángel custodio, deseo que no sigas sepultado bajo una montaña de correos electrónicos. Yo, ya ves, hasta arriba de trabajo y con el blog que se me desborda. Esta tarde hice un descansillo y, en vez de mirar correos, me fui al club de Thornton a tomarme unas copas virtuales. A veces, me entra un poco de susto. Y todo por Machado. (Hasta te oigo la risa que no te conozco).
ResponderEliminarComo tú, yo también leí la trilogía de Calvino en la carrera, siendo muy joven; pero te prometo que, desde el domingo, tengo a este autor metido en la cabeza como un moscardón. Tenía que darle aire, viento, que me asfixiaba.
Estoy de acuerdo contigo en que esas conferencias, aglutinadas después en forma de libro de ensayo literario, son amenas y perduran en el recuerdo. ¡Vaya si se quedan! Ya ves el tostón que me están dando ahora, no sé si veinte años -por ahí debe ser- después de haberlas leído. Se me han colado por un pliegue de la memoria y no tengo manera de arrancármelas.
Todo por el follón bloguero. También las pienso releer con calma. Algo misterioso deben guardar para que estén tan picajosas.
Me encanta tu párrafo sobre el caballero inexistente. Yo es el que más recuerdo y, posiblemente, sea un alter ego del propio autor. A saber... Ya eres conocedor de mi impericia como crítica literaria. A lo más que llego son a acercamientos sentimentales.
Reitero que olé por el párrafo. Has hecho poesía. "Llegó a existir por su mera y desnuda voluntad de ser". Si es que plasmas una cosas que quitan el "sentío". Como ésta, en la que estoy de acuerdo: "Somos por nuestro empeño".
Y sí, la foto, una de mis malísimas fotos, pero mía para evitar enredos con propiedades intelectuales, es como una metáfora: la literatura entre los cables en este recién estrenado siglo XXI.
Hay un chaval, Trankilo, que tiene un magnífico blog de fotografía y me está dando consejos. Ya te contaré. es muy majo y a ti, que te gusta tanto la fotografía, vas a flipar con sus fotos rancias.
Mil abrazos, amigo.
Bienvenida a esta casa, Clares.
ResponderEliminarClaro que puedes decir que no soportas a Calvino y que te tira para atrás con unas pocas páginas. La literatura es como la comida. A unos les gustan (pongámos por caso) los mariscos y otros los detestan. He cogido lo del marisco a posta, porque a mí no me gusta el marisco "aunque sé que eso me pierdo y es buenísimo y soy una pava y bla, bla, bla".
Coincido contigo en que es preciso ser valiente. Si nos gusta un autor, nos gusta y lo defendemos. Y si no es así, pues seremos unas paletas, o una rancias o lo que quieran llamarnos. ¡Brindo por tu valentía!
¿Cómo que los jóvenes no están en los blogs? ¿Qué somos nosotras? La juventud está en la mente, amiga mía. Ahora en serio, sí que me estoy encontrando gente joven y maravillosa por ahí. No sé si me confundiré, pero a los cafeteros de Madison, por ejemplo, los presumo en la treintena recién cogida. Y son un encanto.
Un honor para mí que hayas llegado a esta casa y, por favor, vuelve. Ya sabes que aquí siempre tienes un sitio.
Y te pido lo mismo que a Cornelivs, un poquito de paciencia, porque le he echado un ojo demasiado superficial a tus tres blogs. Aguántame, que cuando me desenrosque lo que queda de año y me alivie de trabajo, allá iré con la demora que me gusta.
Un beso.
Raticulina, qué alegría me da verte por aquí. ¡Bien!
ResponderEliminar¡Qué coincidencia con lo de Calvino! Será que, como dicen los gallegos, aunque no existan las meigas, haberlas, haylas (espero que se ponga así y no me regañe María Jesús).
Estoy de acuerdo contigo. Bendito sea cualquier soporte que nos acerque la palabra y nos la democratice.
Eso ponía yo, contestando a Thornton, sin ser consciente de que tú entrabas. De ahí lo impresionante. Tú con un fantástico comentario sintético, de esos que me gustan cuando me hallo en mis cabales, y yo escribe que te escribe mientras tú lo has puesto clarísimo y en pocas palabras.
Estamos conectadas, amiga. Un beso muy fuerte.
Adorable Isabel:
ResponderEliminarEl presente es de los blogs como instrumento de insurrección y resistencia y también de los libros, por idéntica razones y porque ningún lector de libros digitales reemplazará el placer fetichista de tocar la textura y aspirar el perfume de las hojas de los "viejos" libros.
De entregarse a la robustez de un libro cosido, de páginas sedosas y tapa dura. O al ensueño de un libro con ilustraciones, para el niño que habita en cada uno de nosotros.
Lo que más me emociona de Calvino es, sin duda, la última página de Las ciudades invisibles.
El infierno está entre nosotros. Vivimos en el infierno. Todo consiste en saber detectar las situaciones de no-infierno.
Reconocerlas, darles un espacio y hacerlas durar.
Palabras de Marco Polo al Kublai Khan.
Un abrazo fuerte.
Isabel. Soy calvinoanalfabeto. No he leido nada suyo, pero me has animado a hacerlo. A ver si estas fiestas aprovecho. otro más a la lista, que se transforma con los días en una hilera de frutraciones o de libros y de historias que nunca leeré.
ResponderEliminarUtilizas para hablar de esta nueva era digital un término con el que no acabo de entrar: "democratización de las palabras". Creo que todos estos cambios que estamos viviendo tienen mucho de positivo. La jornada Machadiana del otro día es un buen ejemplo, o el hecho de que podamos compartir tanta gente aficiones y pasiones afines. Es el poder de la red. Un poder al que las buenas gentes no acabamos de sacarle todo el partido, porque bien utilizado podría cambiar muchas cosas, podría ser una potente herramienta transformadora. Pero quien nuevamente lo está utilizando para fines espúreos son los de siempre, bajo la palabra mágica de democratización. Cuando leo en algún sitio Democracia me pongo a temblar. Es una palabra que se utiliza, como diría Valente, de manera mendaz. Contiene en su interior valores contrarios a los que se definen en su sentido etimológico y...
Bueno, lo dejo, que si sigo te doy un mitin
Me gusta mucho tu modo de explicar las cosas, "sosegada, al amor de la lumbre"
!Salud!
Soy "fan" de todos vosotros. Os admiro y aprendo de cada línea que compartís.
ResponderEliminarGracias por hacerme disfrutar no sólo con vuestros "posts" sino también con la literatura epistolar que generáis con ellos.
Es un auténtico placer leeros.
Perdona mi intromisión pero
ResponderEliminar¡¡¡ALELUYA AMINATOU A CASA ESTA NOCHE!!!
BESOS PARA TODOS/AS
Mariel, se nota cuando entras. Una bocanada de aire puro, reivindicativo y luchador te delata.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Ningún libro digital reemplazará el placer de un libro impreso. Es un placer casi pecaminoso en ocasiones.
Toquemos los libros físicos y estos libros virtuales. Somos afortunados.
Besos y prohibido no volver.
De intromisión, nada. Menuda noticia traes, querida paloma mensajera. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Bien!!!!!!!
ResponderEliminarGracias, Laura.
Mariano José, yo también soy analfabeta en muchos, pero que en muchísimos autores. Cuando era más joven e indocumentada, aspiraba a leerlo todo o, al menos, "leer todo lo que se debía leer". Con el tiempo, entendí que era imposible, absolutamente inabarcable. Entonces consideré que leería lo que me saliera de mis narices, fuera o no política o literariamente correcto. Dejó de darme culpabilidad si dejaba de leer algo "absolutamente imprescindible". En cada momento, según te dé. Y si es releer y no ampliar horizontes, pues no pasa nada, que bien que nos gusta a todos volver de viaje a las ciudades que nos han cautivado por una u otra razón.
ResponderEliminarPontificar sobre lecturas es una estupidez en la que no pienso incurrir. Nunca he aguantado demasiado tiempo a los que pretenden imponerme lecturas (¡Déjeme, amigo, que tengo ojos y criterio para equivocarme por mí misma! No me coja de la mano, que ya soy mayor). Que cada cual lea lo que le pida el cuerpo o el alma, que bien sabemos lo que se nos hace necesario en cada momento.
Calvino entretiene. Sabe escribir. Goza de una imaginación desarrollada y es muy cómplice con el lector. Tal vez no sea uno de los más grandes, pero también los menos grandes tienen sus derechos y sus aciertos.
Me pasa lo que a ti con los libros acumulados y la falta de tiempo. Así, siempre. Ya ves... Un ristra me aguarda y el otro día voy y me engancho con uno que ya había leído ("Memorias de Adriano", de la Yourcenar). Somos así. La lectura, como la escritura, es impredecible. Plantéate intenciones para deshacerlas a cada instante. ¡Ea, lo que salga!
Apunto lo que dices sobre palabras como "democracia", "democratización" y similares. Me citas a Valente, para mí argumento de autoridad. Lo admiro por su rigor. Es posible que así sea. Bajo esas palabras igualitarias y tan bonitas a veces se encubren muchos ineptos para vivir de los esfuerzos de otros o para exigir una porción del pastel que no les corresponde. No todos somos iguales. No todos valemos para todo. La mayor desigualdad es pedir lo mismo a cualquiera, sin atender aptitudes y otras circunstancias.
¡Qué galimatías! Espero haberme explicado, porque son temas difíciles de tratar sin caer en demagogías baratas.
Me alegro de verte por aquí, Mariano José, como siempre. Bien sabes que te estimo.
¡Salud!
¡Ah, Mariano! Gracias por tu elogio. A mí también me gustan tus modos de narrar, lo sabes.
ResponderEliminarPor cierto, fíjate qué lío. Todo desde Machado. Espero poder estar a la altura.
¡Salud!
Y para mi es un auténtico placer tenerte por aquí, Zoe, que bien sabes que tengo debilidad por perderme en tu bella página. Te lo he dicho alguna vez y te lo reitero: es como si fuera a darme un paseo por uno de esos claustros que a mí me gustan, como el de San Juan de los Reyes en Toledo o el de la Colegiata de Santillana de Mar. La misma sensación me produce tu casa: paz, recogimiento, amor a las pequeñas cosas, la paciencia del quehacer diario... Tanto y tan bueno.
ResponderEliminarPor lo que te digo, no aprendes tú sola. Por fortuna, todos aprendemos de todos. Si no fuera así, no merecería la pena.
Un besazo.
José Antonio y Marcela, bienvenidos a vuestra casa. Ya os conozco un poco tras haberos visitado. Sé que vamos a hacer buenas migas.
ResponderEliminarAviso a navegantes: atención a Marcela. Dará que hablar.
Isabel, más allá de que coincida contigo en disfrutar con Italo Calvino, adentrarme en tu post ha sido un enorme placer. No sé explicarte muy bien: me ha dado un sosiego que asociaría mentalmente a un sumergirse en unas aguas calmas, templadas, de lago especular. Ese vocabulario exquisitamente hilvanado, esa conducción hábil hacia el núcleo, la presentación... Releo el primer párrafo y lo encuentro como un bombón de la comida de las letras.
ResponderEliminarNo sabes cuánto maldigo disponer de tan poco tiempo en esta fase de mi vida. Tengo que regresar para leerte "limpia": sé que disfrutaré incluso más que ahora.
Gracias por este instante.
Un abrazo.
Lo siento, pero solo he leído de Italo Calvino "El barón rampante" y lo dejé a medias porque no me gustó, así que no puede hacer un comentario con fundamento. Saludos.
ResponderEliminarSusana, te agradezco tu visita muchísimo. Sé cómo andas y el escaso tiempo que tienes. Soy afortunada. Y doblemente por tu comentario.
ResponderEliminarSobre Calvino, doctores tiene la iglesia y sobre gustos, ya se sabe.
Siempre contigo. Un abrazo
Arobos, estás en tu derecho. A mí tampoco me gustan muchos que me dicen que deberían gustarme.
ResponderEliminarGracias por tu visita, resalao.
ACLARACIÓN DE UNA POBRE Y EXCEDIDA DESALMADA:
ResponderEliminarEste lugar, amigos, es un cobijo, un sitio humilde, un rincón donde se admiten a desalmados, tímidos, eremitas, dudosos, ignorantes, estetas con corazón, inteligentes sencillos y toda clase de fauna que no venga en plan dogmático ni intrasigente.
Aquí no se ha abierto ninguna cátedra de literatura. La Feliz Gobernación que nos rige jamás lo permitiría.
Así que cada uno haga y lea lo que le dé la gana y le salga de su entrepierna, que no me gustan las tribunas ni los altavoces.
No me confundáis con la retórica que no soy.
Os quiero a todos, más de lo que suponéis. Gracias, siempre gracias por estar ahí. Con vosotros, mi camino es más hermoso.
La rueda. El libro. La almohada. Los bocatas de calamares. No hay quien pueda con los inventos más simples.
ResponderEliminarGracias por Bogartizarme, Isabel.
(Bogart: otro invento simple imperecedero).
¡Qué razón llevas, Blanco! No hay quien pueda con lo más sencillo, con lo que nos sirve y nos servirá siempre.
ResponderEliminarMe hace gracia que metas en la lista a los bocatas de calamares. Estoy de acuerdo a medias. Los calamares por un lado y el pan por otro. Para mi gusto, claro. Ya sabes que aquí cada cual tiene su gusto y todos son respetados.
Hasta pronto, amigo. Y gracias por tu comentario. Te iba echando en falta, Bogart, cronopio, Blanco y basta.
Isabel, hoy de forma mas sosegada entro en tu blog; primero fué Mª Jesús desde su paradela, desde allí te leía y gustaba al hacerlo, hoy leo esta maravillosa entrada y veo que te has acercado a mi blog, gracias por la deferencia.
ResponderEliminarMe gustaría utilizar la palabra tan bien como tú, mi sobrina filóloga me dice que voy cargada siempre con un saco de acentos, puntos y comas a los que no saco partido, y es verdad, no soy persona de letras, mi asunto en el mundo es el de cuidar, trabajo de enfermera y ahí si que pongo pasión,así que si me aceptas tendrás una seguidora-alumna, para aprender de ti como de tantas personas que hace tres meses ni por asomo me hubiera imaginado, también soy novata en la red.
Ya está bien no. Besos
Laura, cielo, me encanta tenerte por aquí. Esta mañana entré en tu blog porque deseaba felicitarte personalmente. Yo no sirvo para reinvidicaciones que no sean literarias y admiro a los que lo hacéis tan bien. Me costó ponerte esa felicitación, porque el ordenador se me iba; pero compruebo que llegó a su destino y me alegro.
ResponderEliminarAhora que estoy en casa, con este ordenador que es más sosegado que el de mi trabajo, te reitero la petición y vuelo a ese cobijo azul tan bonito que tienes. Me ha gustado muchísimo. Transmite paz y sosiego y te aseguro que lo necesito.
Isabel, es un placer encontrar unas palabras sobre Calvino al que tanto aprecio. Sus obras de tono fantástico como las aquí comentadas y otras tan excelentes me atraen mucho, pero también me gusta ese Calvino que habla sobre las obras de otros, un Calvino generoso y admirado por la creación ajena, un gran lector (comparte mucho con Borges). Sus ensayos literarios o sus introducciones a diversas antologías son una delicia para descubrir.
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