martes, 19 de enero de 2010

UN DIVINO

En el Museo del Louvre, París
(Fotografía de Isabel Martínez)

Esta mañana, durante mi desayuno cotidiano de veinte minutos en una minúscula cafetería, llegó a mis oídos una extraña conversación a la que todavía doy vueltas. Algo así:

–Está fastidiado de verdad.
–Nunca se cuidó.
–Cierto, y ahora el cuerpo le pasa la factura. ¿Vas a ir a verlo?
–No, no creo. Definitivamente, no.
–Hombre, no seas así. Es un acto de caridad.
–Caridad es lo que le ha faltado a él siempre, sobre todo conmigo.
–Pero en esta situación...
–Me la sudan sus situaciones.
–Eres duro.
–Lo aprendí de él, de su excelencia, siempre por encima del bien y del mal, siempre un divino que no se ha dignado rebajarse con la plebe.
–Llevas razón. Se ha hecho insufrible, se ha ganado todas las antipatías, pero ahora su estado es de pena.
–Pues que se autocompadezca, que yo no voy a ir a dorarle la píldora a ese vanidoso.
–¿No te conmueve su enfermedad?
–A mí lo que me conmueve es el daño que me ha hecho desde que lo conozco.
–No todos somos iguales.
–Gracias a Dios.
–Tú eres compasivo.
–Con todos, menos con él.
–No puedes hacer excepciones.
–Las mismas que hizo conmigo, ni más ni menos.
–Bueno, pues allá tú contigo mismo.
–Eso. Sólo respondo ante mi propia conciencia. Y doy por zanjada esta charla.

Desde mi atalaya mañanera de diálogos pillados al azar, así ha sido. Más o menos.

67 comentarios:

  1. El rencor vivo, diría Rulfo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Suscribo a Pulgarcito, incluso a Rulfo.
    Hay gente que sale despedida con tal fuerza del corazón que queda demasiado lejos para ser visitada.
    Buen diálogo, sí señora!
    .-)

    ResponderEliminar
  3. El comportamiento humano,se repite como el ajo.....Cuando escuchamos cosas como estas -actitudes- nos quedamos atónitos.
    Valga tu relato atalayesco para la reflexión....
    Besicos.

    ResponderEliminar
  4. Pues esta conversación tiene "mucho arró que meneá", como dicen en mi pueblo. Este es un sencillo ejemplo de cómo los pecados de los padres los heredan los hijos (en el supuesto de que el enfermo fuera padre del interlocutor inmisericorde, como parece). La mayoría de nosotros tenemos trapos sucios en el armario, casi todos hemos pasado algún tipo de carencia por parte de nuestros padres, afectiva o de cualquier otro tipo; la única manera de deshacer el entuerto y evitar que este sucio testigo pase de generación en generación, es plantarse y decir: "te perdono, no fuiste perfecto, como tampoco yo lo seré con mis hijos; si quiero que ellos me perdonen tengo que perdonar yo primero, así iremos puliéndonos generación tras generación y se mantendrá la esperanza". Pero claro, el maldito amor propio...
    Me encantó.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Por desgracia no es un hecho aislado, ocurre con frecuencia y que quieres que te diga, desconozco el motivo, pero... existen personas que sólo viven para pensar en ellas mismas, disfrutan de la vida sin pensar en los demás, tienen hijos pero no les dan el mínimo afecto, porque lo que les importa es vivir, vivir su vida, anulando a todos los que le rodean. No pueden esperar cuando están enfermas o necesitan ayuda que les echen una mano; aunque parezca duro, sólo merecen recibir lo antes dieron ellos.
    A mi tampoco me daría pena, ni iría a verle, una persona que hace daño lo mejor es evitarla.
    Bicos

    ResponderEliminar
  6. Menudo odio... Siempre encontramos a alguien en nuestro camino que nos hace tanto daño que deseamos apartarlo de nuestro recuerdo para siempre. Pero creo que es un acto honorable rendir tributo a tus enemigos en el peor de sus momentos. Hace tiempo escuché la frase de un músico ,al que tengo una devoción casi divina, que decía "a nuestros enemigos, porque ellos nos dan la fuerza para seguir adelante"

    Buena pillada Isabel, por un momento te he visto enfrascada en gabán y sombrero con una libretilla roja mientras escuchas pezpicaz la conversación.
    La literatura al fin y al cabo es eso, la vida misma, la vida que a veces nos llega a traves de otros, con sus historias y demás.
    Un fuerte abrazo amiga mia.
    Fumador.

    ResponderEliminar
  7. El rencor no te deja vivir, hay que perdonar para poder ser feliz. Durante muchos tiempo tuve mucho rencor con una persona muy querida para mi, hasta que no me perdone a mi misma por tener ese rencor, no vi lo que realmente me ofrecía. Él se esta convirtiendo en otra persona igual al que esta enfermo, una persona antipatica. Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Tiene el alma herida, por eso actúa así.

    un saludo

    ResponderEliminar
  9. EStoy de acuerdo con "YO". Es una persona herida, al parecer mucho. No puede olvidar y eso al parecer dicta su decisión.
    Un beso

    ResponderEliminar
  10. - Pulgarcito, sí, rencor, ese odio enquistado que a nada conduce.

    - Lanita, lo peor es que cuando la gente sale de nuestro corazón, ya no nos interesa ni nos provoca nada, ni tan siquiera odio.

    - Cabopá, sí que nos repetimos los humanos como el ajo. Las emociones, sentimientos y formas de reaccionar no cambian, aunque cambie el mundo.

    - Mercedes, aquí sí que hay arroz para menear. En el supuesto de rencor hacia el padre, mejor olvidar el amor propio y perdonar, como dices. Más vale que así sea, porque las relaciones familiares no se eligen y nos marcan para siempre.

    - Dilaida, es que existen muchos egoístas sueltos que esperan lo que ellos nunca han dado. Pero la vida les responde como se merecen. Bicos, amiga gallega.

    - Fumador, es que más vale un enemigo inteligente que un amigo tonto, que éstos últimos dan mucho la tabarra. Y sí, se pilla cada conversación... Ésta es real. La escuché ayer por la mañana.

    - Lembranza, a veces el rencor hacia alguien que nos hiere mucho, nos salva a nosotros mismos de las garras del sádico. Es su cara buena y su amparo amable.

    - YO y Ciberculturalia, sí que me pareció una persona herida, y mucho. Se le notaba en la voz y en los gestos.

    ResponderEliminar
  11. Si quieres demostrarle algo valiente de verdad, perdónale. Uno no debe perder su norte, ni siquiera con la mala gente.

    ResponderEliminar
  12. Comparto la no compasión del dialogante. No me dan ninguna pena los seres divinos.
    Y allá yo también con mi conciencia.

    (Muy entretenido el diálogo)

    Un beso

    ResponderEliminar
  13. Cuanto odio hay en la piel de esta persona, el odio no se siente así de golpe, el odio va cultivándose poco a poco y parece ser que el que está enfermo logró sacarlo a relucir a traves de esa otra persona que no quiere ni verle,algo gordo le habrá hecho sín duda,y si son relaciones familiares peor que peor, la cosa está rota por los siglos de los siglos.Petonets guapa.

    ResponderEliminar
  14. Conozco a gente con esa dureza de corazón, están más enfermos que el moribundo y no lo saben.
    Quiero pensar que al final va a verle, como aquellas dos viñetas del TBO: "Primero dijo...".
    Te imagino en la cafetería como Van Johnson e "A 23 pasos de Baker Street"

    ResponderEliminar
  15. Cuanto más quieres a la gente, más profunda es la herida, si te hieren. Pero yo he comprobado que lo importante es ser mejor que el otro (por alegría personal), no tan malo o peor que el otro, porque eso perpetúa el odio o la venganza y nunca satisface (creo).
    Pero, evidentemente, cada uno debe llegar a sus propias conclusiones.

    ResponderEliminar
  16. Dificil es el perdonar ,cuando la herida aún está abierta ,pero es más dificil, vivir con el odio ocupando el corazon.
    yo tambien confío que al final ,fuese a vistar al enfermo y pudiese limpiar la herida del veneno del rencor.

    ResponderEliminar
  17. Quisque, cuando era un niño, se compró una balanza para pesar la felicidad. Desde hace un tiempo sólo mira el platillo de lo positivo y cuando se desequilibra mira hacia el otro extremo y suelta lastre. Quiere hacer su tesis en economía de la felicidad fuera de la caridad cristiana.

    Salud

    ResponderEliminar
  18. Tienes toda la razón: si existe odio, todavía queda algo.

    ResponderEliminar
  19. Yo añadiría una frase que acabo de escribirle a uno de mis seguidores a propósito del personaje de Diego en "Maldita": "Una generación que no ha perdonado a la anterior es una generación perdida".
    Nos vemos.

    ResponderEliminar
  20. Carlos, Thornton, Anusky, María Jesús y Mercedes, estoy de acuerdo con todos vosotros.

    Cada uno es como es como es. Cuando nuestra naturaleza no es rencorosa, lo mejor es perdonar, aunque no existan motivos para el perdón y el sentido de la justicia lo desaconseje.
    El rencor emponzoña el alma. Personalmente, jamás me ha valido como arma de defensa.

    Sí es cierto que -si me siento herida por alguien- aunque no responda con la misma moneda, intente alejarme, al menos interiormente si no me es posible otro escape.

    Incluso, diría que la postura de María Jesús es sabia. Es cierto que, cuanto más quieres, si te hieren la herida es más profunda. Sin poder evitarlo, cada uno nos comportamos según nuestro temperamento y, como a ti, Paradeliña, a mí no me satisface ni me vale pagar con la misma moneda.

    Y absolutamente de acuerdo, también, con Mercedes. Podríamos tergiversar en este caso aquella frase evangélica y decir: "El perdón os hará libres".

    Seamos valientes, Carlos. De eso se trata.

    Liberemos al corazón del pesado fardo del odio, Anusky, porque bien sabemos que es una emoción negativa en la que nos hacemos daño a nosotros mismos.

    P.S.- Thornton, esa peli no la he visto, y ya me has picado la curiosidad, porque ésta es ya la segunda conversación de cafetería que ha llegado a mis oídos de forma azarosa y, ambas (ésta y la anterior), me han sobrecogido. ¡Cómo habla la gente de los otros!

    ResponderEliminar
  21. Raticulina y Geni, entiendo vuestra postura y, en el fondo, la admiro.

    Me gustaría no compadecerme de los divinos y egoístas que joroban todo lo que pueden al prójimo; pero, al final, me enternezco. Sé que tontamente, pero así es. En algunas situaciones, conviene ser malo en defensa propia. Pero con la familia me resulta imposible.

    Un gran abrazo a las dos.

    ResponderEliminar
  22. Quisque, una buena filosofía la tuya. Tal vez por eso eres un cielo.

    Yo también quiero hacer esa tesis o, quizá, llevo media vida enredada en ella. Y sin enterarme, que es peor.

    Un grandísimo beso, amigo mío.

    ResponderEliminar
  23. Lanita, el odio es un sentimiento muy fuerte y muy potente. Aturde, como el amor.

    El alejamiento definitivo sólo lo da la indiferencia, difícil de lograr -si me apuras-, pero alcanzable.

    Un grandísimo abrazo.

    ResponderEliminar
  24. Yo viví muy de cerca una situación parecida y creo que, cuando el dolor es muy fuerte, porque la herida procede de un familiar muy cercano y la afrenta es muy grave, es necesario olvidar. Y cuando ya lo has conseguido, suele venir un tercero a pedirte que perdones y reabre la herida... No es fácil, probablemente requiere el mismo tiempo que tardaste en olvidar.
    (...)
    Difícil e interesante tema.

    ResponderEliminar
  25. Según las circunstancias hay que actuar.
    Si se trata de padres a hijos, o a la inversa. merece la pena una reconciliación.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  26. Habitualmente olvido, y perdono, y habitualmente quiero cambiar.

    Entiendo muy bien a quien zanja la charla. Y no sé si atreverme a decir que le admiro.

    ¡Salud!

    ResponderEliminar
  27. Is@Hz, te entiendo y te admiro. Quisiera para mí esa fortaleza, porque de la familia no es fácil alejarse sin perderse uno mismo.

    Un gran abrazo y gracias por pasarte por esta casa, que ya sabes que siempre está abierta para ti.

    ResponderEliminar
  28. Kety, por el comentario que le he hecho a Is@hz, ya sabes que coincido contigo.

    Siempre es precisa la reconciliación entre padres e hijos y entre hermanos. Sólo la excluiría en el supuesto de un acto vil (entiéndase: delito, abuso sexual y lindezas por el estilo).

    Un grandísimo abrazo.

    ResponderEliminar
  29. Mariano, qué te voy a decir si somos iguales.

    Yo también admiro la sangre fría de esas personas que se protegen sin remordimientos por no perdonar. Pero no es nuestro caso, que los románticos tienen la sangre caliente y apasionada.

    ¡Salud!

    ResponderEliminar
  30. Pues no se si me da mas tristeza la enfermedad del que está chungo, es decir de la perosna que hablan o del que está lleno de odio.
    Ufff debe ser horrible vivir así, con ese rencor.
    Y lo digo yo, que entre mis conocidos tengo fama de tener "mala leche", pero al lado de ése soy un angelito.
    Y ahora en serio, para qué tanto odio si al final no nos lleva a ninguna parte.

    En el grupo de gente siempre hay uno de cada. El soberbio que se cree superior a todo el mundo. La señora que tiene manía a los niños que juegan en la calle. La vecina/o que se queja por cualquier ruido. El que se cree que todo el mundo está contra él...

    ResponderEliminar
  31. Madison, sí que tiene ser horroroso vivir con tanto rencor. El odio todo el día acaparándote los pensamientos... Uf... Al final, lo único que consigues es fortalecer la presencia del odiado en tu interior.

    Y sí, hay de todo en el mundo, esa es su riqueza, aunque no creo que exista nadie absolutamente soberbio, absolutamente quejica, absolutamente maniático o absolutamente llorón. Son facetas, rasgos, unos más predominantes que otros, pero cualquiera nos sorprende a la mínima de cambio y nos muestra una cara desconocida y que nos sorprende. Aunque entiendo tu magnífico razonamiento, porque existen seres con un rasgo tan marcado que no dejan ver el resto.

    Un grandísimo abrazo y me ha alegrado mucho verte por aquí.

    ResponderEliminar
  32. Pues por una vez me voy a poner de parte del "malo". ¿De cuál de ellos, dirán? Del que habla. Sepa Dios qué cosas le habrá hecho el "divino" para que un hombre, al que el interlocutor llama compasivo, se niegue a ir a visitarlo. Por otra parte, no lo está hiriendo, ni le está dando veneno, ni le está negando el pan ni la aspirina, sino sólo la visita al enfermo. Eso es ya signo de amistad u obra de caridad, y quizás el hombre ha dicho que ni una cosa ni la otra.
    No obstante, posiblemente yo hubiera ido a verlo. O no, depende. Al fin y al cabo se trata de una conversación muy sugestiva, pero sin detalles ni matices.
    La transcripción, perfecta.

    ResponderEliminar
  33. Perdón por mi insistencia, pero en el caso que yo os digo no había ni odio, ni rector; sólo dolor, sobre dolor. Y por el medio muchas decepciones en conatos de acercamiento.

    ResponderEliminar
  34. Tengo un caso mas menos cercano y de alguna manera entiendo esa conversación, a veces nos labramos nuestro amargo final, con todos los meritos posibles habidos y por haber.
    Besos.
    Pedro

    ResponderEliminar
  35. Qué buen oído tenés!
    Chusma de alma resultaste!
    Pobres los tres.
    El enfermo porque está mal.
    El que odia porque va a estar mal (se va a enfermar seguro con tanto veneno) Mas le vale no morderse la lengua.
    El tercero, por no ir tampoco a visitar al enfermo y encima dudar del otro...

    Más fácil ser bueno.

    Saluti e baci

    ResponderEliminar
  36. Qué buen oído tenés!
    Chusma de alma resultaste!
    Pobres los tres.
    El enfermo porque está mal.
    El que odia porque va a estar mal (se va a enfermar seguro con tanto veneno) Mas le vale no morderse la lengua.
    El tercero, por no ir tampoco a visitar al enfermo y encima dudar del otro...

    Más fácil ser bueno.

    Saluti e baci

    ResponderEliminar
  37. Qué buen oído tenés!
    Chusma de alma resultaste!
    Pobres los tres.
    El enfermo porque está mal.
    El que odia porque va a estar mal (se va a enfermar seguro con tanto veneno) Mas le vale no morderse la lengua.
    El tercero, por no ir tampoco a visitar al enfermo y encima dudar del otro...

    Más fácil ser bueno.

    Saluti e baci

    ResponderEliminar
  38. Clares, bien por tu valentía.

    También me suelo poner de parte de los heridos durante largo tiempo.
    La enfermedad luce mucho, pero el dolor es callado y no se muestra.

    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  39. Is@Hz, ¿te parece poco el dolor? Yo lo veo un motivo más que bastante.
    Un gran abrazo que te consuele.

    ResponderEliminar
  40. Trankilo, qué razón llevas.

    Existe gente que hace oposiciones durante toda su vida a ser inaguantable. Después, que no se quejen de la plaza ganada con tanto esfuerzo y tesón.

    Miles de besos, amigo.

    ResponderEliminar
  41. Querida Nina triplicada, siempre es más fácil ser bueno para determinados caracteres, como el tuyo y, tal vez, como el mío.

    Pienso como tú, porque no me sale de otra manera, aunque no te creas: sigo intentándolo. Lo mismo consigo ser borde y más que borde con algunos que bien se lo merecen.

    Muchísimos besos, dulce amiga.

    ResponderEliminar
  42. No todo el mundo tiene la capacidad de pensar que las cosas negativas mueven muchos mundos sutiles..., también las positivas. A mi entender, es mejor ser consciente de esta realidad. Hay muchas cosas que el ser humano no es capaz de dirigir, dominar o reproducir; una de ellas es el tiempo. El nuestro, el de los demás, y aunque a veces, lo necesitamos y tengamos la suerte de disponer de él, no debemos pensar que esto siempre será así. Cuanto antes perdonemos, antes nos encontraremos mejor. El rencor sólo sirve para envenenarnos. Aunque fuere por egoismo, yo, antes perdono que arraigar en mi corazón el rencor: ese veneno que nos mata sin piedad.

    Menos mal, que yo, no suelo tener encendida mi antena parabólica en las cafeterías. Se me atragantaría el café.

    Besossss

    ResponderEliminar
  43. "Ojo por ojo...
    lo entiendo, aunque creo que no es lo mejor.
    Saludos

    ResponderEliminar
  44. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  45. Por favor, Isabel, es buenísimo!! No sabes cómo me río con esas conversaciones pilladas al azar. Son el azar mismo. Ya sé que no es la primera vez que las pones en tu blog... para mí inauguran una serie, la de las conversaciones escuchadas, yo pondría etiqueta y todo, jeje. Me recuerda varias cosas. Primero a esos autores realistas a los que todos deberíamos leer más a menudo, que iban a los cafés a cazar conversaciones, giros, frases, lugares comunes, para luego enriquecer sus novelas y hacerlas verosímiles. Y luego me recuerda al análisis conversacional: consiste en grabar una conversación espontánea (lo que tú haces, más o menos), transcribirla y luego analizarla desde una óptica lingüística, psicológica, sociológica, antropológica... Es alucinante hacerlo, darnos cuenta de cómo somos y cómo queremos ser a través de nuestras palabra espontáneas. Me divierto enormemente leyéndote, imagino a los interlocutores y lo veo en grande, en el cine casi... Cuida't molt!!!

    ResponderEliminar
  46. Muchas veces el rencor no nos dejas escuchar nuestra conciencia

    Abrazos

    ResponderEliminar
  47. Lunska, por lo que habrás visto y leído, me pasa como a ti. Entre mis defectos, que son muchos, no se encuentra el del rencor. Basta con una sonrisa de quien me ha mosqueado y todo se me pasa y, a veces, sin necesidada de sonrisa, con sólo pensar que la persona en cuestión podía tener problemas y los ha pagado conmigo.

    Pero entre nosotras: somos unas tontas.

    Besos.

    ResponderEliminar
  48. Ramón, a mí también me divierten estas conversaciones. Si hasta ahora sólo he metido dos en el blog es porque el resto han sido, según mi criterio, puramente irrelevantes y caóticas, las propias de un café con los compañeros de trabajo.

    Ojalá pille más de esas que me persiguen y no descansan hasta que las transcribo. Más o menos, claro, que no voy con un grabador a la cafetería. Les estoy tomando el gusto.

    Cómo me alegra que te hayas divertido. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  49. Cornelivs, amigo estresado, relájate y respira. Un abrazo tranquiliazdor.

    ResponderEliminar
  50. Vivoenlared, el "ojo por ojo" yo, también, creo que no es lo mejor, pero allá cada cual.
    Un saludo y gracias por comentar. Vuelve cuando quieras.

    ResponderEliminar
  51. Felipe, lo que dices es verdad. Aunque lo mismo lo es porque matamos la conciencia con respecto a alguien a quien le tenemos rencor.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  52. Cuando hay una herida o lesión desde hace tiempo, meses , años, la primera fase de la cura es el perdón.

    Si queremos ir más allá hay que comprender al otro y los hechos que ocasionaron el daño.

    Sanar es comprender a la víctima, al agresor y la circunstancia y aceptar los hechos como algo que hace crecer por dentro, como crece la carne de una herida engangrenada, cuando cura.

    Cuando todo está en su sitio, ya no son necesarias ni las presencias, ni las ausencias; todo está en su sitio y sobreviene la calma y la paz.

    Esto es un trabajo terapéutico para liberarse de daños muy profundos y para que no se quede el rencor pegado en nuestras células.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  53. Buen trabajo Isabel!!

    Yó, no puedo guardar rencór. Es imposible, siempre termíno perdonando.

    Pero comprendo a las personas que les cuesta hacerlo.

    Pienso que lo mejor es quitarse de encima, aquello que nos produce amargura, cuanto antes.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  54. ¿ves?, mi memoria es como la de un pez, que dicen que dura un minuto...Ja,ja,ja. Se ve que vino la luz, y retomé tu lectura. Ya no me acordaba de tu antena parabólica.

    Pues ¿sabes?, si que es cierto que somos tontas, pero al mismo tiempo, como te he dicho antes en el comentario, aunque sólo sea por egoismo, para que el rencor no me corroa por dentro y me destruya, lo perdono todo, o eso creo.

    Besos

    ResponderEliminar
  55. Laura, tú sabes mucho de curar cuerpos y almas, así que acato tus palabras sabias. Como siempre, son un bálsamo reparador.

    Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar
  56. Querida Maripaz, nos parecemos. Sin ser rencorosas, nos alejamos de quien nos lastima. Es humano y no tenemos ninguna razón para soportar a sádicos.
    Un millón de besos, amiga.

    ResponderEliminar
  57. Lunska, haremos el pelotón de las tontas, pero tontas que huyen de los divinos fustigadores, ¿vale?

    Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
  58. Cuando se siembrasn vientos se recogen tempestades, decía mi padre.
    Resulta difícil entender lo que puede haber tras el corazón de las personas, pero hay daños que causados consciente o inconscientemente, no se perdonan. Eso desde fuera es sin duda una lástima.
    Isabel, quiero también agradecer sinceramente desde tu rincón tu seguimiento y comentarios en mi blog.

    ResponderEliminar
  59. Pinto, ese refrán debe ser común a muchos puntos de España. También por Murcia se dice y lo he escuchado desde siempre.

    Contestando con otro refrán, de origen visigodo: "Que la mano se atenga a la mano".

    Y es que los rencores responden con igualdad equitativa.

    Gracias a ti por comentar, hombre, que es un placer acudir a tus dos blogs.

    ResponderEliminar
  60. El rencor y el odio nos calcome poco a poco y nos aleja de nuestra sensibilidad,generando una sensación de pobreza espiritual,pero esto es de humanos y difícil de controlar.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  61. José Antonio, pasiones humanas que nos empobrecen.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  62. El odio hacia el otro es la mayor fuente de desgracia. A veces resulta inevitable. Pero la felicidad se consigue dando a los demás, a los que te rodean, a los que se acercan, lo mejor de ti mismo. Esa actitud vengativa -explicable en muchos casos- es una fuente de tristeza para el que odia. Un saludo tras esta breve ausencia.

    ResponderEliminar
  63. Arobos, cómo me alegro de tu vuelta, amigo.
    Como tú, pienso que el odio es motivo de desgracia. Te acapara el pensamiento y eso no es bueno, porque no deja paso a otras ideas.

    Darse a los demás, siempre abre el cerebro y lo ventila. Sin dudas, es preferible.

    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  64. Una entrada muy interesante. Creo que en muchas ocasiones las personas recibimos la respuesta que nos merecemos. Si maltratamos a los demás, los machacamos sistemáticamente o los ignoramos, si les hacemos daño sin compasión, ¿por qué regla de tres deberían los demás compadecerse de nosotros cuando estamos en un apuro? Si no damos siquiera un poquito de amor y comprensión ¿qué esperamos recibir a cambio? En el diálogo que has puesto no sabemos quién es el enfermo ni que relación tiene con el que se niega a visitarlo, ni tenemos idea de qué clase de maltrato le ha dado. Pero sí está claro algo: que ha sido intenso y prolongado en el tiempo. Ahora le toca a él sentirlo (si es que lo siente, claro, algo que dudo). Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  65. Isabel Romana, de acuerdo contigo en todo lo que dices. Porque cada uno recoge lo que siembra.
    Y, efectivamente, no sabemos qué relación existe entre el "divino" y el que no quiere saber nada de él.
    Un abrazo muy fuerte, gracias por pasar por aquí y voy a visitarte.

    ResponderEliminar
  66. (te puse un comentario y no lo veo)

    Que cada uno cargue con sus actos. Muchas veces nos da pena lo que le pasa a otros y olvidamos que tal vez es producto de sus propos pasos.
    Muchas gracias por visitarme, un beso

    ResponderEliminar