Ruinas del templo de Apolo, Delfos
(Fotografía de Isabel Martínez)
Desde fuera, dos puntos trazan la línea, la vida. En el punto de la izquierda, llegas solo. En el punto de la derecha, te marchas solo. En medio, miles de puntos, donde estás solo o acompañado.
Desde dentro, existen curvas que los demás no perciben. La pasión del giro.
Es la geometría no explicable, la analítica visible o invisible. Depende de si se observa la línea o de si se conduce en las curvas.
Que líneas hermosas las tuyas que me curvan el alma. Siempre un placer leerte. Un beso enorme maestra,
ResponderEliminarMaia querida, no aguantamos muchas la línea y nos da por las curvas, la pasión de la existencia.
ResponderEliminarBesos siempre y gracias por tus palabras exageradas hacia mi persona.
De punto en punto.
ResponderEliminarCreemos que vamos en línea recta, pero es sólo un espejismo.
Lo mejor, encontrarnos en esos puntos intermedios.
Besitos, querida Isabel.
"La pasión del giro". Justamente eso es lo que hace que la vida sea tan fascinante. Las curvas son "la sal" de la vida, querida Isabel.
ResponderEliminarBicos
que bella descripccion del camino de la vida !!!!
ResponderEliminaral que a veces nos empeñamos ,en añadirle más curvas de las necesarias ,tal vez ,en un intento de demorar la llegada a la meta.
Un besazo
Virgi, de punto en punto, hacemos líneas y cículos y elipsis...
ResponderEliminarA ní también me gusta encontrarme contigo.
Besos, encantadora Virgi.
Dilaida, absolutamente de acuerdo. El giro y el quiebro hacen a la vida fascinante.
ResponderEliminarBicos, galleguiña.
Anusky, sí que en ocasiones nos da por la tontuna de hacer curvas cuando la meseta nos permite las rectas. Aunque llevas razón en eso de que puede ser por nuestro afán de saborear el camino y dilatar la llegada a la meta, como ocurre con los buenos libros. Cuando estoy en uno que me apasiona, demoro la lectura todo lo que puedo, porque no quiero acabarlo. El placer de las estaciones intermedias, podríamos decir.
ResponderEliminarBesazos para ti también. Muaks.
Prefiero las curvas a pesar de que a veces sean muy pronunciadas y puedas derrapar... qué aburrido caminar en línea recta ;-)
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Para que luego nos digas que tú eres de letras!
ResponderEliminarVeo que, además, eres una gran geómetra, experta en la perspectiva de la pasión, doctorada en el análisis de los puntos de fuga de los sentimientos y en los vericuetos de la trigonometría del alma. Pero eso sí: sin escuadras ni cartabones.
Preciosa entrada, de trazo firme y preciso, que no ha de ser necesariamente rectilíneo, por supuesto.
Un abrazo.
Isabel, veo que te manejas muy bien en el relato breve. Éste tiene mucha sustancia, metafórica, metafísica, hiperbólica, geométrica y otras palabras esdrújula que ahora no me acuerdo.
ResponderEliminarUn placer la lectura.
Mucho dicho con pocas palabras, diría que casi la vida misma. Quizás falte ese detalle importante de la psicología social, que intenta conocer como se influye la gentre entre si, durante ese camino descrito.
ResponderEliminarUn abrazo
La linea recta es la más difícil de seguir. Es la coherencia. Es la que vale la pena. Es fatigosa, y promete el horizonte que nunca llega. De ahí que convenga caminar sobre ella. Las curvas en el cuerpo, o en las olas, o en las montañas, o en un arco de medio punto, o en un electrocardiogama, o en la almendra de un par de ojos, o en una nube, en el mancha de vino dentro de la copa, en un chicle, en Gaudí, en la grupa de un burro, en una botella de cava, en un violoncello, en un sombrero, en las gafas de Bolaño, en la boina de Pinilla, o de Baroja, en la firma de Vila-Matas, en la S de DeSalmada ...
ResponderEliminar¡salud!
En mi sucesión de puntos atravieso por un rulo vertiginoso.
ResponderEliminarA veces deseaba poder llegar al punto, pero ahora pienso en encontrar líneas paralelas...
Baci, Isa.
Paloma, también prefiero las curvas y los caminos no señalizados. Las líneas rectas suelen ser aburridas y llevan al adormecimiento.
ResponderEliminarUn abrazo sinuoso y curvado.
Jose, ¡y tan de letras! Si me hablas de trigonometrías y ni sé lo que son, jajajaja. Si a eso le unimos mi astigmatismo, resulta que ni con regla me sale una línea recta. Como dices, “sin escuadras ni cartabones”, que llegué gris, casi ahogada, torcida y enredada en tres vueltas de cordón umbilical. El médico le dijo a mi madre que padecería del corazón y no sabía el hombre cuánta razón tenía en sentido metafórico, porque la dolencia física nunca la tuve.
ResponderEliminarReferente a los doctorados del alma, la experiencia en esguinces pasionales y el master en sentimientos curvilíneos, ahí agacho la cabeza y los admito. Aunque, en muchas ocasiones, te aseguro que no quisiera tantos méritos de esta especie.
Un beso de los grandes.
P.D.- Me ha encantado tu comentario, figura.
José Antonio, me gustan de vez en cuando estas cosicas breves. Son idóneas para expresar determinadas sensaciones o pensamientos.
ResponderEliminarTambién he disfrutado con el tuyo. Te ha bastado muy poco para rendir un gran tributo a Nina Simone.
Gracias por las esdrújulas (las adoro).
Pinto, la vida desde el punto de vista de un obsesivo de la geometría podría ser. Mira en grandes proporciones, desde arriba y los humanos somos puntitos mínimos y sin importancia. Él mira líneas. Nosotros nos mareamos en las curvas.
ResponderEliminarLa perspectiva social está tocada mínimamente en ese estar solo o acompañado que se apunta.
Lo que deseaba era resaltar la soledad intrínseca de todos y cada uno de nosotros.
Un abrazo, amigo.
Mariano José, para algunos la línea recta nos resulta imposible, por muchas conveniencias que se le prediquen. La intentamos, pero…
ResponderEliminar¿Ves? A mí me gustan más las curvas de ese comentario tuyo que tan bien me ha enredado: las del cuerpo, las de las olas, montañas, Gaudí y toda la hermosura literaria que nombras.
La S de desalmada es doble curva peligrosa, no apta en grandes dosis para corazones sensatos.
Salud, querido Hablador.
Nina, saldrás del rulo, porque es un principio básico que no hay rulo que resista los embates de un alma noble, como la tuya lo es.
ResponderEliminarEstás en pie y en guerra. Vencerás.
Baci, mi dulce Nina.
Pues sí, en tan poco espacio hay que ver la amplitud del relato.
ResponderEliminarQuien toma muchas curvas al final seguro que se la pega, por el contrario, en linea recta es mas dificil y mas eguro, pero ahí esta la cuestion tomar curvas para ver lo desconocido aún a sabiendas del riesgo que se corre. Un placer leerte.
Sin consultar el oráculo de la Sibila ni cantar con las Ninfas del río, los entonados y hermosos versos con la lira de Apolo, no yerro si vaticino que:
ResponderEliminarTengo el origen de un 26 del mes que los romanos dedicaron a la diosa Juno y no sé cuando está escrito mi final, pero lo espero.
No me gusta la línea recta, ni lo plano, ni lo llano. No me gusta lo fácil. No me gusta el derrotado horizonte que, sin señales de vida, renuncia cobardemente a conquistar tierras y cielos.
Me gustan las curvas; lo montes y los valles; las montañas que agarran al cielo y atrapan sus nubes y que me dicen “Si quieres sabes lo que hay detrás de mi, ven y conquístame”. Me gustan las curvas de un camino porque no es tan importante el salir y el llegar como el viajar y el descubrir el misterio y la belleza que hay detrás de cada curva.
Y sobretodo, me gusta la exquisita geometría compleja del cuerpo de una mujer que con curvas cóncavas y convexas de infinitos puntos de encuentro, dibujan a la perfección la línea de la vida. Entre esos valles y esos montes quisiera yo recostarme y abrazarme para morir y nacer así a una vida eterna.
Gracias Isabel por despertarme los sentimientos.
Un abrazo
Que bien has entendido la vida y nos la explicas en tan pocas líneas. Un beso.
ResponderEliminarYo también la intento... pero mi camino tiene más curvas que la carretera de Sa Colebra.
ResponderEliminarTe lo digo porque la primera parte del comentario de antes me ha quedado un poco calvinista . Y la verdad es que mi condición es siempre contradictoria, por eso le doy valor a la coherencia
¡Salud!
Se me hace necesario evitar las líneas rectas, necesito girar, y hay algunos que vienen de frente, a mi encuentro, y se enojan cuando giro...
ResponderEliminarCurro, me alegro de verte.
ResponderEliminar¿Sabes? Lo bueno de las carreteras curvas es que te la pegas y amén o te haces conductor diestro y perito en sortearlas. Pura inyección de adrenalina para mantener el corazón joven.
Un abrazo.
Man, en seguida cumples en el mes maravilloso de junio que Juno protege. Lo apunto para felicitarte.
ResponderEliminarPero qué comentario más bonico, arrebatador y poético. “El derrotado horizonte”. “Si quieres saber lo que hay detrás de mí, ven y conquístame”.
El misterio y la belleza de las curvas, de tus curvas; de tus caminos y no de las metas ni de los puntos de partida.
Te aplaudo con ganas y te vitoreo.
Olé, olé y olé. Se despertó el poeta que llevas disfrazado de ingeniero.
Me ha encantado, gran hombre.
Un beso.
Carlos, ¿tú crees? No pienses que la vida se deja entender así como así. Al menor descuido, un desplante, un respingo o una voltereta. Así se las juega esta señora misteriosa, que no se deja apresar por nadie y se dice y se desdice para mantenernos a todos con la boca abierta. Es muy suya y muy nuestra. Pura contradicción.
ResponderEliminarBesos, querido profe.
Tranquilo, Mariano, que quienes te conocemos sabemos que no eres calvinista. Un romántico como tú y una “no se sabe” como yo necesitamos coherencia, porque sueltos somos tremendos.
ResponderEliminar¡Viva la coherencia desde la contradicción!
¿Sabes? El otro día, en tu blog, también a mí se me arrebataron las palabras y puse un “gótico” que no correspondía, porque no era exacto. Pequé en el concepto y en la palabra, y bien sabes que esos pecados avergüenzan a los palabreros. Suplico tu perdón, que ya hice propósito de enmienda.
¡Salud!
Buenoooo. Lo tal para mi: rectas, curvas, mixtas, quebradas, onduladas y hasta espirales.
ResponderEliminarPero, en honor a la verdad, las espirales siempre hacia afuera, aunque no sepa a donde me llevan.
Por aquello de estar sin injertar.
Pulgarcito, pertenecemos a la raza de los curvos, qué le vamos a hacer. Es nuestro sino, nuestra condena y nuestra bendición. Quienes se te enojen, allá ellos. Yo ya ni los veo.
ResponderEliminarAbrazos.
Querida hada ministra no injertada, no sabía que andaba tan puesta en estas lides geométricas. Me asombro y deduzco, pero callo y no otorgo.
ResponderEliminarBicos siempre, queridiña.
¡Que breve es esa linea que va de punto a punto!
ResponderEliminarNo puedo evitar acordarme, querida Isabel, de estos versos:
"¿Que es la vida? Una frenesí.
¿Que es la vida? Una ilusión
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son".
Un enorme abrazo...!
Siempre una línea recta sería un aburrimiento, las curvas nos dan emoción. Un saludo llenos de puntos que se unen.................................................................................................................................................
ResponderEliminarAntes las curvas tenían sentido. Estaban trazadas por los movimientos de los dioses en nosotros...Hoy son más difíciles de trazar y su sentido se nos escapa.
ResponderEliminarEntre el principio y el final debería de haber algo más que una linea: un salto a otra dimensión. Un abrazo.
Es una manera geométrica de ver la vida. Lo que ocurre es que las líneas rectas brillan, en nuestra vida, por su ausencia. Mucho más si la miras desde dentro, que es desde el único punto desde donde podemos verla. La de los demás siempre puede parecernos como una línea entre dos puntos. La propia siempre es espiral o curva o quebrada...
ResponderEliminarOpto por la las curvas, por vivir con el peligro en los talones, aunque me rompa los morros, las líneas rectas son seguras, pero muy aburridas. Y, total, a final vamos todos a terminar en el punto de la derecha, solos. Aunque yo tengo esperanza y espero otro punto más, y otro y...
ResponderEliminarInteresante reflexión.
Un abrazo, amiga Isabel.
Muy buena reflexión!!!,abrazos
ResponderEliminarDemasiada velocidad en la curva me lanzó al margen, y allí estoy anhelando una vía...recta, curva, láctea, me da lo mismo.
ResponderEliminarHa dado de sí tu críptico microrrelato. He dado muchas vueltas sobre mí misma leyendo los comentarios.
Un abrazo
Amiga Isabel quedo perpleja cuando te leo. 'Qué envidia sana!
ResponderEliminarUn abrazo
"Desde dentro, existen curvas que los demás no percibe. La pasión del giro".
ResponderEliminarMe sumo a este párrafo,me va,me va, me vá...
He intentado imaginar en el espacio de las letras los "dos puntos" fisicamente....y con tus palabras tan bien trazadas lo he conseguido....
Me ha gustado esta reflexión en forma de microrrelato....BESICOS.
Me encanta tu reflexión sobre los caminos de la vida.
ResponderEliminarYo no tengo muy claro que es lo que prefiero, si las curvas o las rectas. Aunque viéndome creo que me veo más de subidas y bajadas.
Has utilizado pocas palabras para decir mucho.
Un beso Isabel
Veo que en tu viaje (supongo a Grecia, que esta de moda, parece a pesar de los acontecimientos), te has impregnado de algo de la filosofía de los maestros.
ResponderEliminarMe apasiona la geometría, las curvas fueron mi delirio y casi mi ruina, pero nunca pensé que se pudiese describir la existencia de esta forma.
Besos.
Vita puntum, querida amiga. Y luego las curvas o las rectas, la soledad y la compañía, de todo hay. Pero sobre todo, el tiempo fugitivo.
ResponderEliminarEscueta, profunda y acertada. Como siempre.
ResponderEliminarUn beso querida Isabel
Cornelivs, cómo me has dado en el gusto con Don Pedro y su Segismundo, que “La vida es sueño” es para mí placer de dioses. Es un encanto compartir contigo este gusto, “ay, mísera de mí, ay infelice”. Apuremos los cielos, puesto que cometimos el mayor de los delitos que nos trajo a la mejor vida que conocemos.
ResponderEliminarBesos gozosos y clásicos.
Mamé, es que las curvas son el territorio de quienes no somos rectilíneos.
ResponderEliminarBesos con puntos……………………………………………………………………….
Mateo, sí que debería haber algo más. Esa idea consuela a nuestros intelectos ávidos de eternidad. Ojalá sea así. ¿Quién sabe?
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Arobos, siempre conducimos por carreteras secundarias llenas de curvas. Creo que todos, aunque algunas vidas nos parezcan líneas rectas y de autopistas en llanura. Si andamos con las sandalias de otro, sabemos el mareo de las curvas. Pero tienen la virtud de hacernos crecer.
ResponderEliminarBesos.
Mercedes, me da la impresión de que importa poco nuestra opción personal. La curva es lo que toca, aunque nos rompamos los morros” (qué grafica estuviste). En todo caso, siempre nos podemos aplicar ese refrán que dice: “Agárrate, que vienen curvas”.
ResponderEliminarBesazos grandes, querida amiga.
Fiaris, gracias por tus palabras.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti y sujétate en las curvas.
Rat, tienes el freno pisado y has abierto las puertas a la Vía Láctea. Tu velocidad te ha despejado puertas de belleza sin fin. Existen curvas que desembocan en la más pura espiritualidad.
ResponderEliminarTe lo decía el otro día en tu blog, que andaba enredada con esto de las curvas. Me hizo gracia que tú también. Homónimas y curvadas.
Besos, amiga curvilínea.
Kety, de perpleja a perpleja, no salimos de perplejidades ni de palabritas que nos enreden. Tú con las cervantinas que me hechizan, así que la admiración es recíproca.
ResponderEliminarUn beso de los grandes.
Si andar por línea recta fuera lo más conveniente, Dios no se habría tomado la molestia de crear a la mujer…
ResponderEliminarUn bessssssso con muchas curvassssss, Issssabel!!!
Cabopá, nos va eso porque estamos vivas, vivísimas.
ResponderEliminarA costa de ser una pesada, reitero aviso: mira en tu correo, que el Magnífico Presidente de los Mares, nos honra para asarse de calor en estas tierras.
Besos tórridos.
Madi, tengo claro que no es cuestión de preferencias, sino de destino ineludible.
ResponderEliminarMe gusta tu imagen de carretera con subidas y bajadas. Ahí, los gusanillos en el estómago.
No nos libramos por ningún lado.
Besos y gracias por tus amables palabras.
Pedro, aconsejo Grecia encarecidamente. Estuve hace dos años, aunque siempre he estado allí, desde siempre, desde niña. Es la cuna de nuestra civilización. No pude dejar de emocionarme en el Ágora antigua de Atenas, por allí se paseaban los amados filósofos (amantes de la sabiduría). Ellos nos enseñaron a pensar. Amo Grecia y me apena su actual situación.
ResponderEliminarPara un español, Grecia es como una segunda patria. Son como nosotros: mediterráneos, afables, conversadores…, deliciosos.
Si me pierdo algún día, que me busquen allí.
Para ellos y para ti, mis besos.
Ah, y la existencia es una señora muy dúctil: se deja describir desde cualquier prisma. Le encanta que la manoseen.
Tempus fugit, querido Ramon.
ResponderEliminarOye, te cambiaste otra vez de careto o de letras para ser exacta.
Lo que tú quieras, rey.
Petons, querido amigo.
Carmen, es que hay pensamientos que se describen mejor con un trallazo de metralleta palabrera. Si entras a fondo y te extiendes, lo mismo se amarga una y existen ocasiones en que no apetece.
ResponderEliminarGracias por tu cariñoso comentario, que tanto me ha gustado.
Un beso grande y vivan las esdrújulas como “república”.
Alenka, las mujeres jamás optaremos por las rectas, ¿verdad? Somos así de curvadas, curvilíneas, serpenteadas, sinuosas y ondulantes.
ResponderEliminar¡Vivan las curvas!
Besos también para ti, con curvas, por supuesto.
Me quedo, definitvamente, con las lìneas curvas, me gusta imaginar la sorpresa que puedo encontrarme al salir de cada una de ellas. La recta es monòtona, aburrida, pretendiendo una perfecciòn que me parece insulsa...e insultante...
ResponderEliminarabrazos
Adelfa, la curva nos excita, es misterio, es... vida. Y estamos apegadas a la vida y a sus vaivenes.
ResponderEliminarBien señalas que la perfección es "insulsa e insultante" (qué bonito). Además, con sólo nombrarla, se evapora. ¿Por qué quienes se creen perfectos son envarados y lineales? Que nos amparen de los tiesos.
Un beso.
Ha sido un placer tomar las curvas contigo, Isabel. Me encantó.
ResponderEliminarUn beso
La palabra curvas la asocio a Marilyn Monroe. Lo siento, pero es así.
ResponderEliminarLo que me hace poner más serio es el "punto de la derecha". Dices que nos vamos solos y es verdad...ahí lo dejo.
Besicos, anfitriona perfecta.
Bendita geometría de la palabra que de líneas y curvas, nos lleva al un viaje por la vida y el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Carlos, por unirte al viaje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Thornton, la palabra curva en la mente de los hombre suele derivar en las curvas femeninas. Lo entiendo y no has de sentir nada.
ResponderEliminarPasaremos por alto la seriedad y recordaremos estos días con nuestro querido Tordon, amigo para siempre.
Un beso grande, Presi.
Gaia, siempre estamos de viaje en esta vida. Gocemos del camino cuanto podamos.
ResponderEliminarUn beso.
Preciosa reflexión. Venimos provocando dolor y nos vamos causando dolor también. Así que estamos casi obligados a recorrer con risas y alegría el trayecto entre esos dos puntos dolorosos. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarIsabel, cuánta razón llevas. Venimos y no vamos causando dolor. La vida arranca y cesa con dolor. De nosotros depende no llenarla en el trayecto con más del imprescindible.
ResponderEliminarBesos.
Hola amiga , un placer volver por tu casa y leer tus entradas nuevas , que maravilla de palabras y imagen.
ResponderEliminarBesos de MA para ti.
Muchas gracias, MA.
ResponderEliminarOtro beso para ti.
A esto le llamo yo hacer las cosas fáciles. Creo que es preferible conducir y no prestar mucha atención a por dónde se entra o por donde se sale. Es ahí donde se nos permite una cierta libertad, aunque sólo sirva para darnos alguna que otra torta en función de lo rápido que vayamos. Sería peor no tener ninguna, y de las tortas no nos salva nadie.
ResponderEliminarExcelente foto. Me encanta.
De los porrazos es difícil librarse. Será que estamos vivo.
ResponderEliminarGracias por pasarte, Xocas.