martes, 21 de abril de 2015

DE LIBROS Y LECTURAS

The conservatory, de F.J. Bannerman

No necesito un día especial para acordarme del libro, de la lectura, una de las actividades más placenteras que conozco. Leer forma parte de mi transcurrir cotidiano; no puedo pasarme sin hacerlo, lo mismo que no me concibo sin escribir. Pero no me sacia cualquier libro, sino solo aquel que consigue conmoverme y que, al tiempo, está bien escrito, porque si no se atiende a la forma puede resultar hasta frustrado el fondo; fondo y forma se dan la mano y se amalgaman en íntima simbiosis. En un mundo donde se publica mucho —no todo bueno, pues existen autores que no utilizan bien ni les interesa la herramienta básica de su oficio: el lenguaje—, es de agradecer un libro bien escrito. La pulcritud, la expresividad, la precisión y la armonía en la escritura se agradecen. Y es que no me vale leer cualquier cosa, aunque sí diré que cualquier libro puede interesarme si el autor es hábil y sabe usar ese vehículo maravilloso de expresión que tenemos los humanos: la lengua. 
     Cuando leo a un autor, percibo su cultura, su habilidad o ineptitud en el manejo del lenguaje, su sistema de valores, su pericia fabuladora, su educación, su sentido del humor o la ausencia total del mismo. Leer es un acto de comunión con otro y, a estas alturas de mi vida, solo me apetece comulgar con aquellos que demuestran un infinito amor hacia lo que hacen, lo que supone un texto maduro, corregido. A quienes escribimos nos gusta lidiar con el lenguaje, nuestra arma, nuestro instrumento; investigamos sobre sus posibilidades, lo estudiamos sin cesar. No concibo que alguien que a sí mismo se considera escritor no sea consciente de lo importante que es el uso correcto de las herramientas que permiten ser calificado como tal. La voluntad de estilo la supongo de principio, por lo que no me convencen los autores que escriben de forma descuidada, resaltando únicamente la trama y olvidando el vehículo con el que nos la muestran. Son maneras de escribir más primarias, más cercanas al lenguaje coloquial y cotidiano; pero, para escribir literatura, se requiere otra disposición de ánimo. Y a mí me interesa leer literatura, no sucedáneos.
     Que los dioses nos libren de gastar nuestro tiempo en libros malos. Con tanta buena literatura existente, no nos debe importar dejar sin leer aquello que no merece parte de nuestras horas. «Sobre gustos, no hay nada escrito», como sentencia el refrán, lo que implica, en este caso, que cada cual lea lo que le apetezca. Así lo haré también, tal como lo hago siempre; pero, eso sí, en un envoltorio adecuado de palabras y construcciones gramaticales. Quien no quiera ofrecernos así el regalo que se dedique a la narración oral y no atente contra el lenguaje. Como indica Enrique Vila-Matas: «Ningún escritor es bueno hasta que aprende a corregir. Pero atención: tampoco corregir es tan fácil como a primera vista pueda pensarse», y es que, como ya dijo el gran Miguel Espinosa: «El talento es bondadoso y modesto, amén de paciente». 

14 comentarios:

  1. Gracias a todos por vuestra compañía y vuestros comentarios en el blog.
    Grandísimos abrazos.

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  2. Me gusta especialmente cuando una escritora como tú habla de escribir. Todo lo que dices me encanta hablarlo y el espacio se me queda corto.
    Lo que no cabe duda es que cuando algo que lees te asombra es porque hay un gran trabajo previo.
    Celso Castro dijo en una entrevista sobre su último libro que se llevó un mes con cada párrafo.
    Cada vez tengo más por leer y me estresa perder el tiempo leyendo lo que no me gusta.
    Gran abrazo.

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  3. Desde luego las lecturas que no llenan, lo mejor es dejarlas, porque sino hasta se te queda la cara de avinagrado. Muy buena la frase final.

    Besos Isabel.

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  4. Comulgo con lo que tan acertada como cuidada y bellamente expones.

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  5. Es enriquecedor lo que dice alguien que es un iniciado en el arte de las letras como tú desde el punto de vista del lector. El escritor, en mi humide entender, debe ser un prolífero y agudo lector antes de lanzarse a la maravillosa aventura de jugar con las palanbras, que poco tiene de juego y mucho de laboriosidad, dedicación y, como bien apuntas, corrección.

    Un beso grande, Isabel.

    Fer

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  6. Toda sabiduría, así es como te veo. Un fuerte abrazo.

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  7. Toda sabiduría, así es como te veo. Un fuerte abrazo.

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  8. Cuando has leído mucho, o bastante (nunca es mucho) adquieres un sexto sentido respecto a las palabras y a la narratología. Supongo que a alguien que ha visto mucha pintura le ocurre lo mismo... Pero ambos son conceptos muy diferentes, escribir y narrara, incluso divergentes. Ha habido gente que escribía muy bien y en cambio no sabía contar una historia. Y al revés. Son talentos que no necesariamente van juntos. Cervantes, ese gran constructor de historias, escribía francamente mal en ocasiones. Si lees con ese espíritu crítico y puñetero la primera salida, por ejemplo, te das cuenta. Y más: a lo largo de la novela se puede observar en múltiples ocasiones. No, no escribía bien, pero su dibujo de los personajes era impresionante, y su capacidad de emocionarnos, y de decir muchas cosas más de las que se percibían en la primera lectura, también. Ocurre con muchos otros. Mi admirado Aldecoa, por ejemplo, que en sus cuentos es tan convincente, en sus novelas es pesado, plúmbeo, no conmueve, no tienen alma... y mira que escribía bien. (POrque ese sería otro tema, la diferencia existente entre diferentes marcos narrativos...). Pero en general estoy de acuerdo contigo: es importante corregir, cuidar la forma... Un beso.

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  9. Coincido totalmente con lo que expresaste con tanta claridad. En los últimos tiempos dejé más de un libro por la mitad -o menos- por no tener una forma cuidada y que condiga con el fondo.
    Un abrazo, Isabel.

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  10. Vivir, leer y aprender... se aprende a escribir leyendo.

    Un abrazo.

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  11. Mi querida Isabel:

    Nunca te había dejado un comentario tan falto de palabras pero ante lo que en esta entrada has expuesto, solo tengo la necesidad de usar algunas, sonarían huecas, para decirte que estoy totalmente identificado contigo. Has sido clara y concisa!

    Te dejo un fuerte abrazo.

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  12. Pues sí, no vale la pena perder el tiempo con libros que no nos atrapan.
    Yo antes era incapaz de dejar un libro a medias. Ahora ya no, hay demasiado y bueno que leer.
    Besos

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  13. Bueno, si los dioses me libran de gastar mi tiempo en libros malos, me voy a tener que entretener viendo fútbol o haciendo sudokus...
    Abrazos, siempre

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  14. Querida Isabel, me ha encantado tu texto lleno de sabiduría en el arte de saber elegir lo mejor a la hora de leer.
    Sabes de mi admiración por ti y tus letras.
    Un beso.

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