El invierno suele tener mala prensa; pero a mí me gusta el frío, no lo puedo evitar. Pese a algunos males que me rondan y se agudizan en invierno, me gusta el frío. Mi cabeza está despejada, rápida y creativa.
Durante el otoño avanzado, el invierno y la inicial primavera, la ciudad donde vivo me permite escribir y corregir a mis anchas, meterme en nuevos proyectos, atender muchos frentes. Atrincherada en mi despacho, tan a gusto mientras observo por instantes cómo transcurre el día, sea luminoso o nublado, con lluvia o con viento, soy feliz en mis cosas. En el mes de enero de este año, incluso, nevó durante dos horas largas, cosa que no ocurría en Murcia desde hacía treinta y cuatro años.
Durante el otoño avanzado, el invierno y la inicial primavera, la ciudad donde vivo me permite escribir y corregir a mis anchas, meterme en nuevos proyectos, atender muchos frentes. Atrincherada en mi despacho, tan a gusto mientras observo por instantes cómo transcurre el día, sea luminoso o nublado, con lluvia o con viento, soy feliz en mis cosas. En el mes de enero de este año, incluso, nevó durante dos horas largas, cosa que no ocurría en Murcia desde hacía treinta y cuatro años.
Fuera del tiempo indicado, este lugar se convierte en puro fuego, lo que me afecta mucho, ya que la cabeza se me embota, las ideas se me enturbian, el sueño me gana la partida en las largas siestas y, en general, me entra una desgana que solo me sacudo cuando voy al reclamo del mar, a darme larguísimos paseos (de hasta 10 kilómetros) por su orilla y a bañarme cada poco.
Pero estamos en invierno, un invierno insólitamente frío en mi tierra, y voy a mil por hora sin ponerme metas ni estresarme. Lo último que he concluido estos días ha sido preparar los documentos, batallar con las portadas y subir a Amazon las versiones digitales de mi libro de relatos Linaje oscuro y de mi poemario El nervio de la piedra.
Con respecto a Linaje oscuro, ha pasado ya el tiempo y vuelven a mí los derechos de edición impresa y digital cedidos en su día a la editorial, por lo que me he animado a meterlo en formato ebook en Amazon. Conserva la misma imagen de portada —el recorte del famoso cuadro de Monet que dio nombre a la corriente pictórica del impresionismo: Impresión, sol naciente—, si bien le he avivado los colores.
A este libro le tengo un grandísimo cariño, tanto por ser el primero que publiqué como por las grandes satisfacciones que me ha dado y me sigue dando, tanto de crítica como de lectores satisfechos.
Como novedad en el poemario, he introducido un prólogo. Lo escribí en 2014, el mismo año de publicación del libro, a instancias del poeta amigo Ángel Aguilar Bañón. Él, que tuve la suerte de que me introdujera durante la presentación del libro en Albacete, me indicó que las palabras que dije (las que había preparado para los actos promocionales iniciales) eran muy clarificadoras para un poemario denso y oscuro, y me aconsejó para una hipotética segunda edición que se las agregara como prólogo o introducción. No ha habido segunda edición (ya se sabe lo poco que vende la poesía), pero sí que he aprovechado la oportunidad de la subida del ebook a Amazon para incluirle el prólogo.
En fin, que hay que aprovechar el invierno y aquí sigo con mucha ilusión en otras cosas.
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