El otoño, de A. Vivaldi, barroco delicioso que anticipa en esta pieza la estación que entrará en breve, una de las más hermosas del año en colorido.
Amo la música barroca y os dedico esta hermosura a todos con cariño.
Es estupendo gozar de buena salud, aunque no reparemos en ello, porque sólo advertimos que somos frágiles cuando nos falta aquélla. Cuando, de repente, nuestra magnífica y endeble vitalidad se ve entorpecida por un declive de naturaleza física, y este declive se transforma en meseta y guarda la rutina de los días y de las noches, la mente se ampara en pequeñísimos detalles, en palabras de almas sensibles que inyectan fuerzas en el corazón cansado, en gestos de almas nobles que arropan la malherida humanidad con una sensibilidad que sana.
Por diversas circunstancias de las que no quiero acordarme, el cuerpo que me sirve de instrumento ha tenido que ser sometido a una intervención quirúrgica. Pequeña, no deseo exagerar, pero para mí de cierto calibre, ya que ha sido la primera vez que he entrado en un quirófano y tenía un buen susto metido dentro. Tonto, pero cierto, para qué engañarme y engañaros. No soy ninguna heroína ni la más valiente del mundo. Es más, esta puñetera imaginación mía –a la que le estoy tan agradecida en circunstancias normales– ha campado sin bridas y no ha tenido el más mínimo sonrojo en presentarme muerta por un fallo en la dosificación de la anestesia. Por supuesto que no verbalicé en voz alta la fantasía. Reconozco la exageración y me la reconocí en su momento y me reí de ella –que si no me río, no me luce–, pero quién sujeta a la «loca de la casa», a los miedos libérrimos, a la sensación de desamparo en que caemos cuando nos sentimos débiles.
Ese decaimiento de la fuerza vital nos convierte en seres frágiles y ansiosos de cariño. En ese estado, se aprecia especialmente un gesto cálido, una palabra alentadora, una actitud compresiva, un hermanamiento en lo que, en suma, forma parte de lo que somos, aunque no nos guste y, menos aún, vivirlo como protagonistas. En esos momentos, somos conscientes de golpe de la auténtica fuerza que mueve el mundo. Aunque es muy probable que ya supiéramos que lo importante no es el dinero, ni la fama, ni el poder, ni la prevalencia de un humano sobre otro, en ese estadio disminuido se hace más patente y se afirma sin fisuras.
He tenido mucha suerte, y la sigo teniendo, porque personas maravillosas me han arropado con paciencia y me han nutrido con esa fuerza que no es otra que el amor. Sólo el amor resiste los envites del tiempo, la bruma de los días, el acíbar de quien no lo siente internamente. Porque sólo el amor tiene ojos para ver el alma de los seres. Porque sólo el amor se entrega sin esperar contraprestaciones, ya que es gratuito y, como decía la copla (quitemos hierro a la solemnidad), «el cariño verdadero ni se compra ni se vende». Porque sólo el auténtico amor nos quiere como somos, con nuestras luces y con nuestras sombras, y no nos exige nada. Porque propio del amor es darse, pero darse uno mismo, sin cálculos en posibles beneficios futuros, sean de índole monetaria o emocional.
El amor es indefinible, y como decía Lope de Vega en relación al amor pasión y yo amplío aquí a cualquier manifestación que lo guarde, «quien lo probó, lo sabe». Pero esa indefinición no obsta para que seamos muy conscientes de cuándo lo recibimos y de su poder curativo sobre el cuerpo castigado y el alma sufriente. He de admitir que tengo suerte, que el mayor tesoro del que un humano puede sentirse satisfecho, lo doy y lo tomo a diario. Ahora, aún en estado de convalecencia y de reposo, he tenido y tengo la fortuna de recibir ese bocado exquisito, esa ambrosía de los dioses, de vosotros. Y me faltan palabras para agradeceros tanto y me faltará vida para demostraros que el amor siembra amor, que el amor es lo único que permanece, que el amor, cuando es verdadero y no se lo disfraza, es generoso y se multiplica, es la piedra filosofal que transmuta en oro nuestra existencia.
Siempre soy agradecida con todos y a todos os estoy agradecida. Quizá penséis que tanto agradecimiento es ridículo, pero soy sincera y no sé disimular. Las palabras que escribo directamente, sin estar en la piel de un personaje, las siento y, aunque soy algo tímida para hablar de mí o de mi entorno, cuando rompo la barrera de esa timidez, jamás escondo hipocresía. Supongo que os pasará lo mismo, a pesar de los numerosísimos rumores que ponen de manifiesto lo que se miente en internet, porque nos vamos conociendo y sé captaros a la inmensa mayoría. Por eso, no creáis que hago retórica hueca cuando os expreso mi agradecimiento.
Gracias a todos por vuestros comentarios que me llenan de fuerza y de optimismo.
Gracias a los que me habéis hablado al oído con una sensibilidad que me ha ayudado mucho: gracias, Virgi; gracias, Cabopá; gracias, Man; gracias, Thornton.
Especialmente, y desde lo más hondo de mi corazón, porque toda palabra es poca para agradeceros vuestro apoyo continuo, vuestra presencia diaria, vuestros ánimos generosos: gracias, Nina; gracias, Maia; gracias, Ramón. Con vosotros he comprobado que existen seres que dan cumplimiento en su existencia a las hermosas palabras de San Pablo: «El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue».
Prometo estar totalmente en órbita cuando las circunstancias me lo permitan. Hoy por hoy, aún he de tener paciencia durante un tiempo, de ahí que seguiré con esta lentitud impuesta, con esta falta de rapidez en atender mi blog y los vuestros. Al menos, de vez en cuando gozo de un pequeño respìro que me permite venir, leeros y pasar un rato magnífico.
Para terminar, os contaré que en este pesado reposo estoy leyendo un libro precioso y muy acorde con el tema de esta entrada: El amor verdadero, de José María Guelbenzu. Una gozada para el alma. Bien escrito, con poso, de aliento largo. Alguien a quien aprecio y de cuyo criterio me fío, avivó mi interés por adquirirlo. Gracias, Ana, lo estoy disfrutando de veras. Y qué mejor final para esta entrada que una de las frases de este libro:
«Dinero, gloria, poder, sexo… ¿por qué no acaban de ser una compensación ante la dolorosa contemplación de la luz en la decadencia? Pero queda lo que en verdad acompaña a los más afortunados, a aquellos que han conocido, por sentimiento, inteligencia y esfuerzo, el amor verdadero».
Por diversas circunstancias de las que no quiero acordarme, el cuerpo que me sirve de instrumento ha tenido que ser sometido a una intervención quirúrgica. Pequeña, no deseo exagerar, pero para mí de cierto calibre, ya que ha sido la primera vez que he entrado en un quirófano y tenía un buen susto metido dentro. Tonto, pero cierto, para qué engañarme y engañaros. No soy ninguna heroína ni la más valiente del mundo. Es más, esta puñetera imaginación mía –a la que le estoy tan agradecida en circunstancias normales– ha campado sin bridas y no ha tenido el más mínimo sonrojo en presentarme muerta por un fallo en la dosificación de la anestesia. Por supuesto que no verbalicé en voz alta la fantasía. Reconozco la exageración y me la reconocí en su momento y me reí de ella –que si no me río, no me luce–, pero quién sujeta a la «loca de la casa», a los miedos libérrimos, a la sensación de desamparo en que caemos cuando nos sentimos débiles.
Ese decaimiento de la fuerza vital nos convierte en seres frágiles y ansiosos de cariño. En ese estado, se aprecia especialmente un gesto cálido, una palabra alentadora, una actitud compresiva, un hermanamiento en lo que, en suma, forma parte de lo que somos, aunque no nos guste y, menos aún, vivirlo como protagonistas. En esos momentos, somos conscientes de golpe de la auténtica fuerza que mueve el mundo. Aunque es muy probable que ya supiéramos que lo importante no es el dinero, ni la fama, ni el poder, ni la prevalencia de un humano sobre otro, en ese estadio disminuido se hace más patente y se afirma sin fisuras.
He tenido mucha suerte, y la sigo teniendo, porque personas maravillosas me han arropado con paciencia y me han nutrido con esa fuerza que no es otra que el amor. Sólo el amor resiste los envites del tiempo, la bruma de los días, el acíbar de quien no lo siente internamente. Porque sólo el amor tiene ojos para ver el alma de los seres. Porque sólo el amor se entrega sin esperar contraprestaciones, ya que es gratuito y, como decía la copla (quitemos hierro a la solemnidad), «el cariño verdadero ni se compra ni se vende». Porque sólo el auténtico amor nos quiere como somos, con nuestras luces y con nuestras sombras, y no nos exige nada. Porque propio del amor es darse, pero darse uno mismo, sin cálculos en posibles beneficios futuros, sean de índole monetaria o emocional.
El amor es indefinible, y como decía Lope de Vega en relación al amor pasión y yo amplío aquí a cualquier manifestación que lo guarde, «quien lo probó, lo sabe». Pero esa indefinición no obsta para que seamos muy conscientes de cuándo lo recibimos y de su poder curativo sobre el cuerpo castigado y el alma sufriente. He de admitir que tengo suerte, que el mayor tesoro del que un humano puede sentirse satisfecho, lo doy y lo tomo a diario. Ahora, aún en estado de convalecencia y de reposo, he tenido y tengo la fortuna de recibir ese bocado exquisito, esa ambrosía de los dioses, de vosotros. Y me faltan palabras para agradeceros tanto y me faltará vida para demostraros que el amor siembra amor, que el amor es lo único que permanece, que el amor, cuando es verdadero y no se lo disfraza, es generoso y se multiplica, es la piedra filosofal que transmuta en oro nuestra existencia.
Siempre soy agradecida con todos y a todos os estoy agradecida. Quizá penséis que tanto agradecimiento es ridículo, pero soy sincera y no sé disimular. Las palabras que escribo directamente, sin estar en la piel de un personaje, las siento y, aunque soy algo tímida para hablar de mí o de mi entorno, cuando rompo la barrera de esa timidez, jamás escondo hipocresía. Supongo que os pasará lo mismo, a pesar de los numerosísimos rumores que ponen de manifiesto lo que se miente en internet, porque nos vamos conociendo y sé captaros a la inmensa mayoría. Por eso, no creáis que hago retórica hueca cuando os expreso mi agradecimiento.
Gracias a todos por vuestros comentarios que me llenan de fuerza y de optimismo.
Gracias a los que me habéis hablado al oído con una sensibilidad que me ha ayudado mucho: gracias, Virgi; gracias, Cabopá; gracias, Man; gracias, Thornton.
Especialmente, y desde lo más hondo de mi corazón, porque toda palabra es poca para agradeceros vuestro apoyo continuo, vuestra presencia diaria, vuestros ánimos generosos: gracias, Nina; gracias, Maia; gracias, Ramón. Con vosotros he comprobado que existen seres que dan cumplimiento en su existencia a las hermosas palabras de San Pablo: «El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue».
Prometo estar totalmente en órbita cuando las circunstancias me lo permitan. Hoy por hoy, aún he de tener paciencia durante un tiempo, de ahí que seguiré con esta lentitud impuesta, con esta falta de rapidez en atender mi blog y los vuestros. Al menos, de vez en cuando gozo de un pequeño respìro que me permite venir, leeros y pasar un rato magnífico.
Para terminar, os contaré que en este pesado reposo estoy leyendo un libro precioso y muy acorde con el tema de esta entrada: El amor verdadero, de José María Guelbenzu. Una gozada para el alma. Bien escrito, con poso, de aliento largo. Alguien a quien aprecio y de cuyo criterio me fío, avivó mi interés por adquirirlo. Gracias, Ana, lo estoy disfrutando de veras. Y qué mejor final para esta entrada que una de las frases de este libro:
«Dinero, gloria, poder, sexo… ¿por qué no acaban de ser una compensación ante la dolorosa contemplación de la luz en la decadencia? Pero queda lo que en verdad acompaña a los más afortunados, a aquellos que han conocido, por sentimiento, inteligencia y esfuerzo, el amor verdadero».
Cómo te entiendo...
ResponderEliminarMejora y ánimos.
Y bss.
Me derretiste. Es una látima que uno esté tan lejos, que haya un océano tan inmenso que nos separe. Pero el cariño que se te profesa, doy fe, es tan inmenso como ese océano, y por eso, supongo, lo sentís.
ResponderEliminarNo nos damos cuenta de la suerte que tenemos de estar sanos hasta que por desgracia nos ataca alguna enfermedad o accidente por muy pequeños que estos sean, está claro que sin salud nos somos nadie, pero como tu bien dices nos queda el amor, pero que no nos falte la salud... un saludo y mejorate muyyyyyyyyyy pronto.
ResponderEliminarCuídate mucho Isabel y cúrate lo antes posible.
ResponderEliminarUn besazo cargado de cariño y energía positiva.
Jose, no sé la causa, pero me llega mucho ese "cómo te entiendo" que me pones.
ResponderEliminarTambién tus ánimos y tus besos.
Gracias, amigo, y un fortísimo abrazo.
Curiyú querido, si tu calidez ha traspasado el Atlántico y me arropa como una manta confortable.
ResponderEliminarY sí, coincido en que es una pena tanta distancia que nos impide darnos un abrazote en persona.
Besos siempre.
Mamé, cuánta sabiduría hay en tus palabras, porque nos valemos del cuerpo para todo y cuando la salud se hace sentir como asunto prioritario, nos damos cuenta de lo importante que es.
ResponderEliminarUn beso grande.
Anusky, me llega tu energía positiva, me ampara y me mima.
ResponderEliminarMe cuidaré, qué remedio queda, y aceptaré que no llego a todo. Eso te enseñan las caídas.
Un besazo, majísima.
Gracias por compartir. En momentos así, buenas compañías y buena lectura. No sé si así la convalecencia dura menos pero, seguro, se hace más corta.
ResponderEliminarUn abrazo.
José Antonio, aprovecho y leo todo lo que puedo, que tengo muchos libros esperando. Éste que comento en esta entrada es largo, denso, preciso y precioso, como un diamante. Lo empecé hace dos días y me lo raciono, a pesar de su extensión, para que no acabarlo pronto, que cada párrafo es una exquisitez literaria y tengo el lápiz ya sin punta de tanto subrayar. Quiero disfrutarlo lentamente.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Es muy difícil ponerse en la piel de los demás. Cuando nosotros sufrimos es cuando somos capaces de hacerlo sin esfuerzo.
ResponderEliminarTe comprendo y me llegan tus sentimientos de agradecimiento y de amor especialmente porque acabo de salir también de un proceso bastante doloroso (físico y mental) que me dejó totalmente agotada y anulada como persona. Siento también ese agradecimiento infinito que comentas. Yo me sentí apoyada y querida. Nunca se puede agradecer suficiente. He aprendido también a com-padecer y a amar de una manera mas abierta, mas sincera y por eso me siento afortunada.
Yo también te doy a ti las gracias.
Un beso
Isabel...te entiendo perfectamente.
ResponderEliminarPrimero como Anna, un ser que siente y padece(en estos momentos )como tú, y después como enfermera, mi profesión vocacional en estos tiempos y desde hace 38 años.
Si estuviera cerca te cuidaria, no lo dudes.
El amor es el motor, es el impulso,doy gracias a la vida que no me falta y que no me falte...
Y la salud, se pierde y se recupera...para ello la mente juega un papel primordial...
Adelante y poco a poco...
Lo que necesitamos es Tiempo.
Gracias a ti por compartir con tanta sensibilidad.
Celebro que haya sido una intervencion sin importancia, pero a veces y cuando nunca se han tenido problemas, cremos que los hospitales no van con nosotros. Eso es para otros, hasta que nos llega y entonces, lo que se piensa en una camilla en las horas de espera, hasta se hace repaso de la vida.A mi el día del Bando de la Huerta, que fuí al Morales, porque me dolía el trasero, me operaron de una fistula y que mal lo pase, no se como no le pegué fuego al Hospital, pero me di cuanta de la gente, que es mucha y que lo pasa mal. Enfin que me alegro mucho de que estes bien y que vayas a tomarte un vino a los Huertos, a ver si nos vemos por alli y te invito, que yo soy cliente asiduo. Un saludo.
ResponderEliminarY que bueno que eres sincera porque es una cualidad "en desuso" como casi todas las cosas que nos eran normales...Que bueno que ya estas bien...y cuanta razòn tienes, nada valoramos mas que la salud cuando la perdemos...y pretender que nos den amor¿que de malo tiene?, especialmente cuando debe ser la savia de la vida...abrazos
ResponderEliminarGracias a ti, por ser agradecida. Virtud poco habitual en estos tiempos.
ResponderEliminarMejórate rapidamente, para poder alimentarnos con tu hermosa literatura.
Hola Isabel.
ResponderEliminar¿Cómo estás?
Siempre es bueno descubrirte con los sentimientos a flor de piel. Las enfermedades dejan huella pero aprendemos de ellas, valoramos lo que antes no valorábamos, la salud.
Luego, aunque uno no tenga nada, es feliz de sentirse bien y aprende a vivir.
Me siento muy cerca tuyo.
Alicia
Aproveché mi única estancia en un hospital para conocer un poco más sobre Gauguin y Cézanne.
ResponderEliminarCreo que me tenían "bien" dosificados los analgesicos porque lo recuerdo como cuatro días agradables. Espero que lo tuyo sea igual de leve. Energía y amor tienes BASTANTE en ti y cuenta con la que te enviamos todos tus seguidores. Buena música.
Un abrazo.
Isabelita, un beso grande y una confesión: yo también hubiese estado convencido de que se iban a equivocar con la dosis de anestesia... Ánimo que la cosa irá bien.
ResponderEliminarQuerida Isabel, veo que te repones bien, si ya estás pegada a la lectura. La salud la pasamos por alto hasta el día en que se queja, bien en nosotros o en los seres que amamos.
ResponderEliminarEntonces, el cristal con el que miramos la vida se oscurece. Te comprendo, sí, te comprendo.
Un abrazo grande, te escribo.
Mercedes, es que cuando sufrimos se exacerba la sensibilidad y estamos más tontones, por decirlo de alguna manera.
ResponderEliminarAún me queda un buen trecho por recorrer para salir de todo, pero tengo los ánimos alzados y las ganas de lucha alertas y listas para apostar siempre por lo positivo.
Me alegro de que tú conjugues en pasado (aunque sea un pasado muy reciente, pero pasado es), ese proceso que te dejó agotada. Entiendo lo que me cuentas y me hermano contigo, porque bien sabes que se agradece infinitamente.
Gracias, amiga. Me has emocionado.
Anna, sé que me entiendes, porque también sufres la enfermedad y sabes cómo limita y lo sensiblona que se pone una a veces.
ResponderEliminarSé que me cuidarías, porque las enfermeras sois ángeles en la tierra.
En todo caso, estoy absolutamente de acuerdo contigo en que la mente es primordial. Según cómo se encaren las cosas, nos llenamos de fuerza o de desidia. Pasé un bajón al principio, pero toqué fondo y me alcé y, desde entonces, mi ánimo es alegre y confiado, optimista incluso.
Sí, amiga, necesitamos tiempo. Luego, ni querremos recordar, porque el camino impedido de ahora es el que nos abrirá las puertas a otros diáfanos y llenos de felicidad.
Me agrada saberte acompañada, con el amor amparándote, que bien sabes que nutre mucho.
Gracias por ese comentario tan hermoso y que –como decía Mercedes en el anterior comentario– “com-padece”, hermosa palabra solidaria si la tomamos en su sentido etimológico y no en el peyorativo que ahora suele dársele.
Un beso, mis mejores deseos para ti y una buena carga de energía positiva.
Curro, gracias por tus buenos deseos.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que salieras bien de tu intervención en el Morales Meseguer y de que estés ya recuperado.
Lo del vinito en los Huertos del Malecón mira que me apetece, pero me temo que me va ser totalmente imposible este año, que quitarán los Huertos antes de que yo pueda estar en la calle. Me resarciré en la Feria del año que viene, que no te quepa duda.
Un abrazo.
Adelfa, siempre soy sincera cuando soy yo y no estoy literaturizando. Desde niña, se me da muy mal mentir o disimular. A lo más que llego es a la prudencia o a la cortesía, a buscar lo bueno a lo que aferrarme, pero nunca a disfrazar lo que pienso.
ResponderEliminarY cuánta razón llevas: ¿qué de malo tiene querer amor? Como bien señalas, es la savia de la vida.
Abrazos también para ti, querida amiga.
María Jesús, siempre agradezco y nunca olvido lo bueno recibido de alguien, como nunca olvido tu apoyo y tu presencia durante tanto tiempo. Sólo el amor subsiste y éste es más fuerte que el tiempo, incluso, y el que se ancla en el recuerdo.
ResponderEliminarIntentaré estar repuesta cuanto antes, pero este estado no es óbice para atender lo que más amo de las tareas de la vida: la escritura. De un modo u otro, siempre estoy en ella.
Un beso y gracias por tus palabras.
Alicia, estoy bien, en recuperación aún y lo que me queda, pero acabará y dejaré de sentir el cuerpo, que eso es lo bueno: no sentirlo, señal de que todo marcha correctamente.
ResponderEliminarComparto tu opinión de que las enfermedades dejan huella, sobre todo esa hermosa que apuntas de valorar lo realmente importante.
También te siento cerca y te agradezco tus palabras muchísimo.
Un beso.
Mateo, a mí me está pasando como cuando era pequeña y cogía una gripe: aprovecho y leo, charlo con mi familia y con los amigos que vienen a visitarme y me dejo mimar. En cierto modo, es una pequeña compensación que, creo, todos usamos.
ResponderEliminarGracias por tu energía, por tu amor. Y cómo me agrada que hayas disfrutado de Vivaldi. Es una pieza muy conocida, pero no por ello menos hermosa.
Un beso.
Ramón querido, ya ves que soy una miedica, aunque me haga la valiente. Me consuela que me entiendas y me consuela siempre tu inmenso cariño.
ResponderEliminarNo sé qué más decirte… Toda palabra es poca… Pues un petó ben fort (¿lo pongo bien?).
Virgi, mi chica guapa, a mí no hay dolor que me aparte de mi amada literatura. Sólo el día de la operación, que andaba algo tarumba con la anestesia y con los chutes de analgésicos que me pusieron, no leí. Después, me da lo mismo que me tire o pique la herida o los puntos o lo que sea. Todo se resiste mejor con un buen libro.
ResponderEliminarSé que me comprendes, lo sé, y no te preocupes por mí, que no me gusta moverme por bajíos pantanosos demasiado. Como tú, soy del Sur, y a los del Sur nos tira la alegría.
Un beso enorme, queridísima amiga.
Me alegro que hayas compartido tus temores y amores porque es la mejor manera de superar dificultades. Te envío todo el amor posible para tu pronta recuperación.
ResponderEliminarLo mejor de estar recuperándose, es todo ese tiempo que tienes para llenarte de buenas lecturas.
Yo también sintonizo con los colores otoñales y por eso te agradezo que nos lo traigas con las hermosas notas de Vivaldi.
Esta mañana, camino del trabajo, leía el relato de Horacio Quiroga "El síncope blanco" (lo tienes ahí, en esa antología que tu sabes) y me ha parecido una curiosa coincidencia que esta tarde leyéndote a tí y tus miedos a no salir del quirófano se mezclaran las palabras de Quiroga con las tuyas. Por suerte tu realidad supera cualquier literatura.
Un abrazo de amigo.
Otoño que entrega, emocionado, sus frutos a la vida, y arropa con su extasis cromático la gestación hivernal.
ResponderEliminarHacía tiempos no escuchaba este fragmento.
Si un día perdemos el alma, la música nos guiará a ella.
Un abrazo.
Querida amiga, no me cabe duda que con tu amplitud de miras y tu sensibilidad hacia las cosas bellas de la vida sabrás salir enriquecida de esta circunstancia no deseada.
ResponderEliminarUn abrazo muy muy fuerte y mucho mucho cariño para ti y los que te cuidan con tanto amor.
Lo pones muy bien lo que está en catalán, que pareces ya nacida en Puigcerdà! Una cosa que he olvidado comentarte esta tarde... No sabía que eras también una fascinada de la música barroca, y si lo sabía, lo sabía de pasada. Haendel me fascina. La ópera Alcina es maravillosa, lo mismo que Xerxes. Y VIvaldi tiene alguna cosa para cuerda impresionante. Y aunque sus óperas no me gusten tanto de repente suena un aria maravillosa y el tiempo se detiene de pura delicadeza. Cuando tengas un momento vete a la dirección que te mando y relájate y emociónate con Jaroussky cantando Vivaldi. Besitos.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=WX83BSR0mug
Querida Isabel, hoy (por ayer) no abrí en todo el día mi ordenador. No habia leído esta nueva entrada tuya y lo hago ahora después de llegar algo tarde a casa. No sabía que estabas pasando por una delicada salud. Tampoco sabía de tu operación con anestesia, puntos y analgésicos (todo incluído en el paquete)... pero sé de algunas operaciones (cuatro en mi haber)Y es tan cierta esa sensación de desamparo y de fragilidad que te alberga que... nada más restaurador que un buen amor. Y "nada hay de malo en querer ser amada". ¡Vaya si lo entiendo!. No tengo muchas palabras, de momento, para insuflarte más cariño y más amor que los que con anterioridad ya lo han hecho acercándose a ti e inyectándote amor, cariño, comprensión y ternura; mucha ternura.Pero quiero llegar hasta ti para decirte al oído que tienes a tu alrededor mucha gente contigo. El tiempo todo lo cura.Y después de la tormenta llega la calma. Te mando un fuerte abrazo renovador y lleno de toda la ternura que puedas recibir. Todo lo demás ya lo hacer tú y los que te rodean. También los que te pensamos virtualmente.
ResponderEliminarNo puedo escribir... no veo nada! Mucha agüita...
ResponderEliminarIsabel , te devuelvo la visita para agradecer la que me hiciste al blog, después de conocer a Virgi...bueno, me encuentro con esto, así que te dejo además mi abrazo para que te recuperes mejor todavía .
ResponderEliminarMe has hecho sonreír, yo también me imagino muerta si me tienen que tocar los médicos o tengo que hacer un viaje o algo , jaja .
Pero dicen que la parca siempre se presenta sin avisar , juega con ventaja .
Bueno, lo importante es que te recuperes ý sigas por aquí .
Mil besos .
"cosecharás tu siembra" Isabel...! hermosas palabras para esta especial entrada. Un abrazo desde acá!
ResponderEliminarMi Linda Isabel, ahora te agradezco mucho más el bello poema que dejaste en mi espejo.
ResponderEliminarNo te apenes por comentarnos lo de tu temor pre- durante- y post- operatorio. Esa “loca de la casa” nos puede ser de mucha ayuda o puede hacernos cada jugarreta…
Te cuento rápido: mientras no supe en qué consistía la operación lasser para la miopía, disfruté, sí, DISFRUTÉ de un “viaje espacial” increíble: Pude mantener el ojo abierto y el nervio quieto durante la cirugía, gracias al “traje ESPACIAL” y el equipo que la “NASA me asignó para el vuelo”. Lo que vi, no fueron lámparas ni luces del quirófano ni del instrumental médico: fuero planetas, satélites, soles de otra galaxia, y hasta un hoyo negro!
Ah, que viaje intergaláctico tan maravilloso…
Se lo comenté al médico, y le dio mucho gusto mi extraña experiencia.
Ese mismo día, cuando llegué a casa, una sobrina me comentó muy emocionada que había visto esa cirugía por televisión y, con lujo de detalles, que me suelta toda la verdad!!! Madre mía! ¡Qué hoyo negro ni qué ocho cuartos! ¡Me desprendieron la retina! Entonces, caí desmayada…
Un día te contaré de otra operación que me hicieron, en la que también se les pasó la cantidad de anestesia… Sólo te adelanto que mi mamá me decía: “Ay, hija, me asustaste con esa voz de ultratumba: MAAAAAAAAAMAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá”
Mil besos. Que te mejores pronto!!!!
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ResponderEliminarEstimada Isabel:
ResponderEliminarHasta los 38 años solo había sufrido de esporádicos resfríos. Un día decidí acabar con mi barba de varios años, esto a petición de una novia. Así, amiga Isabel, pues agarré mi cuchilla y en tres navajazos pasé de ser un aspirante a Rasputín a un imberbe común y silvestre. Al siguiente día de esta deforestación noté un bulto en mi cuello, parte derecha, abajito de la mandíbula: indoloro. Así me la pasé ocho meses, hasta que accedí a ir al médico. Exámenes aquí y allá para al final dar un diagnóstico certero: "Linfoma No Hopkins". Cuando salí del consultorio lo primero que hice fue ir al bar a emborracharme, esa precisamente la causa de este tipo de cáncer: jugar con las defensas del cuerpo, alcohol, estrés, químicos en los alimentos... pero sobre todo alcohol y estrés. Me sometí a cuatro meses de quimio y 20 sesiones diarias de cobalto "en la parte derecha de mi garganta y cuello donde ya no crecerá más nada, excepto ella algún día con sus huestes de horror si no cumplieran mis deseos póstumos", como dije en un texto mío de "Fingida lágrima". No sé, amiga Isabel: nunca dije nada a mis familiares hasta que salí de la última sesión de cobalto, nunca fui más al médico a chequeos, incluso tomé una o dos veces durante la quimio, y con cobalto, pues tomaba igual que antes. Nunca perdí el cabello ni me enflaquecí ni me puse pálido: los mismos oncólogos se asombraban... y es que nunca creí tuviera nada: hacía ejercicios con pesas, corría, nadaba, tenía novias... Jamás me lamenté por lo sucedido. Siete años después aquí estoy: no he sufrido un refriado desde entonces. Aunque sea ateo, el cerebro activa mecanismos ignotos y milagrosos: muchos de nuestros males quizá no fueron pa' tanto y puede más la actitud del "enfermo" ante un diagnóstico fatal. Tal vez mi escepticismo con todos y todas las cosas me hizo invulnerable, infranqueable al dolor y a esta maldita cultura del cáncer que detesto tanto -por eso nunca relaté lo mío a nadie, excepto a mi compañera de ese tiempo-. Mi papá en esa época enfermó y me vine para mi pueblo a ayudar a mi madre. Me reencontré con una novia de adolescencia y estuvimos juntos cinco años, de esta relación nació mi tercer hijo varón, Octavio, un niño rubito de 1.7 meses que se roba todas las miradas en mi pueblo "Náralit", aunque no esté con ella. Paradójico: sus celos y posesión me hicieron sufrir indeciblemente. Ningún cáncer se compara a esto. Ahora la dejé y vivo con mucha paz y libertad. Acaba de ser abuelo con 45 años de otro niño, de mi hijo mayor de 26 -como que la vida me compensó pues tuve tres hermanas, con una de ellas gemelo, el último parto de mi madre un viernes "santo" 16 de abril de 1965. Mi padre siempre murió de 90 años en 2006, él, soldado republicano herido en Teruel; mi madre ahora con 84, canaria. Vive, porque así lo manda la sabia Natura, pero por ella lo seguiría en la muerte, tanto su amor (podéis ver fotos en mi blog de ellos cuando se reencontraron en América, en 1960, tras un noviazgo de 14 años carteándose).
Isabel: más que medicamentos, la mente es la que al final cura. Mi mail es poetafrankruffino@hotmail.com por cualquier duda tuya, aunque no sé de qué estás mal, pues te veo y siento radiante, llena de vida, buen síntoma de que ya estás curándote con tantos buenos y sinceros amigos.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Carlos, no suelo hablar mucho de mí, bien lo sabes, que me da pudor y algo de vergüenza; pero se ve que necesitaba aligerarme, compartir y dar las gracias a todos, que llevo un verano que apenas me permite ir a veros con la diligencia que me gusta. Eres comprensivo y muy generoso conmigo. Te lo agradezco y recibo todo ese amor a manos llenas, que me llega y me sana. Quizás sea cierto eso de que lo que se verbaliza queda conjurado. La palabra tiene tantos poderes…
ResponderEliminarAprovecho y, cuando no tengo a nadie en casa visitándome y dándome cariño, leo y también disfruto muchísimo, que de todas las situaciones se puede sacar provecho, hasta de las aparentemente malas.
Me alegra tu sintonía con el cromatismo del otoño. A mí me gusta mucho internarme en lugares repletos de arbolado y llenarme los ojos de belleza con las tonalidades de las hojas de los árboles y con el suelo ocre alfombrado que generan.
Vivaldi, Antón o Antonio Vivaldi, siempre delicioso, le puso al otoño estas notas sublimes. Me gustan especialmente de él sus conciertos de cámara. Para mí, son pura armonía.
Uf, Carlos, menos mal que pasé sólo el síncope azul, me llamaron por mi número y salí de nuevo por donde entré. Terrible hubiera sido que me hubieran llamado para salir por la puerta del fondo o que me hubieran ordenado meterme en el pabellón del síncope blanco.
Delicioso el cuento de Horacio Quiroga. Lo leí hace muy poco, con esto en horizonte, y no veas… El miedo es libre. Me consolé pensando que, quizás, el cloroformo ya no se usa, aunque no estoy muy segura de esto último ni tampoco quiero investigarlo, que me da cierto repelús.
Por cierto, pesadillas y cuentos góticos estupendos los de la antología. No tienen desperdicio. Algunos ya los había leído y otros han sido un feliz descubrimiento gracias a mi amigo tusitala.
Recibo tu abrazo y me lo dejo puesto, que con él me siento muy a gusto.
Besos siempre, profe.
Pele Ón, que sorpresa más agradable verlo por este cobijo, que siempre es grato recibir la visita de un ministro del submarino más chalado de la Tierra.
ResponderEliminarEs usted grande y lo demuestran sus palabras: “Si un día perdemos el alma, la música nos guiará a ella”. La música, la maravillosa música, quizás la más sublime de todas las artes, la que mejor atesora nuestras emociones y nos calma los temores.
Besos y abrazos agradecidos.
Is@Hz, ángel bueno, saldré, que todo tiene un fin, y me llevaré de esto lo mejor, lo que de enseñanza tiene, que siempre estamos aprendiendo y estas circunstancias instruyen mucho.
ResponderEliminarRecibo tu cariño con alegría y te mando el mío en un beso y un abrazo enormes.
Ramón, qué delicia me has mandado. No tiene desperdicio. Voy a ver si soy capaz de subir el vídeo a los comentarios, para que escuche esta maravilla quien lo deseé.
ResponderEliminarLa música barroca es por la que siento una especial predilección desde hace ni se sabe los años (y es que pasan los puñeteros que es un gusto). Estupendo Haendel (siempre escucho “El Mesías” por Navidad). Pero mi debilidad suprema es Bach, el Johann Sebastián, siempre y cuando no sea música de órgano (que ésta no me gusta demasiado).
Bueno, voy a ponerme técnica y a ver si me sale la inserción del vídeo estupendo y de esa voz angelical.
Gracias, gracias por todo, mi sensible amigo, con quien tanto comparto.
P.D.- Nada, que me dice que nones, que mi HTML no es aceptable. ¿Será posible? Lenguajes de cables estos que no entiendo.
Recomiendo que los entendidos vayan al enlace de Youtube que indica Ramón. Si les gusta la música, pasarán unos minutos deliciosos.
(Lo siento, chiqui, lo intenté tres veces y se niega).
Tanci, qué ibas a saber, mi niña.
ResponderEliminarYa ves, yo aquí hecha una asustica por una sola operación y tú con cuatro en tu historial. Uy, qué escalofríos me dan y qué valiente debes ser
Te leo y siento que entiendes mi estado. ¿Cómo no lo vas a entender? Es cierto que una se siente frágil y tontona, muy necesitada de afecto y de almas sensibles que la amparen y le den calorcito. Me consideraba débil y niña por estas sensaciones, pero, al leer tu comentario y otros anteriores, observo que son comunes a todos estos sentimientos. Aunque existan, no excluyen la fuerza, las ganas de lucha y la alegría. Es una amalgama extraña que hace que nos defendamos de quien nos trata sin dulzura y nos apeguemos a quien nos proporciona calidez y abrigo.
Tus palabras, querida Tanci, son efectivas sobre mí, un bálsamo de dulzura que me hace sentir bien. Me llega tu ternura, tu corazón abierto, tu cariño.
Gracias, muchas gracias y un enorme beso.
Nina, mi Ninovska linda y dulce, corazón enorme y siempre cálido, no me llores, que sabes que voy bien y para adelante.
ResponderEliminarTe quiero mucho, Nina.
Reyes, qué sorpresa más agradable verte aquí.
ResponderEliminarFue un placer para mí ir a visitarte. Nuestra común amiga Virgi me contó mucho y bueno de ti. No erraba. Qué gusto me dio veros a las dos juntas y amigadas.
En qué momento has aterrizado por aquí, jajaja. No te creas que este blog hace requiebros a tristezas varias. Es sólo una pequeña debilidad en un momento puntual. Lo normal, es la literatura casi siempre.
Besos y gracias por tus buenos deseos.
Emma, me llega tu abrazo, tu presencia y tu calor y los recibo con agradecimiento, que te aprecio mucho.
ResponderEliminarUn beso.
Dulce Alenka, imaginativa Alenka, creativa Alenka, qué decirte a ti de la “loca de la casa”, como llamaba Santa Teresa a la imaginación, ¿o era a la fantasía?, (ay, qué cabeza la mía, que no me acuerdo con exactitud).
ResponderEliminarMe has hecho temblar con el relato de tu operación de miopía. Ay, yo también me hubiera desmayado. Pero qué susto. Y terrible debió ser esa otra operación en que se pasaron con la anestesia. Qué tremendo. Como para que no se nos generen miedos.
Menos mal que a mí, cuando andaban fijando el campo que necesitaban de abertura, me chutaron algo que me dejó ida en menos de un segundo y no me enteré de nada, ni quiero enterarme, uy, uy, uy. Sólo sé que me despertaron cuando llevaba cuarenta y cinco y minutos en reanimación y ahí fue consciente de que todo había acabado y estaba aún por aquí.
Mil besazos también para ti, requerida y resalada.
Amigo Frank, qué relato el tuyo. A ratos, me he reído: “agarré mi cuchilla y en tres navajazos pasé de ser un aspirante a Rasputín a un imberbe común y silvestre. Al siguiente día de esta deforestación”. Después, me he afligido al leer la historia de ese puñetero linfoma que te tuvo tan castigado durante un tiempo y, al final, he respirado tranquila de saberte sano, en pie y sin problemas.
ResponderEliminarEstá claro que la actitud interna influye muchísimo, la creencia en que todo saldrá bien, el ánimo alto, la lucha y el no compadecernos.
Pero te pido que te cuides y no tientes la suerte. Sólo eso, que te cuides y te alejes de lo que le hace mal a tu cuerpo o a tu alma.
He visto en tu blog las fotos de tus padres, de tu vida. He seguido tu historia y me ha atrapado, como allí te señalé. Conocerte es un auténtico placer y me llena de vida y de alegría.
Gracias por ofrecerte, por dejarme tu e-mail, por todo.
Ahora, estoy recuperándome y si me ves bien y radiante de vida, es porque así estoy, que ninguna enfermedad u operación va a conseguir que me coma la vida a bocados.
Un gran abrazo emocionado por tanta humanidad, la tuya, por tu grandeza de alma, por todo.
Frank, quería decir que ninguna enfermedad u operación va a conseguir que deje de comerme la vida a bocados o beberla a grandes tragos.
ResponderEliminarSe escapa una palabra y varía el sentido. Así son las letras.
Ante el quirófano uno siente respeto siempre, es normal. Mejórate cielín!
ResponderEliminarUn besote!
Isabel. Recupérate pronto. Por el tono de la entrada parece que la cosa sale adelante.
ResponderEliminarLeí hace unos meses la novela de Guelbenzu, también por recomendación de Ana. Es literatura clásica, sin complejos y sin huecos artificios nocilleros. Puro goce del lenguaje, sinceridad descarnada, frase trabajada de horizonte largo, pensamiento hondo, personajes inolvidables y valentía del autor por atreverse con un tema que si no se lleva bien puede caer en curselerías insufribles. La novela de Guelbenzu es el amor, la memoria de un tiempo y la enseñanza de un hombre sabio sobre la transmisión de la experiencia.
¡Salud Isabel! ¡Salud!
Amiga:
ResponderEliminarTe agradezco mucho tus buenas intenciones, pero yo no me cuido de nada, porque entonces tendría que vivir con miedo, y el miedo hace más estragos que ir como una desbocada locomotora por la existencia, lo mío. Mi fisolofía me ha dado resultados óptimos: nunca estuve enfermo, eso nada más lo decía un papel de laboratorio clínico, pero era el problema de ellos que para eso estudiaron estos asuntos, a mí no me permearon sus cálculos y pronósticos ni me creí sus cuentos, eso sí: me dejé llevar, me dejé llevar como el agua de una apacible quebrada sin resistirme a la gravedad, y los químicos ni siquiera me produjeron náuseas. He sufrido más con un resfriado, entonces nunca tuve esa enfermedad que para otros, sicológicamente es mortal y por eso mueren. Tú lo sabes: hay personas sin ningún mal y viven una existencia miserable solo por como piensan, por su actitud. En todo caso, Isabel, es saber jugar, mirar todo como un juego, y vivir los años que sean, disfrutar al máximo de la existencia. Otra cosa es no temer a la muerte, parte del proceso biológico, todo muy natural y muy bonito como nacer, o quizá, renacer...
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Comprendo muy bien tus temores, isabel. Yo tampoco he pasado nunca por un quirófano y no me gustaría nada tener que hacerlo. Cuando algún familiar o amigo mío ha tenido esa experiencia, me asaltaban las mismas dudas que a tí respecto a la anestesia. Tienes mucha suerte de estar rodeada de personas que te quieren y te cuidan, y eso significa que también tu las quieres y cuidas a ellas, porque esos sentimientos suelen ser recíprocos. Espero que te repongas pronto de tu intervención y vuelvas cuanto antes a la normalidad. Un abrazo terapeútico.
ResponderEliminarPues te equivocas, nada, absolutamente nada de lo que te doy es gratis. Yo sólo devuelvo el inmenso amor que tú ya me has dado tantas veces, esas palabras de ánimo cuándo siento que no tengo qué ofrecer, tu confianza, tus correcciones pacientes y exactas, tu amistad desinteresada, tus enseñanzas, y sobre todo tu ejemplo Isabel la hermosa, tu ejemplo de vida. Me faltan las palabras, no me alcanzan los brazos. La distancia - una vez más, incontables veces y una más- duele y me parte. Si me sigues abriendo tu puerta, seguiré entrando a tu casa. La mía, ya es tuya. Me llueven los ojos con tu post pero la lluvia en verano siempre me ha gustado, tiene un olor dulce que me embriaga. Cuídate !! Te queremos mucho mucho mucho
ResponderEliminarEs bello de gran belleza todo esto que se siente aquí. Podemos tener una enfermedad pero no ser enfermos, y podemos estar sanos y estar completamente enfermos.
ResponderEliminarSiempre hago este matiz, "tengo una enfermedad,(y por llamarlo de algún modo) pero no soy una enferma".
Besos y amor
Pd.
Podría darte ánimos pero sé que los tienes,siento no que tienes, si no que eres amor,y eso es tenerlo y ser todo, (al menos para mi porque con ese sentimiento todo viene)
Hace nueve años me dignosticarón una enfermedad neurodegenerativa: 1. Me informe, 2. La acepte.
3. la ignoré. (todo lo que pude) Y estoy estupendamente.
Besos y amor
je
Darthpitufina, gracias por tu presencia y por tus ánimos.
ResponderEliminarUn besazo.
Mariano, poco a poco mejoro. Estoy convencida de que en unos quince o veinte días estoy totalmente repuesta. Por lo menos, yo lo percibo así y no me caben dudas.
ResponderEliminarCoincido contigo en que esta novela de Guelbenzu es de corte clásico y, por tanto, grande. No se entrega a tonterías de fuegos de artificio ni se enreda en ñoñadas experimentales. Creación pura y dura. Un universo: la literatura. Una patria: el lenguaje. Un terruño chico: la reflexión y el poso de la cultura. ¡Qué acierto el de Ana, que nos la descubrió!
Leí a Guelbenzu hace muchísimo años en “El pasajero de Ultramar”. He de reconocer que, desde entonces, su escritura ha adquirido unas raíces que me fascinan.
Salud, amigo Mariano.
Frank, me sonrío con tu comentario. Y es que yo también voy como una locomotora por la vida. No tengo miedos ni soy aprensiva ni me preocupan especialmente las admoniciones diversas. Vivo y el vivir plenamente desgasta y cobra su tributo, pero no me importa, porque deseo vivir de esa forma, la que me gusta. No me influyen por dentro monsergas derrotistas o actitudes sufrientes. Ahora, he de estar quietecita y cuidarme un poco, eso es todo, pero acabará y a vivir, que son dos días, a vivir con mayúsculas. También vivo ahora, en este estado, quizás más sosegadamente por las circunstancias; pero es hermoso vivir en las palabras amigas y en las palabras de los libros.
ResponderEliminarBesos enormes, amigo Frank.
Isabel, tocaya, creo que esos temores son comunes a todos. Lo he observado en los comentarios a esta entrada. Normalmente, no hablamos de este tipo de temores y me está resultando muy enriquecedor leer los comentarios. Aprendo, guardo y escruto con ojos narrativos, porque son facetas del alma humana que resultan muy interesantes para quien escribe.
ResponderEliminarMe recuperaré del todo en unos quince o veinte días. Eso espero. Hasta entonces, paciencia, una palabra que nunca ha sido mi fuerte ponerla en práctica, pero qué remedio…
Gracias por ese abrazo que me llega.
Un besazo.
Maia, eres un cielo de persona y me emociona mucho leerte.
ResponderEliminarTambién a mí me faltan las palabras y me gustaría que no estuvieras tan lejos, que pudiéramos vernos y charlar sin cesar, amiga mía.
También se me nubla la vista y sólo puedo decirte lo que ya sabes: que te quiero mucho.
Sedemiuqse, me agrada este comentario tuyo, porque así me siento: se puede estar enfermo, pero no sentirse un enfermo, que son cosas bien distintas. En esto, observo que coincidimos.
ResponderEliminarComo también coincidimos y es muy cierto lo que apuntas con sabiduría: que hay sanos que están enfermos. Conozco a unos cuantos, jajaja.
Me gusta esa actitud tuya ante la enfermedad. Sentirse enfermo es la mayor enfermedad que puede acontecernos.
Gracias por tus nutritivas palabras.
Me hermano contigo y te envío un fortísimo abrazo, poeta.
Isabel, ya ves que los amigos virtuales existen realmente.
ResponderEliminarSólo has tenido que silbar y todos hemos acudido a cogerte la mano.
Un beso grande, grande, muy grande.
Mi querido Presi, con frase bogartiana: "Si te necesito, silbo". Me encanta tu cultura cinematográfica. Como Humphrey, eres un duro de corazón de miel. Y que conste que es todo un piropo, que me gusta mucha Bogart.
ResponderEliminarOtro beso enorme, que espero poder darte pronto en persona, en el momento en que esté recuperada.
Un abrazo muy grande, Isabel. En las Amapolas, no sé por qué, te decía que espero que las cosas de bordes afilados ya estén bien lejos de ti. Y ahora llego aquí y me encuentro esta entrada... cuántas veces sabemos más de lo que creemos.
ResponderEliminarRepito, un abrazo enorme.
Bel, estoy convencida de que las sensibilidades se comunican por caminos que ignoramos. No tienen señales ni surcos definidos, pero existen rutas invisibles que nos unen, aunque no sepamos cómo.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, que tomo como un bálsamo reparador.
Un beso.
Amigica,es de bien nacido ser agradecido....
ResponderEliminarY tú lo demuestras siempre con tus comentarios asiduos y llenos de ingenio y bondad(ya sabes, no es por dorar la píldora)
Me encantó hablar contigo,fue una sorpresa en una tarde inesperada de altos y bajos, hablando de bajas no tenía conexión y estaba un tanto aislada,pero, ya estoy aquí de nuevo enganchada a mis amigos virtuales y a otros no tanto....
Besicos,besicos,besicos.
He pasado por tu casa para leer tu relato, el último me gustó mucho (la visión de tres amores diferentes...) y me encuentro este post de aclaración: el amor y sus bondades. Estoy de acuerdo contigo, sembrando amor solo recoges amor y cariño.
ResponderEliminarPero lo que me causa algo de tristeza, es tu convalecencia y mejoría. Espero y deseo que sea rápida, que lo peor lo hayas dejado atrás. Y solo a partir de ahora quedan los recuerdos y las ganas de escribir para que continuemos deleitándonos, mientras te leemos.
Un abrazo.
Gracias a ti, por ser y estar siempre, querida amiga.
ResponderEliminarTe deseo la mas rapida y feliz de las recuperaciones.
Besos...!
Querida Isabel, de la sinceridad solo se burlan las mentiras ¡así les va! después se enredan unas con otras solo para parecerse a la verdad.
ResponderEliminarNo sabía que hubieras tenido la valentía(aunque sea la del no queda mas remedio) de pasar por el quirófano. A mí lo que me da pánico es pensar que después me falten piezas o que se dejen algo dentro.
Cuando leo cosas tan bonitas sobre el amor como las que has escrito, me las tengo que arreglar para encontrar mejores excusas, porque ya nadie se cree que es una pajita que se me ha metido en el ojo, cuando aparezco con los ojos irritados.
Te mando un fuerte abrazo.
No me había yo percatado de esas circunstancias tuyas que te han llevado al quirófano y de tu actual situación. Como te podrás imaginar te deseo una pronta recuperación y te envío un abrazo y un saludo de amigo, que espero te reconforte en la misma medida en que yo deseo que lo haga.
ResponderEliminarEstimada Isabel, Hoy, aquí y ahora el aprendiz de escritor que hay en mi no tiene palabras.
ResponderEliminarYo, sólo puedo decirte ¡Animo!, amiga y dejarte un fuerte, fuerte abrazo.
Cabopá, gracias siempre por tu ternura.
ResponderEliminarTambién me gustó hablar contigo, saber de tu verano, de ti.
Bienvenida y nos veremos pronto, cuando podamos ambas.
Besicos.
Lemaki, que no te cause tristeza mi reposo. Es algo puntual y pasajero que acabará cuando corresponda y pasará a ser un recuerdo más.
ResponderEliminarLas ganas de escribir las estreno cada día y, de un modo u otro, siempre estoy escribiendo. Es donde soy y donde me reconozco. Mientras la palabras se enlacen, no existe desdicha que me alcance.
Un beso.
Gracias, Cornelivs, por esos buenos deseos y, también, por estar y sentir siempre.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Por si la necesitas, para terminar de recuperarte del todo, te envío mucha energía con un fuerte abrazo y muchos besos.
ResponderEliminar¡Estamos tan cerca!
Gaia, que no nos burlen nunca las mentiras, que son señoras resabiadas que se las saben todas.
ResponderEliminarAmiguita, lo mío no fue valentía, sino el “no queda más remedio” como bien apuntas tú, porque, como a ti, me espeluzna la visión de todos esos materiales con los que nos arreglan el cuerpo y nos mandan el alma al limbo.
Pero ya estoy aquí y espero que, muy pronto, podamos convencer al amigo Camino para montar en los corceles de la risa, que es lo que a nosotras nos gusta de veras.
Muchos besicos y no te entristezcas, que, con amigas como tú, todo lo malo se conjura y acaba pronto.
Arobos, gracias por tus buenos deseos, que los sé sentidos.
ResponderEliminarTu abrazo de amigo me abriga y me reconforta. Te mando otro grande y acuchado. Y un beso también.
Estimado Jorge, a veces se nos esconden las palabras, porque ellas requieren la emoción templada y, cuando la viven de improviso, se atropellan y confunden, se vuelven sólo sentimiento, sensaciones corporales.
ResponderEliminarGracias por ese sentir tuyo que me abraza con fuerza.
Un beso, amigo.
Mar, me llega tu energía y me fortalece.
ResponderEliminarSí que estamos cerca, así que, tarde o temprano, acabaremos conociéndonos, ¿no crees?
Muchos besicos.
Poco se puede añadir, estimada Isabel, a la brillante exposición de los comentaristas precedentes.
ResponderEliminarMe alegra que el anestesista ese día no hubiera reñido con la señora y que la prescripción fuera la correcta.
Muchos besos y que te recuperes pronto.
Gracias a ti, Isabel.
ResponderEliminarEstoy recién regresada a Barcelona. Adoro el otoño, pero aún tengo que hacer,me a la idea...
UUn beso!
Desconocía que estuvieses pasando por este complicado momento, recién "aterrizo" de nuevo en este mundo bloguero y, naturalmente, he venido a visitarte. Sea como fuere, te encuentro con ánimos, henchida de palabras sabias, como es normal en ti, y, una vez más, me voy más "grande", más persona. Es bueno, muy bueno, que te recuerden de vez en cuando qué cosas son las importantes en este peregrinar. Pero que te lo cuenten desde el corazón, desde la vivencia y el sentimiento de quien escribe. Gracias Isabel, por compartir con nosotros palabras tan edificantes y sentidas.
ResponderEliminarMe alegra volver a "verte" y recuperar nuestras visitas.
Cuídate y conserva ese ánimo para que te recuperes lo antes posible.
Volveré.
Un cariñoso abrazo.
Me gustaría saber cómo era el otoño antes de Vivaldi.
ResponderEliminarQuerida Isabel, una abrazo enorme y recupérate muy pronto.
Capitán Tordon, yo también me alegro de que el anestesista estuviera de buenas y no arrastrara mala noche por discusiones con la propia. Qué alivio.
ResponderEliminarMuchos besos para usted también y seré la más rápida en recuperarme de tamaño corte.
Ana, qué alegría verte por aquí.
ResponderEliminarNo sabes cómo te agradezco que sacaras aquella reseña del libro en tu blog. Lo apunté y lo compré al poco y, por fin, le ha tocado su turno en la lectura.
Un beso y ánimo con el otoño que se perfila en el horizonte.
¡Mercedes, qué alegría verte de nuevo!
ResponderEliminarSí, amiga, ando perjudicada físicamente pero no moralmente, y lo último es lo que cuenta.
Besazos y me alegro de volverte a ver.
P.D.- Cayó el scaife entero: uf, ciclópeo esfuerzo narrativo, novela torrencial, personajes trabajados y que perduran en la memoria...
Igual, Jose, supongo que igual. Lo que ocurre es que Vivaldi le puso esas notas y lo elevó de rango para siempre.
ResponderEliminarMe cuido, amigo, no porque sea especialmente cuidadosa, sino porque no he de ser imprudente para que no se extuenda esto más de lo debido.
Un beso.
La salud lamentablemente aparece entre nuestras preocupaciones solo cuando ha desaparecido. A veces ya es tarde. No solo salud física, la mental es esencial y también la descuidamos.
ResponderEliminarComo yo no quiero hacerlo vengo a tu casa estando segura de que me llevo una buena dosis de salud integral gracias a tu extraordinaria pluma
Besos, querida Isabel
me alegro que todo haya ido bien
ResponderEliminarrecuperate y deja que te mimen los que te quieren
un beso
Llego un poco tarde...mi familia ha estado unos dias aquí y no he visitado a mis blogeros preferidos, entre los que te encuentras.
ResponderEliminarTu texto, tiene la riqueza que trasmite tu interior. Estoy segura de que te aman, porque tu sabes amar de una manera profunda.
Me he sentido reflejada en el miedo al quirófano, tampoco nunca he pasado por él.Me ha ayudado leer tu testimonio por si en un futuro tengo que hacerlo.
Querida Isabel, te envio un abrazo cálido, afectuoso...deseando tu pronta recuperación.
Cuidaté para que pronto podamos tenerte de nuevo entre nosotros. Necesitamos de tí y de la belleza de tus escritos.
Mil besos de colores .
Me gusta tu tímida y sincera timidez, me has emocionado desde la serenidad y la sabiduría de tus palabras... cuídate y regresa pronto; imposible no quererte.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte y muy largo.
Carmen, así es: sólo nos acordamos de la salud cuando nos falta y ella es el pilar de nuestra energía.
ResponderEliminarMe gusta tu concepto de salud integral: la física y la mental, que también comparto.
Gracias por tu siempre amables palabras, que tanto bien me hacen.
Un beso enorme.
Alfonso, gracias. Todo ha salido estupendamente y, ahora, queda una lenta recuperación, pero acabará y tan contenta.
ResponderEliminarMe dejo mimar, como por tus amigables palabras.
Un beso, querido Alfonso.
Maripaz, eres un sol.
ResponderEliminarGracias por incluirme entre tus preferidos (a ti también te tengo yo entre ellos, que el alma noble siempre se refleja en las palabras).
Ojalá nunca tengas que pasar por el quirófano. Pero me he dado cuenta con esta entrada y sus comentarios que el miedo es común a todos los humanos. No sé si mal de muchos, consuelo de tontos; pero los sentimientos al respecto están claros en casi todos, así que generalizo, porque tantos no podemos ser tontos, y menos las excelentes personas que por aquí pasan.
Gracias, gracias y gracias por tus amabilísimas palabras. Me emocionan.
Un beso enorme.
Querida Paloma, sí que me dan cierto reparo y timidez estas entradas tan personales. Pero necesitaba hablar. Bien sabes que las palabras curan y espantan males.
ResponderEliminarTambién es imposible no quererte, amiga.
Recibo tu abrazo y me fundo en él, emocionada.
Isabel, las gracias te las doy yo. En cuanto empecé a leer esta entrada, sentí ganas de citarte y comentar, pero me reculta imposible ya que tendría que citar desde la primera a la última sílaba. Has puesto en palabras mi propio agradecimiento -porque ese amor lo percibo aunque yo no esté recuperándome de una enfermedad. Gracias por superar tu pudor y comunicarnos algo tan maravilloso como es el agradecimiento sincero.
ResponderEliminarConocía las palabras de San Pablo, pero me has recordado lo importantes que son. Con tu permiso, me las llevo para incluirlas en el mapa de vida que estoy tratando de confeccionar.
Quería darte las gracias por tus cálidas palabras en mi blog y porque, además, lo hacías por la sugerencia de Cabopá. La verdad es que me siento abrumada como una colegiala a la que un simple halago la hace sonrojarse. Sé que no hay ningún mérito por mi parte si no que es el fruto de vuestra forma de entender la vida, de ese modo de creer que hay que animar a los demás.
ResponderEliminarHe leído con mucha atención tu entrada y esto me ha permitido encontrarme con la persona sincera y afectuosa que eres. Mi intención es pasar a leer tus comentarios tan pronto retorne de mis vacaciones. Hoy siento no disponer de más tiempo. Volveré porque me gusta mucho lo que escribes y la forma en que desarrollas tus argumentos. Besicos.
¡Comentario nº 100!
ResponderEliminarDesconozco los motivos de mi pueril satisfacción por alcanzar cifra tan redonda, pero lo cierto es que algunos blogueros somos un poco raritos...
Emi, cómo me alegra verte en los comentarios, que me gusta tu sensibilidad, tu forma de ver la vida.
ResponderEliminarGracias por la hondura de tus palabras y por comulgar conmigo en el agradecimiento. El amor recibido nos lo demanda, Emi.
Un grandísimo abrazo.
Franziska, ha sido un placer conocerte. La sugerencia de Cabopá era más que acertada. Mi amiga y paisana sabe rodearse de buena gente y una muestra eres tú.
ResponderEliminarGracias por tus amabilísimas palabras hacia mi persona y este texto.
Disfruta esas vacaciones y ya nos veremos a la vuelta.
Besicos.
Tordon, me encanta cuando se pone juguetón.
ResponderEliminarNo es usted raro, estimado amigo, sino que desata el niño que esconde dentro y eso es siempre un motivo de alegría.
Le rebeso con ganas.
Querida Isabel. Estarás pensando “Man se ha olvidado de mi”. No, Man no se ha olvidado de ti. ¿Cómo olvidarte a ti mi querida murcianica? Man estuvo fuera de Murcia visitando preciosas tierras aragonesas y regresó ayer, sin saber que ya te habían operado. Estarás contenta de ver lo que se te quiere; eso te lo has ganado tú solica con tu cariño, tu simpatía y tu buen hacer.
ResponderEliminarAhora que estamos de feria, has tomado la “alternativa” de esta corrida y has salido victoriosa. Esos toros de los quirófanos son peores que los de los dos cuernos, pero yo sé que tú eres valiente y sacas fuerzas de donde no te cree que la tiene; del cajón de la fe que no del agua.
Descansa y reponte para seguir en la briega y ya sabes que aquí tienes un paisano incondicional, con una escoba en la mano “pa lo c´haga farta”
Un abrazo fuerte.
P.D Como sé que “no” te gusta mi música te dejo esta y además esta para que te hagan compañía.
Man, ya sé que no te has olvidado de mí. Es que en este mundo de los blogs el tiempo transcurre muy deprisa, quizás algo acelerado, y tenemos vida al margen de ellos, y no podemos parar a la vida, a la real, ni debemos.
ResponderEliminarMe alegro de tu estancia por tierras de Aragón y deseo que lo hayas pasado muy bien.
Ya ves, estoy hecha una torera de primera, jajaja. Aunque ¡ojo al miedo escénico!
Gracias, amigo, por tu ofrecimiento, por todo tu cariño que siento tan cercano.
Y oye, qué buen gusto musical tienes. Ya lo sé por lo que colocas en tu blog, siempre melodías maravillosas e imperecederas.
Las que me mandas son una auténtica delicia, tanto "Romeo y Julieta" como la hermosura de la voz de Dulce Pontes y ese video sensible y lleno de belleza. Las he gozado.
Un abrazo "chillao".
En ese proceso de la inseguridad y el miedo, nace en un momento determinado la honestidad y la fuerza para afrontrar todo peligro que el quirofano mantiene.
ResponderEliminarLos amigos verdaderos siempre están a nuestro lado en esos difícles momentos para ayudar con generosidad a la evolución característica del cuerpo y el corazón .
Cuando caemos enfermos, tenemos la bella oportunidad para reflexionar sobre nuestrta vida y hacder los cambios necesarios para crecer espiritualmente y vivir la vida desde otros angulos en los que antes no nos havíamos fijado.
Un abrazo.
Gracias.
Olga i Carles, lleváis razón cuando comentáis que la enfermedad nos lleva a reflexionar sobre la vida. Es indudable que sentirnos frágiles nos hace ser más humildes y apreciar muchísimo más el calor que los demás nos brindan.
ResponderEliminarExisten situaciones que enseñan, amigos, enseñan mucho y, tarde o temprano, todos los humanos pasamos por ellas.
Un fortísimo abrazo.
La salud, lo más importante, y como bien dices:
ResponderEliminar"sólo advertimos que somos frágiles cuando nos falta aquella".
Me alegro estés recuperada de tu dolencia, y siento llegar un poco tarde.
Un fuerte abrazo
Kety, gracias por tu presencia, por tu apoyo. No llegas tarde, que aún ando recuperándome.
ResponderEliminarBesazos.
Isabel acabo de ver tu entrada, últimamente no he tenido mucho tiempo libre. Espero que todo haya ido bien. Cuídate mucho Si necesitas una Aux. de enfermería llamameeeeeee. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarLembranza, gracias por tu generoso ofrecimiento. Ya estoy casi recuperada de la rotura del tendón tibial de la pierna izquierda, y pica la cicatriz, jajaja.
ResponderEliminarUn besazo.