martes, 29 de junio de 2010

ESCUELA DE MANDARINES, DE MIGUEL ESPINOSA (y II)


Concluyo en esta entrada con el libro Escuela de mandarines, de Miguel Espinosa. Sé que su lectura no es fácil ni su voz un bálsamo para oídos que sólo esperan complacencia. Pero me ha conmovido la grata acogida de este autor por muchos de vosotros. Haberle dedicado estas entradas es una fruslería en comparación con todo lo que he aprendido de su literatura, de sus palabras y de su actitud vital y humana. Todas las hipérboles (a las que él era tan aficionado) resultarían escasas para definir su obra. Me conformo con que gane un solo lector y hago una fiesta si consigue más de uno, ya que considero que la mejor ofrenda hacia los escritores muertos que admiramos es leerlos.

De nuevo, un repertorio de párrafos y frases al azar de su genial Escuela de mandarines:

«Por venir de la luz, poco vimos y sentimos, sino desolación y frío; mas al momento advertimos un pequeño púlpito ocupado por una figura enmucetada de rojo, embirretada de negro, empuñetada de encaje, enguantada de blanco y togada de verde, que no se movía ni hacía ademán, por lo cual parecía imaginada para estética y misterio de la estancia.»

«–¿Por qué nos recibes así? –preguntó Mitsukuri.
–Porque soy estatal –respondió una voz ahuecada.»

«La muceta es ortodoxa, y la vulva, heterodoxa.»

«–Mira, Mitsukuri, que la locura se contagia, y más si es provinciana. Esta ciudad no es el mundo, aunque se empeñe el enmucetado, ni la vulva de Menzi, todas las vulvas. Y aunque vine a la Feliz Gobernación para irritarme y protestar, no quiero sufrir una irritación provinciana. Zanjemos, pues, el asunto y marchemos.
–Tus palabras me han convencido, Eremita neutral –contestó parsimoniosamente Mitsukuri–. Dejemos que los enmucetados engrandezcan lo pequeño, se sacralicen, revienten de satisfacciones, exhiban sus esposas, muestren sus títulos y figuren en las crónicas locales. Nosotros seguiremos recorriendo el Imperio y tentando al mundo, donde nos espera la emoción, el pensamiento, el arte y la afección de todos los seres y cosas. ¡Vayámonos!
–¡Cómo se evidencia tu talante insubordinado y enemigo de lo estatuido!»

«El talento es bondadoso y modesto, amén de paciente.»

«Indaguemos la Historia, maestra de la vida. Establecida la miseria en el mundo, como resulta probado, algunos espíritus reservaron para los gozantes el reino de la Tierra, y ofrecieron a los sufrientes el Reino de los Cielos, componenda estética, aunque ortodoxa. Otros, por el contrario, como aquel Ciriaco, quisieron entregar a los sufrientes el reino de la Tierra, solución a todas luces heterodoxa, combatida por la tradición y la espada de los Procónsules. Pero nadie pensó la estupidez de prometer los dos reinos, pues, por dialéctica de la razón, el segundo fue ideado como antítesis y consuelo del otro, de forma que los dos no pueden coexistir lógicamente.»

«Pese a los hechos, no os desencantéis ni entreguéis a la superficialidad de rehusar la existencia y el mundo, pues la voluntad ha de ser más pura que la razón y su experiencia. Junto a la altivez, habita la modestia, y junto al ansia y locura de Poder, lo que no desea actualidad. (Del recado de Mitsukuri)»

«Los mandarines y sus lacayos han sucumbido a dos tentaciones: adorarse a sí mismos e inventar discriminaciones. A tales mímicas corresponden dos inmundos: el que se preocupa de sí y el que obra arrogante. Cuando se parte de estas pasiones, la maldad y la crueldad vienen por añadidura. (Del recado de Mitsukuri)»

«Entre las muchas cosas que me enseñó Mitsukuri, tengo por patético saber que algunas apariencias existen, y, sin embargo, no son.»

«A mi entender, ningún mal es tan grave para una Gobernación como la aparición del pensamiento en las castas menesterosas, cosa que los mandarines tampoco ignoran. La hartazón busca la mentira, y el hambre, la verdad, porque ésta es naturalmente gratuita, y aquélla se compra.»

«La Ira del Justo es el mayor azote que puede caer sobre los humanos.»

«Yo no soy de los cobardes que se preguntan qué vendrá después, ya que considero deber del hombre esperar un Cielo en esta vida.»

«O la Inteligencia pertenece a los insumisos, o ella es insumisa por naturaleza y destino.»

«Luego mandó confeccionar una relación de escritores contemporáneos, para humillar la opinión del Oráculo, y vio que pasaban de ochocientos mil, todos incensadores, excepto un mudo, que jamás escribió ni pronunció voz, y de quien no sabían por qué fue inscrito en el Censo de Solicitadores del Vocablo.»

«La misión del Arte es crear la utopía y contagiarnos de ella; por eso resulta eminentemente paidético o didáctico. “Hemos de admitir que todo Arte es lírico, o que el verdadero Arte es lirismo”. (De la “Estética Didascálica”, de Lamuro)»

«Y ¿cómo podría organizar aquelarres, intimar con los misterios y descubrir cuanto el hombre guarda en su corazón, sin dominar la poesía –respondió Cebrino.»

«Pues no existe dictador individual, sino todos con séquito de moralistas, consultantes de la Divinidad e intérpretes del vocablo.»

«Si nos oponemos a la inagotable multiplicidad, rehusamos de antemano lo profundo, trivializamos la existencia, mecanizamos el ánimo y nos esposamos con lo aburrido; en suma, nos entregamos a lo inmundo. Soy el hombre que más odia la Feliz Gobernación, como ya dije, pero cuando camino al sol y al aire, lo olvido y canto complejos himnos.»

«Ni los sabios ni los honestos desean el Mando, sustancia mundana.»

«–Nunca me gustaron los que hablan de la Divinidad como de cosa propia. Mi abuela, nada lerda, me repetía de niño: “Petulario, granico de oro, ven que te peine y haga la raya bien clara”. Después me ofrecía algún consejo o bendición como ésta: “Dios te libre de quienes pretendan representarlo”. La mujer acertaba.»

«Lo más insufrible de los verdugos son las parsimonias.»

«"El bufón y el retórico son formas del séquito que rodea todo Poder…” “Cuando el bufón despotrica, se llama chistoso, y cuando alaba, minoría selecta y gobernante…” “Puesto que la afición bufonesca es irremediable, estatúyase menester reseñado”. (De la Escritura)»

«Nos hallamos ante una expresión aparentemente mágica, en realidad carente de arcano. Afirma sencillamente que la Feliz Gobernación suple al talento, la diligencia, la cualidad, el discurso, la alegría, los pies y cuanto es Primera Cosa o Naturaleza. Por eso proclama filósofos necios, retóricos tartajosos, legisladores panochos, velocísimos paralíticos y demás etcéteras.»

«Tan contentos que pronto contagiaban tristeza.»

«Cada importante vióse rodeado de hasta veinte pimpollos, implacables dictadores de aprobaciones, topones de la lisonja y trotones de la incensada.»

«“Al indigente no fue dado decir: me cruzaré de brazos y renunciaré a pedir; tiene forzosamente que implorar y solicitar, por cuya causa la pobreza se convierte en la necesidad de realizar lo imposible: un instante de riqueza cada día”. (De las Obras de los Mendigos Filósofos)»

«“Este cascajo que contempláis, fue niño y conoció el amor de sus padres”. (De las Obras de los Mendigos Filósofos)»

«De la Arenga de Candelio a los becarios:
“Yo divido a los hombres en rebeldes y guiñosos; los primeros confían en sus obras, y los segundos, en muecas, ademanes, visajes, salutaciones y respetuosidades. Procurad no esperar de vuestras obras.
Yo divido a los hombres en rebeldes y convencionales; los primeros sienten la tentación de la verdad, y los segundos, de la colaboración. Procurad ser bien tentados.
Yo divido a los hombres en rebeldes y actualísimos; los primeros se inclinan ante los valores, y los segundos, ante la realidad. Procurad no separar ningún bien de la actualidad.
Yo divido a los hombres en rebeldes y comprometidos; los primeros, también denominados absortos, miran la tarde; y los segundos cooperan y participan; aquéllos son intemporales, y éstos, contemporáneos; los unos poseen destino, y los otros, porvenir. Procurad no resultar predestinados.
Yo divido a los hombres en rebeldes y premeditados; los primeros actúan por instintos, simpatías, intuiciones, inducciones o deducciones; los segundos por fines y conveniencias; los unos habitan el mundo, y los otros, lo detentan; para aquéllos se inventó la risa, y para éstos, la sonrisilla de boca fruncida. Procurad rechazar todo impulso originario”.»

«Los mandarines saben sacar del Pueblo el verdugo del Pueblo.»

«El aborrecimiento no puede ser razonado a ninguna hora, sino comunicado por contagio ético o estético. El juicio histórico, connotador de sucesos, es emocional, no científico; al narrar acontecimientos, los calificamos según nuestros sentimientos, no los mostramos puros, porque ellos, considerados en sí mismos, carecen de significación.»

«De “Sobre la Gobernación”:
“Un Mando reflexivo contradice su definición y se opone a lo real; la reflexión busca la verdad, la belleza y el bien; por el contrario, el Mando sólo quiere gozar y perdurar". (De “Sobre la Gobernación”)»

«"Los mandarines no inventaron el Poder, porque se les adelantó la Naturaleza, pero sí la decisión de poseerlo”. (De la Escritura)»

«–¡Qué bien! –replicó–. ¿A qué huele un hombre de mi posición y rango?
–A Feliz Gobernación en su estructura urbana, administrativa y económica: cohecho, malversación, arreglo, componenda, reparto, añagaza, contubernio, rapacidad, escamoteo, unto, quebranto y fraude.
–¡Vaya! ¿Gozo de otras excelencias? –preguntó.
–Pues claro, eminencia: eres la palabra sucia, la voz chillona, el tonto engolado, la antítesis de la modestia, la afrenta de la inocencia, la garganta metálica y el tercerón de los gustos gubernamentales.»

«“El destino de los puros consiste en el desengaño y la vuelta a comenzar”. (De “Sobre la corrupción”)»

miércoles, 23 de junio de 2010

ESCUELA DE MANDARINES, DE MIGUEL ESPINOSA (I)


Carátula que preserva la primera edición del libro y datos de impresión (el tiempo ya ha hecho de las suyas)

Con mi maestro, Miguel Espinosa, inicio hoy una nueva sección en el blog: Frases de puntillas. Intentaré recoger en ella la sabiduría maravillosa que la lectura nos despierta y estimula, las frases que se nos introducen en el alma como un relámpago de belleza y un resumen de conocimiento.

Me voy a centrar en una única obra de Miguel Espinosa, su obra magna: Escuela de mandarines. Es difícil para mí no verter el libro entero, un acierto de principio a fin cuya lectura encomiendo con fervor, pues no defrauda y, en los tiempos feos que corren, más de uno encontrará en él un bálsamo para la inteligencia y un acicate para el ingenio. La sonrisa permanente está asegurada. Quien se adentre en sus páginas, descubrirá un universo, un cosmos regido por la profundidad del pensamiento de su autor y por su siempre manifiesto amor a la palabra.

A continuación, como un mero aperitivo para abrir boca, incluyo frases al azar de Escuela de mandarines:

«Hace milenios de milenios existía un famoso Estado, llamado Feliz Gobernación, aunque, en verdad, la dicha sólo pertenecía allí a unos pocos, como descubrirá quien prosiga leyendo. Seis castas formaban el suceso: unos mandarines; unos legos, auxiliares de aquéllos; unos becarios, aspirantes al mandarinazgo; unos alcaldes, lacayos rurales del Poder; unos hombres de estaca, también apodados soldados, y un Pueblo. Por encima de las castas reinaban un Gran Padre Mandarín y un Conciliador, generalmente Dictador.»

«El necesario rigor obliga a comenzar la historia cuando la Feliz Gobernación sólo era una escombrera de hombres heces y vocablos huecos, amontonados por la espada de oscuros déspotas, que imploraban la tradición y aseguraban restaurar la pasada grandeza, nunca resucitada.»

«Sin embargo, por ninguna parte surgía una doctrina, un artista ni un talento; el pensamiento se hallaba extrañado, y la belleza, olvidada.»

«En esta época, la casta de los mandarines, otrora reflexiva y depositaria de un glorioso Libro, la Escritura, era pura bambalina.»

«La Vejez sonrió desde los evos. Su desdentada boca mostró una mueca de niño en la cuna, porque el desvalimiento se comporta idéntico, y todo fin imita su principio.»

«Has de saber que no logró pisar ni el “Registro de los Tontos”, inventario que acepta trescientas clases. Su fama habita la omisión, y su recuerdo, la noche sin aurora.»

«Yo soy importante, y tú, un pelagatos;
me reúno en Claustro y levanto el dedo,
ungido como estoy de instituciones.
Visto de toga, hablo entre susurros,
siempre rodeado de estatales misterios.»

«Como habitante del Planeta, encarno la necesidad de protestar, y aquí estoy con esta figura, parábola de los hechos.»

«Ya no te llamarás como tus padres decidieron, sino Eremita, por motivo de encarnar la soledad y monólogo de la espontaneidad que protesta.»

«–Eremita, corazón ingenuo –repuso–, poco sabes de resignaciones, primera ley de los Espíritus. El amor se resigna ante los hechos, y la vida, ante la muerte; habitar el mundo es una gran resignación; una individualidad es una resignación.»

«Nadie quiere romper definitivamente con la inocencia.»

«Prefería parecer oscuro y excéntrico a elegido y distinto.»

«¡Loor al ser que se emociona ante la presencia del ser, y más si pretende compensar de la existencia a la criatura! Aquello se llama amor, y esto, ternura.»

«Protesta del Hecho y ama la inocencia avasallada.»

«Pertenezco a la Octava Clase de los Espíritus, o sea, a los que se sonrojan y callan desde el principio de los tiempos, avergonzados de contemplar lo histórico.»

«Sólo el rostro nos delata, y aun esto escapa a quienes no son expertos en vergüenzas.»

«La cara pocha del Gran Padre simboliza la inamovible palidez de estar en el Mundo y admitir los hechos, es decir, la desvergüenza metodizada. Sé tú su real antítesis o constante rubor de venir y ver, porque la inocencia, la espontaneidad y la inclinación que ama no son pálidas.»

«Día llegará en que, rodeado de la mentira, la estupidez, el mal, la locura, la explotación y la inmisericordia, recelarás de ti mismo, y dudarás si el necio, el malvado y el loco eres tú, y ellos los fieles de la verdad, la belleza y la bondad.»

«La gente de estaca era impenetrable, inasequible e inconvencible.»

«Ni siquiera mil siglos de mando pueden engañar a mil siglos de desnudez.»

«Sólo entre iguales se adivinan los pensamientos.»

«El juez de los Hechos pensó: Estos lacayos engordan lamiendo la Cosa Pública, y ahora presumen de intimidad. En verdad que la Tierra aguanta insolencias.»

«Hueles a ropilla oficial y guiso de homenaje.»

«Imperando Cirilo, el Lego Mundacio, propuso que la viveza de la voz y el brillo de la pupila fueran considerados como indicio de inconformismo… El Becario Falca pidió que la renuncia a cualquier prebenda o cargo público se valorase como nihilismo… Antes, el melancólico Fustos había solicitado, durante quinientos años, que la repulsa de un tazón de leche en una Residencia de Becarios se apreciase como síntoma de criminal universalismo… Celón, el Lego de los Festejos, sugirió que la espontánea carcajada fuera reputada como profesión de naturalismo… Pitodoto el Panegirista, hoy casi olvidado, pidió que se tuviese como antiapologismo toda afonía y mutismo… Ficato, Boquita Ortodoxa, grande entre los Preceptistas Asociados Para la Salvación de los Justos, exigió que el uso del método inductivo fuera, sin apelación, condenado como cientifismo subversivo…»

«“El hombre nace desnudo y sospechoso…” (aforismo de Dedoro el Teólogo)»

«–¡Tontucios, diarreicos, insanos,
orates, tartamudos, insensatos,
delirantes, beocios, nefríticos,
becados, lelos, carantoñeros,
disparatados, barbancas, ineptos,
cobistas, locos, incapaces,
guillados, picoteros, chinchosos,
tochos, inmoderados, memos,
vesánicos, anormales, lunáticos,
verbosos, vomitosos, idos,
pagados, mantenidos y sopados!:
Estos son los hombres que nos rigen y gobiernan –exclamó Pascalio–. ¿Habrá en el mundo mejor especie? En cuestión de Gobernación, yo sostengo que un diarreico sólo puede ser sustituido por otro diarreico; un verboso, por otro verboso, y un sopado, por otro sopado. ¡No hay solución!»

«–¿Por qué no resumes de una vez, concretando que la mula soporta hasta quince quintales de ortodoxia? Aprende a ser conciso.»

«Porque no poseo intereses, no padezco injurias, y así nada tengo que llevar a la general competencia. Sin embargo, debo irritarme, enternecerme y avergonzarme de los ultrajes, expoliaciones y alienaciones padecidos por otros.»

«Por recomendación del Gran Lego de los Disidentes, mi semejante, hago saber que ciertos excarcelantes suelen ocultarse bajo el moderno tapujo de pacíficos amantes del vocablo preciso y honrados adversarios de la retórica, propagando la subversión de sustantivo en sustantivo y de adverbio en adverbio.»

«Calixto fundó el Movimiento Subjetivo, aproximadamente hacia el año 1.503.290. Becario a punto de concluir los estudios, deslizó en unos exámenes la expresión “a mi juicio”, por lo cual fue inmediatamente frustrado y devuelto a la gentecilla.»

«Logonio fue becario de cámara, adjunto de un mandarín, hacia el año 1.506.325. Pero “un día se rajó los calzones, y en nombre de la Lógica, se cagó delante de los mandarines, al tiempo que decía: Os devuelvo la manutención, porque mi condición me exige razonar”.»

«Solamente los Procónsules podían llamar Prima Hermana a la tradición.»

«Permiso de Diccionario:
Es decir, libertad de expresión. La frase fue acuñada en tiempos del Procónsul Filadelfo, cuyos aduladores, a fin de monopolizar el lenguaje, obtuvieron un rescripto que prohibía el uso del Diccionario Gramático sin licencia estatal. Luego establecieron un Censo de Solicitadores del Diccionario o Permiso de Vocabulario.»

«Tu tendencia a buscar causas y razones pone en los hechos la complejidad de la inteligencia, complicando innecesariamente la realidad –puntualizó el Mentor.»

«La Feliz Gobernación es una conjunción de vivos y muertos en sustancial identidad de alcaldes que robaron y roban, devotos que delataron y delatan, disparatados que predicaron y predican, y Procónsules que degollaron y degüellan. No has de ignorar la Historia, parvulito. Conociéndola, te irritarás, sonrojarás y protestarás con mayor razón, aunque también pudiera suceder que te murieras de risa y hubiéramos de enterrarte.»

«Quienes se confunden con sus prebendas, carecen de prisa, porque viven perdurantes. Así los alcaldes, los legos, los mandarines y los dictadores quieren largos y lentos los años.»

«La Feliz Gobernación se fundamenta sobre el hecho de que el Pueblo está fuera de la Historia; los alcaldes son corruptos; los hombres de estaca, jugadores de dados; los legos, trotones de merecimientos; y los becarios, naturalezas acatantes y absortas en su porvenir.»

«“Quien come y come de los mandarines, jamás vuelve a usar palabras originarias, y conforme más gordo y carnoso deviene, más conformista se torna, más lacayo”. (Del comentario “Presencia de Falca o del Piadoso Niño”, del Barberillo Autodidacto)»

«–¡Huid del pensamiento!, ¡rechazad el juicio y su lógica, origen de toda subversión! Sabed que los dioses castigan también con el don del talento –agregaba el Teólogo. Y se mordía los labios con excitación, para añadir al susto de los vocablos el susto de la mueca.»

«Sólo permanece lo inactual.»

«En un Claustro no puede entrarse por las buenas. No eres enmucetado. ¿Cómo te atreviste, pues, a inventar?»

«La religión es un suceso político, y la mediocridad de los dioses oficiales, un principio de seguridad:
“Cada hombre lleva en su interior una imagen de la Divinidad, que se convierte en Hecho cuando muchos acuden a reverenciarla. El dios de la conciencia es simple Naturaleza, y el dios celebrado, religión o Historia, en suma: Gobernación”. (Libro de los Mandarines).
"La mayor tentación del individuo consiste en pretender que su dios devenga universalmente celebrado. Por ello, tras cualquier predicador de fiestas, se esconde un predicador de dioses y tras éste, un reformador”. (Idem)»

«Lo individual carece de relevo.»

«Hacer arte no es conspirar.»

«El hombre acopia irritación, lo cual es bueno, pero carece de sistema.»

«Desde que di en pensar por mi cuenta, los avispados me predijeron mal porvenir, y no erraron.»

«En nuestra Gobernación, los dioses y el pensamiento sólo valen en cuanto aparecen institucionalizados.»

«Llamo espíritu a la conjunción de cuatro algos que nuestra inteligencia ve separados: sentir intelectual, sentir estético o emocional, sentir del tiempo o memoria, y sentir ético o conciencia moral.»

«“Llamo lacayos a los individuos que, por poseer un amo, se realizan seguros e importantes en una determinada actualidad”. (De “Observación de mi Cuñada”, de Martino)»

«“El sentir estético es el reino de la absoluta libertad” (De los aforismos de Takehiko Mitsukuri)»

«“Llamo trivialidad a la comparecencia de enunciaciones que nada expresan, pues no contienen sentir estético, ético, eidético ni memorial” (De los aforismos de Takehiko Mitsukuri)»


domingo, 20 de junio de 2010

MIGUEL ESPINOSA



Llevo meses en el intento de rendir homenaje a quien he considerado siempre mi maestro, el ser que me enseñó el estar en el mundo de la literatura, la persona humilde que se alzó como un gigante, el hombre sencillo que caminó en silencio una existencia luminosa, traspasada por el fulgor de la palabra. Todos mis intentos de abrazar a Miguel son escasos. Toda mi gratitud es corta. Toda mi rabia por su muerte tan temprana es estéril. Toda mi alegría por el brillo de su nombre es indudable y acaricia mi espíritu como el mejor de los regalos.

Tuve la suerte de conocer a Miguel, de que él se me acercara en su sencillez primigenia, de que él me alcanzara con su gracia, de que él me hablara y me confirmara en la palabra. Fue poco el tiempo que gocé de su presencia nutricia, sus dos últimos años de vida, porque la muerte lo cortejaba desde hacía tiempo, quizá enamorada de su luz, quizá celosa de tanto brillo.

No consigo dar con los vocablos justos que definan su persona y su obra, ambos de una magnitud inabarcable. Sólo sé que lo amé y lo amo, que vive en mi interior, que es el maestro que aún me susurra y apacigua, que es el ser que me sostiene en mi pasión por la literatura. Toda mi actitud vital en este campo la aprendí de sus sabios consejos. Todas las líneas que escriba en su memoria son pocas para abarcar mi gratitud.

Miguel, padre y amigo, sabes que te llevo siempre, que te escucho siempre, que la emoción me impide tratarte desde un punto de vista crítico. Es demasiado el amor que te profeso, ahora y siempre.

Miguel, gracias, gracias por tanto, gracias por todo.

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En breve, sacaré una nueva entrada que recogerá parte de su pensamiento; frases al azar de su libro Escuela de mandarines.

martes, 8 de junio de 2010

HACIA EL TERRITORIO DE LAS HADAS


De pequeña, leía muchos cuentos de hadas. Como aún no había entrado en el mundo mágico de la mitología y sólo estaba en el asombroso de la niñez, consideraba un gran acierto esos seres creados por la fantasía humana para hacer más llevadera la existencia. Resultaban muy prácticas y me gustaba suponerlas reales. Pensaba que, en cualquier instante, se me aparecería un hada y, con su varita mágica, haría posibles todos mis sueños. El hada que mi imaginación entretenía no era una de las que circulaban por aquellos dibujos idealizados por las niñas, sino una mujer corriente: alguien que sosegara de los porrazos invisibles, de esos que no dejaban mataduras en las rodillas; alguien que esparciera la ternura necesaria en un mundo que estaba dispuesto a convertirse en hostil al más mínimo descuido.

Con el tiempo, supe que las hadas circulaban por un universo extraño que nunca vieron mis ojos, pues ni se bañaban las dulces ninfas en las fuentes de mi ciudad, ni las dríades se escondían en los árboles a los que había subido, ni las hespérides custodiaban los jardines de mi barrio, ni las terribles lamias asomaban sus cabezas por las cuevas, ni las sílfides se transparentaban en los vientos, ni las sirenas se balanceaban en las olas del mar, de ese mar cercano que se suponía lleno de nereidas.

Más adelante, abandoné a las hadas en sus cuentos, porque lo malo de crecer es comprobar que no existen los seres importantes que nos han conformado interiormente. Pero los primeros años de una persona son cruciales, ya que su huella persiste y su sombra ampara, aun cuando no seamos conscientes de ese halo protector y necesario.

Ahora, en una edad en que puede considerarse que cualquiera ha vivido bastante, vuelvo sobre mis pasos y reencuentro muchas cosas. Entre ellas, la noción de hada. Porque encontrar un hada en la cincuentena de la vida es un acontecimiento para el espíritu y un motivo de gozo para la vida. Sí, he hallado un hada tal y como la suponía en un inicio, en mis primeros años, alguien normal, pero dotado de la gracia de la naturaleza humana, esa gracia que sólo un interior puro alberga. Mi hada es generosa y sencilla, es alegre como un trino de pájaro, es buena sin fisuras, es cercana, firme y tierna (y cabezota, como todos los humanos a quienes más quiero). Mi hada es inteligente e ingeniosa, bromista y compasiva, culta y cercana. Mi hada está apegada a la tierra que la vio nacer y ensalza las pequeñas cosas en su gran sabiduría. Mi hada se multiplica y esparce su bendición para todos los que quieran acercarse a su dulce regazo. Mi hada conoce el lenguaje de los caballos y dialoga con ellos sobre los meandros de la vida. Mi hada practica el dialecto de las plantas, liga mimbres y tiene la paciencia precisa para entender que no es factible la recogida de los frutos sin la previa siembra y los minuciosos cuidados cotidianos. Mi hada se guía por las lunas y atesora el mayor bien que todos perseguimos: eso que llaman amor. Mi hada tiene nombre y sé dónde vive. Emocionada, mañana mismo voy a conocerla en persona, porque ya la conozco desde el alma. No negaré que me invade la impaciencia, porque no todos los días se puede estrechar a un hada entre los brazos. Mi corazón late acelerado y mis ilusiones se elevan en un cántico de agradecimiento.

Estaré unos días fuera, en la hospitalaria casa de mi hada. Allí, conoceré a otra querida amiga versada en lenguas, a una amante de Rosalía de Castro y de la lengua gallega. A la vuelta de este viaje del corazón, nos veremos. Ya mismo, voy a preparar el equipaje con la dosis necesaria de sueños, que las hadas requieren el alimento más sublime de la naturaleza.


viernes, 4 de junio de 2010

SEÑORES Y VILLANOS

Fotografía de Isabel Martínez

Con el buen tiempo –por decir algo, porque treinta grados a las diez de la mañana ya anticipan el desierto venidero algo más tarde–, me gusta tomar un café en alguna de las innumerables terrazas de mi ciudad, una urbe que tiene la costumbre de vivir en la calle. Esta mañana, disfrutaba a la sombra de una palmera de mi café solo. Próximos a mi mesa, dos tipos con un elegante aspecto intelectual en los gestos charlaban tensamente. Llegó hasta mis oídos parte de su conversación crispada. Algo así:

–No me conoces bien.
–No tengo el gusto, pero algo te intuyo por tus palabras y por tus actos.
–Que sepas que lo he leído todo.
–Yo no. Estoy en la prehistoria.
–Ya decía…
–¿Qué decías?
–Lo que me dé la gana, que mis juicios son míos.
–Y los míos, míos, si tengo opción a tener juicios.
–Estoy de vuelta de todo, así que no me fastidies.
–Pues yo no estoy de vuelta de nada. Creo que no he dado ni una sola vuelta.
–Ese es tu problema.
–Y el tuyo es que estás pasado de rosca.
–Eres un ingenuo inconsciente.
–Y tú un imbécil prepotente.
–Hasta con pareados. Eres ridículo.
–Perdón, dios de las verdades. Hasta la próxima.

Desde mi atalaya mañanera de diálogos pillados al azar, así ha sido. Más o menos.